Esta serie, que se ha convertido en serie de culto para muchos, surge de una película, fechada en 1992, llamada también Buffy Cazavampiros. La protagonizó Kristy Swanson en el papel de Buffy, Luke Perry (de Sensación de vivir), como Pike, Donald Sutherland en el rol de Merrick, mentor de Buffy, y Rutger Hauer como némesis de Buffy. Esta mala película fue una idea de Joss Whedon, guionista de películas conocidas como Alien 4, Titán A.E., Atlantis, el Imperio Perdido o la reciente serie Firefly.

Afortunadamente, la serie no tiene excesivos puntos de contacto con la película original. El personaje protagonista es el mismo, pero poco más. Cuando Whedon se lanzó a escribir la serie su idea estaba mucho mas madurada. Pasamos de una película de susto tonto y pelas a patadas, típica para adolescentes norteamericanos, a una serie mucho más meditada con unos guiones más elaborados.

Si tenemos en cuenta el título, es evidente que la serie trata de vampiros. Resumiendo mucho diríamos que la historia se centra en Buffy Summers, una chica rubia, bajita, adolescente y, por destino, una cazadora; esto es, una matavampiros, matademonios y mata cualquier ser infernal que se le cruce en su camino.

Si éste fuera todo el contenido de la serie nadie dudaría en pensar: ¡vaya, otra tontada de monstruos! Realmente la serie consiste básicamente en lo descrito, una pelea constante de Buffy y sus amigos contra las fuerzas del mal, pero además contiene otras muchas más cosas que es lo que la hacen que se salga de lo cotidiano.

Admitiremos que la premisa es muy conocida y reiterada a lo largo de cientos de películas y de algunas series televisivas. Entre estas últimas cabe recordar Forever Knight (emitida en España por Tele5 con el título de El señor de la noche), en la que un vampiro policía, y bueno, desafiaría a las fuerzas del mal, siempre en el turno de noche, por el pequeño problema solar.

La historia básica de Buffy Cazavampiros ya hemos dicho que es antigua, tan antigua que forma parte ya de nuestro acervo cultural. Desde que se escribió Drácula, de la pluma de Bram Stoker, en 1897, el mito del vampiro ha cuajado en la sociedad occidental como uno de los iconos imprescindibles del género de terror. Infinidad de películas y de novelas jalonan las hazañas del propio conde o de otros vampiros, como es el caso de la saga escrita por Anne Rice narrando las aventuras de Lestat. El vampiro ha cobrado vida propia como protagonista, desarrollándose con el tiempo y convirtiéndose en una figura bastante alejada del primigenio Drácula. Del vampiro lo conocemos casi todo: puede ser muerto con una estaca de madera en el corazón, no soporta la luz del sol, rehuye el ajo y cualquier símbolo religioso del bien, y, por supuesto, se alimenta bebiendo la sangre de sus víctimas.

En Buffy, estos vampiros son lo que podríamos esperar y que todos conocemos. Se diferencian de los otros vampiros en que su rostro se transforma cuando se vampirizan, lo que les da más fuerza y poder; al ser pinchados por una estaca se disgregan en un bonito efecto de polvillo. Por tanto, no se aprecia la lenta descomposición que se producía en las películas de la Hammer. Este efecto es consecuencia de las escenas de acción que se producen a lo largo de la serie, ya que al luchar contra tres o cuatro vampiros a la vez es mucho más espectacular este efecto. Con gran habilidad, Whedon vio rápidamente que los vampiros no daban más de sí y comenzó a desarrollar un universo alternativo en el que la cazadora habría de enfrentarse a otra serie de seres irreales tales como demonios o dioses malignos.

Buffy se convierte así en una serie río en la que se da cabida a muchísimas ideas originadas en diversas fuentes. Como antecedente remoto podríamos rastrear una película titulada Kung-fu contra los siete vampiros de oro (The Legend Of the Seven Golden Vampires, Roy Ward Baker, 1974). Esta película mezcló dos géneros que en la época estaban en boga: las artes marciales chinas y el terror en su modalidad de vampiros. Los vampiros peleaban contra expertos de kung-fu con sus mismas técnicas. Buffy Cazavampiros recrea estas mismas premisas: las peleas de artes marciales, coreografiadas por una doble de la actriz, son básicas como elemento de acción en la serie. Pero la serie se aproxima en sus planteamientos mucho más a los tebeos de superhéroes de Marvel o DC que a las películas clásicas del cine de vampiros. Buffy parece beber directamente de La tumba de Drácula y de su personaje Blade.

Pero vayamos con la historia y sus protagonistas.

Buffy es una estudiante, de instituto primero y universitaria después, que vive en una ciudad llamada Sunnydale. Ciudad tranquila en principio, pero que no es lo que parece. La ciudad es una boca del infierno, esto es, un centro de maldad donde se dan cita todos los seres infernales. Los vampiros, demonios, brujas y toda clase de seres oscuros se pasean por allí como Perico por su casa. Nuestra protagonista no está sola en su pelea contra los seres infernales. Le acompañan varios personajes, secundarios originalmente y protagonistas indiscutibles posteriormente. Estos variopintos personajes formarán una especie de pandilla que ayudará a la cazavampiros a enfrentarse a todos los peligros de la oscuridad. Xander es el guaperas simpatico, Willow es la amiga fiel -al principio-, Cordelia es la niña mona, monísima, y tonta muy tonta (reciclada para nuestro solaz en el spin off Angel). Por fin, Gilles es un prototipo de inglés estirado y Spike, un vampiro rubio que de enemigo acérrimo de la cazadora pasará a ser uno de los personajes más interesantes de la serie. Resulta interesante observar cómo se puede hacer evolucionar a unos personajes que son originalmente puro estereotipo. Éste es uno de los muchos aciertos de Buffy, esta evolución de personajes. Todos ellos cambian a lo largo de las temporadas, salvo quizás la propia Buffy. Los personajes que se incorporan y que modifican sus comportamientos dan una frescura inusitada a la serie. El televidente se identifica con estos cambios y los ve reales. Se integra también la filosofía Marvel de hacer a sus superhéroes más humanos. Buffy es una superheroína, pero vive en un mundo digamos que real. Por consiguiente se enfrentará a problemas reales: amores, desamores, problemas de adolescencia, estudios, enfrentamientos generacionales, etc. Estos problemas enriquecen la trama y se convierten en uno de los alicientes para disfrutar de la serie, por lo que ésta podría calificarse de culebrón fantástico, en cierta medida. Culebrón no convencional porque las relaciones establecidas entre los personajes no son del todo normales -aunque bien es cierto qur en los culebrones tampoco lo son-. Wilow tendrá como novio a un hombre lobo y después como pareja a una bruja, Buffy a dos vampiros, Xander una novia demonio y así sucesivamente.

Otro de los logros de Buffy consiste en estructurar cada temporada con un nexo común. Así nos encontramos con una historia sobre un vampiro mayor -El Maestro-; en otra la relación de Buffy con Angel, un vampiro con alma que generaría el spin off propio antes mencionado (emitido por Antena 3); la ascensión a demonio del alcalde de Sunnydale y la segunda cazavamprios, Faith; la trama de la Iniciativa en la cuarta temporada (la que contiene mas elementos de ciencia-ficción, y que recuerda al SHIELD del Coronel Furia); la lucha contra la diosa Glory por la posesión de la llave y la aparición de Dawn, extraña hermana de Buffy; o la caída de Willow hacia el lado oscuro. La continuidad de los episodios da coherencia interna al mundo de Buffy y hace que el espectador pueda contemplar un universo en desarrollo, pero suficientemente coherente como para resultar atractivo.

Todo esto, y más, es Buffy Cazavampiros. Una serie que es calificada por algunos como la mejor serie de fantasía de la historia. Y tal vez tengan razón.

En la próxima entrega: Seaquest SDV.

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