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Antonio Romero
Paso Borgo
Antonio Romero


 

 

Dráculas

"Drácula", versión latinoamericana.
(Drácula, 1931).
Productor: Carl Laemle Jr.
Productor asociado: Paul Kohner.
Guión: Garret Fort, basado en la novela de Bram Stoker y en la adaptación teatral de Hamilton Deane y John L. Balderston.
Versión española: Baltasar Fernández Cué.
Fotografía: George Robinson.
Director: George Melford.
Intérpretes: Carlos Villarías, Lupita Tovar, Barry Norton, Pablo Alvarez Rubio, Eduardo Arozamena, José Soriano Viosca.
102 minutos.

"Lamentándolo muchísimo, no puedo dar ninguna referencia artística de la cinta por tener un completo desconocimiento de la misma, si bien no creo que fuera nada extraordinario, ni muchísimo menos."

Con tal apriorismo despachaba Francisco Montaner a esta película en un número de la revista "Terror Fantastic". Y de acuerdo, no se trata de "nada extraordinario"; pero justo es admitir que tampoco lo es su modelo, ese icónico "Drácula" dirigido por un Tod Browning en horas bajas. Qué demonios: en según qué aspectos, la versión hispana es claramente superior.

Fué Paul Kohner (ver ficha técnica) quien propuso a Universal realizar remakes hablados en otros idiomas de algunos de sus más recientes films, manteniendo idénticos guión y decorados pero cambiando la nacionalidad de los actores. Estamos hablando de los primeros tiempos del cine sonoro, cuando las limitaciones técnicas eran aún tan grandes que imposibilitaban el doblaje. No tuvo que insistir mucho Kohner al jefe máximo, Laemle Sr., habida cuenta de que buena parte de los ingresos de la productora provenían del extranjero (ventajas de la universalidad del cine mudo). Así, un mercado potencialmente enorme aguardaba allende E.E.U.U. Sénior puso a Kohner a la cabeza del departamento encargado de tales menesteres. Una de las producciones que le tocaría versionar sería "Dracula".

Como castellanoparlantes, lo primero que llama la atención en el film es el batiburrillo de acentos que exhiben alegremente los actores, un hecho del que los responsables de la producción (norteamericanos, no lo olvidemos) no son conscientes, o al que no dan importancia alguna. Así, podemos oír "español de España", español de Sudamérica, sudamericanos impostando el deje español y el centroeuropeo (macarrónico)... Es en la labor actoral donde reside el aspecto más negativo de la película. Si la cinta de Tod Browning es plúmbea y desganada, aunque excelentemente arropada por sus intérpretes - excepción hecha del sobreactuado Lugosi -, en la de Melford todos los actores son Lugosi. Procedentes de países cuyas cinematografías se hallaban comparativamente menos desarrolladas, exhiben una engolada técnica en las antípodas de los nuevos estándares que el cine sonoro estaba ya imponiendo. Es posible que también influyera el hecho de que el equipo tras las cámaras no hablaba castellano (se sabe al menos en el caso del director, Melford), por lo que era incapaz de calibrar adecuadamente el trabajo de los intérpretes.

Parece ser que Browning y los suyos ignoraban la labor del otro equipo, mas no al contrario. Hombre ambicioso, Paul Kohner había visto en estos remakes una oportunidad de demostrar su valía metiendo baza en los aspectos creativos de los films a versionar, no limitándose a reproducirlos fielmente. Es evidente que no existía demasiada comunicación entre los respectivos departamentos de producción, ya que las diferencias son notables y contínuas. En el film hispano, la cámara es emplazada muchas veces en directo contraplano respecto a la misma secuencia de la otra cinta (los hombres de Kohner rodaban de noche; tenían oportunidad de ver lo filmado durante el día por Browning) y es también más móvil, acompañando a los actores en su evolución por los decorados, que aparecen así más tridimensionales. Basta comparar la aparición de Drácula frente a Renfield en las escalinatas del castillo: resuelta por Browning de forma átona, en Melford está construída en base a la sorpresa (situándonos a la vera del viajero para mejor apreciar su sobresalto ante lo que aún no vemos, continúa una acelerada trayectoria peldaños arriba hasta enmarcar la figura del conde). Tres cuartos de lo mismo sucede en la secuencia del viaje del vampiro hacia Inglaterra: si Browning recurre a planos de archivo que muestran a la tripulación del barco luchando contra la tempestad, Kohner/Melford desestiman tal recurso y ruedan impactantes imágenes ex-profeso de algunos rostros congelados por el pánico ante el horror de lo que transportan, rematando de manera efectista con Renfield aullando a contraluz a través de las claraboyas. En otras ocasiones, la divergencia llega hasta el guión, cuando Renfield se hiere accidentalmente con un cuchillo, una suave pero directa alusión al "Nosferatu" de Murnau que demuestra que los responsables de esta versión habían investigado por su cuenta los antecedentes del material que tenían entre manos.

Como podrá imaginarse, la antes citada ¿descordinación?, ¿mera permisividad? entre ambos proyectos, hace que la labor de montaje tampoco discurra paralela. Y no es solo cuestión de reorganización de lo filmado: el metraje incluye algún fragmento descartado procedente de la versión en inglés (durante el viaje en solitario de Renfield al castillo, la fugaz visión de las fogatas de un campamento gitano), secuencias que en la cinta de Browning se interrumpen sin explicación o directamente se obvian, y que aquí tenemos ocasión de ver y entender (el momento en que Renfield, sonriendo maníacamente, se aproxima a una criada desmayada; esas breves líneas de diálogo en las que se nos aclara, por fin, qué fué de la vampirizada Lucy). Sin embargo, también se producen chapuzas escandalosas: repetición de planos, la clara apreciación de que, en ocasiones, Drácula no es Carlos Villarías, sino Bela Lugosi; el que el trío de esposas del conde (especie de desastradas harpías sorprendentemente sensuales para la época) se conviertan a veces en las etéreas y recatadas vampiras de la contrapartida angloparlante... Cuesta trabajo pensar que todo esto proceda del mismo equipo que tanto cuidado ha demostrado en otros aspectos, y hace que servidor albergue dudas respecto a la fidelidad del montaje que hoy por hoy está a nuestro alcance.

Tenemos un curioso caso de complementariedad entre las dos películas. Aunque pudiéramos tomar lo mejor de ambas (la puesta en escena de Melford/Kohner; los actores de Tod Browning), los resultados estarían lejos de constituir un film notable. Mero boceto de película sonora de horror sobrenatural (su primer exponente, de hecho), solo reviste importancia por allanar el terreno a las que vendrían a continuación, caso de la inmediata "La momia", que no es sino una versión corregida y mejorada de estos toscos Dráculas.

 


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