Con ciertas novelas tienes la sensación que te están contando una gran historia, pero con torpeza, es decir, que el autor tuvo una buena historia en su cabeza pero le faltó habilidad, o acierto con el estilo, o simplemente escuela para cautivar con sus palabras al lector. Con otras novelas la sensación es la contraría: te encanta su habilidad para narrar, te apasiona su forma de transmitir emociones a través de sus palabras, pero en realidad el autor no tenía nada que contar, su historia era hueca. Por lo que cuando te encuentras con una novela donde te cuentan una gran historia, y donde la autora además de ser una buena creadora de historias es una hechicera de las palabras, ya que sabe cómo embaucarte, cómo atraparte entre sus frases, cómo emocionarte con palabras sencillas pero hermosas, entonces uno lo único que puede, lo que debe hacer, es dejarse hechizar y disfrutar de la lectura.
Y es que Nalo Hopkinson sabe mezclar perfectamente el relato costumbrista con la fantasía más arrolladora, sin dejar a un lado sus raíces jamaicanas, con un arte en la narración que incluso a veces recuerda a García Márquez. Sabe enganchar al lector con una trama sólida, sin fisuras, con personajes con múltiples matices que les dotan de una gran verosimilitud, pero a su vez nos va asombrando y fascinando con diversos elementos de fantasía y ciencia-ficción, y no se molesta en explicar o justificar dichos elementos, ya que realmente no es necesario, porque están tan bien entrelazados en el hilo principal de la narración que el lector en ningún momento se los plantea, sino que los acepta sin más: estos elementos van engrandeciendo la novela, en vez de hacer la narración más farragosa, como suele ocurrir con muchas novelas de fantasía.
En Ladrona de medianoche viajamos al planeta de Toussaint, dominado por la Red de Granny Anansi, una inmensa red nanotecnológica que controla tanto a las naves, edificios, personas e incluso la misma tierra, donde a ritmo de carnaval viviremos una historia de celos, infidelidades, venganzas y duelos. La protagonista es Tan-Tan, una dulce niña hija de Antonio, el alcalde del Condado Puente de Mando, y de su esposa Ione. Acompañaremos a Tan-Tan en un largo viaje tanto interior como exterior, ya que asistiremos a su destierro al mundo de Nuevo Árbol de Medio Camino, un mundo donde aflorará la verdadera naturaleza del ser humano en todas sus caras, donde las leyendas se funden con la realidad, y donde todas las criaturas esconden grandes secretos. Allí Tan-Tan iniciará su viaje interior hacia la adolescencia, un duro viaje, donde su niñez se irá disolviendo a costa de grandes sufrimientos y grandes culpas. Donde la inocencia irá dejando paso a la rebeldía, al intento de cambiar el mundo para que éste no la devore.
Un gran, intenso y bello viaje, del cual participamos. Una gran, intensa y bella novela, hecha con corazón y con talento, con mucho talento. No perdáis de vista a esta autora, a esta hechicera de las palabras, porque está destinada a convertirse en una de las grandes escritoras de fantasía de este siglo.
J. Fidel Insúa
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