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Muero por dentro
Muero por dentro
Robert Silverberg
Título original: Dying Inside
Trad. Carlos Rodríguez
Col. Solaris Ficción nº 18
La Factoría de Ideas, 2001

Muero por dentro es el retrato y análisis de los sentimientos de un telépata que asiste desconcertado a la pérdida de su habilidad. Sin más. No busquemos en la novela una historia atrayente o un argumento adictivo. Muero por dentro es una obra de introspección psicológica, en la que el único (y no es poco) interés de Robert Silverberg es recrear y experimentar con las sensaciones que el protagonista tiene. Por tanto, no es un libro recomendable para aquéllos que quieran pasar un rato entretenido leyendo y después abandonarlo en la estantería cogiendo polvo.

La novela nos presenta unas cuantas líneas para acercarnos a la compleja personalidad de David Selig: su familia, sus amigos, su vida sentimental... Sin embargo, el tratamiento psicológico más interesante es que el que hace sobre la relación con su telepatía. Su habilidad, denominada siempre como "poder", es objeto de una contradictoria valoración. "Admítelo: amas y desprecias ese don tuyo. A pesar de todo lo que te ha hecho, temes perderlo", se puede leer en el libro. Su pérdida le aterra porque implicaría la privación de su identidad y de su particularidad; ese peculiar rasgo que lo separa del resto de personas llanas y vulgares, mediocres, en definitiva, que él constantemente desprecia. Se asquea por "espiar" a la gente, pero, al mismo tiempo, esa experiencia le provoca éxtasis. Siente dudas, angustia e inseguridad. Su personalidad neurótica se ha agudizado por su singularidad. El cambio es tan grande que David afronta su nueva condición como si de una nueva vida se tratase, con un replanteamiento de todos los aspectos que le rodean.

Pero, paradójicamente, esta sobresaliente capacidad para empatizar no sólo no logra mejorar las relaciones sociales del personaje, sino que las empeora. David Selig es una persona marginada y aislada. Su aparentes dotes de superdotado le llevan a ser rechazado de niño y repudiado por el temor adulto. Es un ser al margen de la sociedad pero que se sitúa por encima de ella. Aunque tenuemente dibujada, se aprecian ciertos rasgos de soberbia en él. Por esa razón, por ese ansia desmedida de comunicación, quizá Silverberg da tanta preponderancia al sexo en la novela.

Sin embargo, el análisis psicológico de la obra podría haber dado más de sí. Al tener la posibilidad el narrador de adentrarse en las mentes de los personajes sin recurrir al inverosímil narrador omnisciente, Silverberg tenía a su disposición toda una galería de personas muy singulares sobre los que podría haber investigado más profundamente. Además, en muchas ocasiones parece que la introspección no avanza, que da vueltas sin incidir más en el conflicto. La historia nos ofrece muchas posibilidades que no parece que se hayan aprovechado al máximo.

Muero por dentro es un relato retrospectivo (partiendo desde la niñez hasta la actualidad) donde se alternan presente y diferentes momentos del pasado para mostrar la evolución tanto del protagonista como de su telepatía, haciendo hincapié en su inadaptación. En el papel del narrador se combinan un observador omnisciente en tercera persona en el menor de los casos y el narrador autobiográfico, que es el que está más acorde con la idea de la novela, de una manera bastante confusa y extravagante. Si Silverberg buscaba la experimentación formal con este recurso, no ha sabido resolverlo productivamente.

De este modo, la novela nos ofrece abundante material para que reflexionemos sobre la incomunicación, sobre la soledad y la incomprensión. Podemos sacar, además, muchas lecturas de ese proceso de pérdida y de los distintos tipos que circulan por la obra. Es el turno, entonces, de que investiguemos nosotros.

Alberto García-Teresa

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