Eliot Pattison apuntaba hacia dos metas con su primer libro: construir una novela de misterio sólida y llamar la atención del mundo sobre la lucha del pueblo tibetano. Y ha cumplido sus objetivos de forma sobresaliente. El mantra del dragón es un thriller atípico y nada convencional, ganador merecido del premio Edgar.
El argumento, al menos reducido a lo esencial, es fácil de resumir. Shan Yao Tung fue una vez el más competente inspector del Ministerio de Justicia chino, hasta que su honestidad acabó granjeándole el odio de un alto dirigente del Partido. Cuando el cuerpo de un funcionario chino es encontrado decapitado cerca del campo de prisioneros donde lleva internado tres años, el gobernador de la región le encarga una investigación paralela a la oficial. Shan, totalmente quebrantado mentalmente, no puede negarse, aunque sus pesquisas le hagan enfrentarse de nuevo con el Partido y lo alejen de sus compañeros presos cuando éstos más le necesitan.
Pattison nos presentan, retratadas de forma sutil y ahorrándose largas exposiciones farragosas, dos culturas fascinantes. La tibetana, con la religión budista omnipresente en todas sus manifestaciones, y la china comunista, una cultura del miedo y la burocracia. La contraposición de estas dos culturas, y el choque entre los personajes creados por cada una de ellas, es el pilar principal sobre el que se sustenta esta novela y lo que la eleva sobre otras novelas de misterio.
El autor se toma su tiempo para construir a sus protagonistas principales, dándoles carne y volumen a partir de la duda y el miedo, emociones principales en una sociedad opresiva y paranoica como la china comunista. El asesinato y la investigación que se nos presentan no son más que pretextos para explorar la mente de estos personajes, y la lucha entablada entre sus ideales y los sostenidos por cada una de estas dos culturas. Para ello Pattison utiliza un estilo limpio y tranquilo, con un ritmo muy sereno e impregnado del carácter reflexivo de los personajes del libro, que lo hace aún más agradable.
Como defecto habría que señalar una cierta falta de ritmo mediada la novela, que pierde un poco de fuelle y carece del fluir sereno de los primeros capítulos al perderse en un laberinto de nombres y situaciones. Algo quizás inevitable, dado el amplio fresco que el autor quiere pintar, ofreciéndonos la situación del Tibet desde todos sus ángulos y con dos culturas implicadas tan extrañas para la mentalidad occidental. También se advierte un cierto maniqueísmo en la presentación de los personajes chinos, los "malos" frente a los "buenísimos" tibetanos, que es mitigada en parte en los capítulos finales de la obra.
El mantra del dragón es, en resumen, una excelente novela. Su localización en un Tibet dominado le añade multitud de elementos interesantes que en manos de un escritor con talento, como lo es Pattison, dan como resultado una de las mejores novelas de misterio de los últimos tiempos. Muy recomendable.
Rafael Muñoz Vega
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