Gabriel Bermúdez llevaba demasiado tiempo sin publicar material inédito. Por suerte, y gracias a la iniciativa del editor no profesional Juan José Aroz, se pudo presentar durante la Convención Española de Fantasía y Ciencia Ficción de 2001 su novela Demonios en el cielo, que compensa sobradamente todos estos años de ausencia de Bermúdez de la escena literaria activa.
Demonios en el cielo es una novela que uno se lee de un tirón, pese a sus cuatrocientas y pico páginas: una historia llevada con buen ritmo, bien narrada y donde el autor nos sumerge en esos ambientes tan dislocados (y al mismo tiempo tan coherentes) que habían sido su marca de fábrica en el pasado. Una novela que tiene poco que envidiar a sus dos obras mayores: la ambiciosa Viaje a un planeta Wu-Wei y la deliciosa El Señor de la Rueda.
Con una premisa tan aparentemente simple como un planeta oculto del resto de la galaxia donde los multimillonarios y los poderosos dan rienda suelta a sus más bajos instintos, Bermúdez nos sumerge en una aventura trepidante, narrada con agilidad y en la que podemos contemplar la asombrosa facilidad del autor para distorsionar nuestro mundo y presentarnos sus enloquecidas invenciones como una suerte de espejo deformante que nos hagan plantearnos alguna que otra incómoda pregunta sobre nosotros mismos.
La novela tiene momentos malsanos e intensos, instantes de humor e ironía, excelentes e intrigantes descripciones de paisajes que -a primera vista- parecen absurdos y una cierta tendencia a la sátira social que no ha abandonado nunca a Bermúdez desde sus inicios literarios, allá por los años setenta del pasado siglo. Con esos elementos ha construido lo que, a falta de más pruebas, bien podría ser la mejor novela española de ciencia-ficción del año 2001, y ha demostrado de paso que uno de nuestros más veteranos autores aún tiene cosas interesantes que decir y aún sabe decirlas de forma que atraiga a los lectores.
Poco más puedo comentar, salvo que estamos ante una novela muy recomendable. Desde aquí sólo me queda alentar a Gabriel Bermúdez a que remate, por fin, la que sin duda es su más ambiciosa obra: Memorias de un astronauta del siglo XIX, que aún permanece inédita y que el propio autor ha reconocido que necesita alguna revisión. Sólo podemos confiar en que, una vez realizada esta, la novela encuentre editor y nos haga disfrutar tanto como lo hizo este Demonios en el cielo.
Rodolfo Martínez
(Reseña publicada originalmente en La página de Rodolfo Martínez)
|