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Rafael MarínComic fantástico
Umbrales
Rafael Marín

50 obras maestras
del comic de cf (XXX)

Barbarella
de Jean Claude Forest
(1962)

Barbarella

En ocasiones el mérito de llegar primero no cuenta a la hora de hacer balance y medir los progresos de la historia, o se da el caso de obras punteras que, con el devenir de los años, vienen a ser ignoradas o menospreciadas como si no hubieran existido nunca. Podría ser el caso, es difícil saberlo a ciencia cierta, de Barbarella, la heroína creada por Jean Claude Forest a principios de los años sesenta para la revista V Magazine, un personaje pionero y efímero de la nueva historieta para adultos europea, donde se reconoce la importancia de la estética en la ciencia-ficción (encarnándola en biologías delirantemente sabrosas) y se tiñe de un erotismo juguetón, hoy decididamente light, a las aventuras de la simpar heroína espacial, el equivalente femenino de Flash Gordon o Buck Rogers o quizá Mandrake el mago, a cuyo grafismo años treinta remite en ocasiones el peculiar rayado del artista y el alegre galopar de escenario en escenario de nuestra protagonista.

Barbarella

Barbarella fue una estrella fugaz que puso brevemente boca arriba el mundo de la historieta para adultos, sobre todo cuando los ocho primeros episodios fueron recopilados en álbum por Eric Losfeld y este se convirtió en un superventas... a pesar de que no podía exhibirse públicamente. La moda del pop art y la experimentación, el divertido descaro de los años sesenta y la actitud liberada de la protagonista, capaz de hacer alegremente el amor con el robot Diktor o con el ángel ciego Pygar (o consigo misma robotizada) convirtieron la serie en un ingenuo baile de máscaras, casi surrealista en ocasiones, cuya influencia se habría de notar en otros títulos posteriores como Le Vagabond des Limbes o Dracurella (o en la española Lorna y su robot). Hay tiburones aéreos, invernaderos gigantescos, malvadas reinas tuertas de aviesas intenciones sexuales, niños armados de muñecos carnívoros, laberintos, amazonas y tritones, torres Eiffel que viajan en el tiempo, circos galácticos y dimensiones de sueños.

Pero, por desgracia, fue la fama de cómic erótico la que convirtió a Barbarella en un icono de la femme française del momento, para consternación de su autor, más dado a experimentaciones fantacientíficas y a volcar todas sus lecturas y ensoñaciones sobre el género.

Barbarella

Como los carros de fuego del poema, Barbarella consumió sus ruedas en la carrera, y quizá la adaptación al cine de Roger Vadim con Jane Fonda (ahora que se habla de una nueva versión con Drew Barrymore) se produjo demasiado pronto. Superado su erotismo por otros personajes más complejos como Valentina o más simples pero más decididamente carnales como Druuna, Barbarella es uno de los pocos personajes que no fueron recuperados en la eclosión del cómic en España en los años setenta-ochenta. Sus aventuras quizás han envejecido mal, tal vez no tanto como la Brigitte Bardott en la que parecía inspirar su físico la aventurera espacial. Pero si bien es cierto que Dios creó a la mujer, ni los ángeles ni los lectores tienen, ay, memoria.


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