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Rodolfo MartínezDVD
Visiones Digitales
Rodolfo Martínez


Peter Jackson
El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo. Versión extendida

El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo. Versión extendida

Créditos

El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo. Versión extendida
Dirigida por: Peter Jackson
Escrita por: Peter Jackson, Frances Walsh, Philippa Boyens
Producida por: Barry Osborne, Peter Jackson
Música de: Howard Shore
Intérpretes: Elijah Wood, Ian McKellen, Viggo Mortensen, Sean Astin, Liv Tyler, Cate Blanchett, Christopher Lee, John Rhys-Davies, Billy Boyd, Dominic Monaghan, Orlando Bloom, Hugo Weaving, Sean Bean, Ian Holm, Andy Serkis, Sala Baker.
Discos 1 y 2:
Comentarios del director y los guionistas
Comentarios del equipo de diseño
Comentarios del equipo de producción/post producción
Comentarios del reparto.
Discos 3 y 4:
Apéndices:
1. Del libro a la pantalla
2. De la pantalla a la realidad

La película

Peter Jackson es un tipo muy listo, sin la menor duda. Desde un principio sabía que se enfrentaba a un reto imposible: adaptar con fidelidad un libro inadaptable (que además contaba con una adaptación previa, de nefasta memoria para casi todos) y contentar, no sólo al público casual, sino a los millones de fans que han crecido con la novela de Tolkien.

El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo. Versión extendida

Una vez establecido que El Señor de los Anillos está lleno de elementos que son, por definición, anticinematográficos (o al menos se enfrentan directamente a las normas narrativas del cine-espectáculo que una producción tan cara como ésta debía seguir para resultar rentable), Jackson no tardó en dar con la clave para contentar tanto a los fans como a los desconocedores del original literario: si te enfrentas a un libro que casi ha trascendido su condición de obra literaria para convertirse en icono popular de medio mundo y no puedes respetar por completo la obra original en lo que se refiere al argumento, los personajes y las peripecias, al menos respétala en cuanto a la ambientación, la estética, la apariencia visual: haz que todo pase en los lugares adecuados, aunque no pase lo que debería pasar.

Porque uno podrá protestar sobre si tal incidente ha sido mejor o peor narrado, sobre si se ha traicionado o no el espíritu de Tolkien, sobre si se ha cambiado parte de la historia o eliminado aspectos importantes, pero lo que es incontestable es que la versión de Peter Jackson de El Señor de los Anillos se desarrolla en la Tierra Media, y los lugares por los que pasa son exactamente los que los lectores del libro llevábamos años imaginándonos: Hobbiton, Rivendel, Moria, el río Anduin, Lórien parecen haberse escapado tal cual del libro para estar en la pantalla sin cambios. Desde el momento mismo en que la carreta de Gandalf llega a Bolsón Cerrado, la película ha ganado al público más recalcitrantemente fanático de Tolkien: no les quedará más remedio que exclamar: “¡Es así! ¡Es la Comarca!”.

El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo. Versión extendida

Y para lograrlo ha hecho algo tan simple en concepto como trabajoso en la realización: ceñirse estrictamente a las descripciones del libro, usar los dibujos del propio Tolkien como modelo cuando estaban disponibles y cuando no lo estaban utilizar los diseños (e incorporar de paso al elenco técnico de la película) de los dos más famosos y aceptados ilustradores de la obra del inglés. Si a eso unimos un amor casi maniático por el detalle que uno no veía desde que Coppola se enfrentó a la saga de los Corleone, tenemos como resultado que, visualmente, esto que estamos viendo en la pantalla es sin la menor duda, sin discusión posible, El Señor de los Anillos, tal y como le habría gustado verlo a su autor.

Una vez dado con esto, el siguiente reto al que Jackson y sus dos co guionistas se enfrentaban era tratar de capturar al máximo posible el espíritu de la novela y, al mismo tiempo, conseguir un producto cinematográficamente válido que, desde un punto de vista narrativo, siguiera siendo El Señor de los Anillos. La decisión que tomaron, acertada desde mi punto de vista, fue centrar el foco narrativo de la película en los hobbits y, especialmente, en Frodo, siguiendo de ese modo (ignoro si inconsciente o deliberadamente) el mismo método que Tolkien usó en su día para escribir la novela. Porque el elemento que hace que El Señor de los Anillos sea una obra viva en la que uno se mete casi sin darse cuenta (y cuya ausencia convierte El Silmarillion en algo demasiado remoto y ajeno) es que, por épico, grandioso, mítico o legendario que sea lo que nos están contando, siempre hay un hobbit involucrado en los acontecimientos y, casi siempre, contemplamos estos acontecimientos desde su punto de vista, que no es el otro que el de una criatura pequeña, con los pies bien apegados al suelo y sin más deseos que una vida tranquila, comida abundante y lugares agradables para estar con los amigos. Así, sin pretenderlo, Tolkien nos hizo accesible lo más legendario al tamizarlo con la mirada de lo que podríamos definir como un grupo de pequeñoburgueses apacibles que se ven involucrados a su pesar en “los asuntos de los grandes y los poderosos”. En otras palabras, estaba narrándonos una saga épica vista a través de los ojos del hombre de la calle.

El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo. Versión extendida

La adaptación de Jackson no está exenta de errores, e incluso de secuencias gratuitas (lo que no deja de ser paradójico si tenemos en cuenta que una de sus obsesiones era eliminar lo gratuito del libro y quedarse con lo esencial), como puede ser la de las escaleras en las minas de Moria. Es sorprendente que lo que mejor funcionan no son las secuencias “añadidas” que sustituyen partes no adecuadas visualmente del libro, sino aquellas otras que, estando implícitas en la novela, han sido estupendamente sacadas a la luz por los guionistas. Así, gracias a una ambientación detallista hasta la obsesión, a un reparto perfectamente encajado, y a un guión que, pese a ocasionales tropezones, cuenta con un ritmo envidiable, nos encontramos ante una adaptación más que satisfactoria, incluso magnífica en algunos momentos, una adecuada traslación del original literario a la pantalla que, en ocasiones, hasta mejora el libro del que procede. Tal es el caso de Boromir, un personaje que en la novela no deja de ser demasiado frío, arrogante y ocasionalmente antipático, pero que se nos desvela en la película como un hombre profundamente humano, tierno (esas breves escenas en las que interactúa con los hobbits son todo un acierto), atormentado por la certeza de que su raza mengua y su pueblo está condenado a la muerte o la esclavitud, y cuya muerte nos afecta en la pantalla mucho más de lo que lo hizo en el libro. Probablemente el personaje con el que mejor se identifica el espectador a lo largo de toda La Comunidad del Anillo: sus dudas son en muchos casos nuestras dudas, y su incomprensión sobre la negativa usar el Anillo contra Sauron refleja en buena medida nuestra propia incomprensión.

Está claro que Jackson ha abordado la película consciente de que puede convertirse en la obra de su vida, el film que lo justifique como director, y ha puesto toda la carne en el asador, trabajando veinticinco horas al día y sin permitir que nada lo apartara de su objetivo. También resulta evidente de que estamos ante un producto, hasta cierto punto, realizado por freakies y pensado, en muchos aspectos, para que sea consumido por otros freakies. Eso no es nuevo, pero sí lo es por el volumen del proyecto y el riesgo económico evidente (ésta es una película que puede hundir a un estudio cinematográfico si no funciona en taquilla). Así que no deja de ser curioso, e incluso sorprendente que hayan conseguido convencer a un estudio de Hollywood, donde uno pensaba que la capacidad de asumir riesgos comerciales había sido eliminada hacía ya unos cuantos años, para que les financiaran algo de estas características. Desde el director a los guionistas, pasando por el equipo técnico y una buena parte de los actores (y el caso de Christopher Lee es quizá el más evidente) todos eran fans confesos de la obra de Tolkien: y de pronto se han encontrado con que alguien les estaba pagando para llevar a la pantalla su novela favorita.

Es un poco prematuro comentar una obra inconclusa. Aún nos queda el inminente estreno de Las dos torres y, dentro de un año, el de El retorno del rey, pero si ambas películas mantienen, como mínimo, el nivel de la primera, estamos ante lo que sin duda será la pieza clave de la cinematografía fantástica de principios de siglo, cuyas repercusiones serán, y si no al tiempo, comparables a las que en su día tuvo la trilogía original de Star Wars.

La edición

Esta versión extendida viene en cuatro discos. Los dos primeros incluyen la película, con cuatro opciones distintas de comentarios, y los dos segundos una larguísima serie de pormenorizados documentales que recogen prácticamente todos los aspectos de la producción: una breve biografía de Tolkien, el proceso que le llevo a escribir su libro, las distintas ediciones de la novela, diarios del rodaje, creación de los efectos visuales y sonoros, grabación de la música, trucos de cámara... Uno puede pasarse varios días, y no es broma, viendo el material adicional que incluye esta edición extendida.

El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo. Versión extendida

En cuanto a las secuencias añadidas (o, en algunos casos, expandidas) en el metraje de la película, poco hay que comentar. En su mayor parte aportan un poco más de información que, si bien no es fundamental, sí ayudará a comprender mejor algunos aspectos de las posteriores entregas. Y, por supuesto, cumplen perfectamente su función de darles a los fans más de lo que quieren.

Es interesante, por otro lado, ver la película con los comentarios del director y sus dos co guionistas, oírles hablar de cómo y por qué decidieron alterar este o el otro acontecimiento respecto a lo narrado en el libro original (el evidente aumento de peso como personaje de Saruman, por ejemplo) o la forma en que Jackson enfocó la que, para mí, es una de las más hermosas secuencias de la película, gracias a una contenida y casi perfecta interpretación de Ian McKellen: el momento en que Frodo asume la carga de llevar el Anillo al Monte del Destino. Jackson le dijo al actor que encarnaba a Gandalf que, al oír a Frodo decir que él llevaría el Anillo, se imaginara que su hijo le estaba diciendo que se acaba de alistar para ir a la guerra. Con esas instrucciones, y apenas un par de gestos (la forma en que cierra los ojos, su resignación y dolor ante lo que esperaba que ocurriese pero no deseaba), McKellen redondea la interpretación de su personaje y le da verdadera talla humana.

La presentación física del DVD es casi perfecta: una caja en color verde oliva oscuro, austera y elegante, que uno casi puede poner en la biblioteca como si se tratara de una edición más de la novela de Tolkien. En cierto modo lo es.


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