[ portada ] [ reseñas ] [ opinión ] [ artículos ] [ recomendados ] [ nosotros ]
Alfonso MereloDVD
Visiones Digitales
Alfonso Merelo


Fritz Lang
Metrópolis

Metrópolis

Créditos

Alemania (1927) película original; Alemania (2002) versión DVD restaurada
Duración: 153 min. en la versión original. Versión restaurada 2002, 118 min. Blanco y negro, muda, con subtítulos.
Producción: Universum Film A.G. (U.F.A.) película original. Friedrich Wilhelm Murnau Stiftung en esta versión DVD
Director: Fritz Lang.
Guión: Fritz Lang, Thea von Harbou.
Música original: Gottfried Huppertz (en el estreno de Berlín, 1927).
Fotografía: Karl Freund, Günther Rittau.
Dirección artística (diseño de decorados): Otto Hunte, Erich Kettelhut, Karl Vollbrecht.
Esculturas y robots: Walter Schulze-Mittendorf.
Diseño de vestuario: Aenne Willkomm.
Efectos especiales: Ernst Kunstmann.
Efectos Visuales: Jeff Matakovich, Eugen Schüfftan.
Producida por: Erich Pommer.
Interpretes: Alfred Abel (Johhan-Joh-Fredersen), Gustav Fröhlich (Freder Fredersen), Brigitte Helm ( Maria/Robot ), Rudolf Klein-Rogge (C.A. Rotwang), Fritz Rasp (Slim), Theodor Loos (Josaphat), Heinrich George (Grot).

La película

La restauración efectuada en 2002 por la Friedrich Wilhelm Murnau Stiftung, ha posibilitado al público en general el visionado de una versión de Metrópolis de 118 minutos. Se han dado por perdidos muchos minutos de la película tal y como fue estrenada en Alemania en 1927, y es ya un éxito que se haya podido recuperar parte del metraje que se consideraba inaccesible. La película original fue recortada para su estreno en Estados Unidos, que se aligeró en metraje para componer una película de unos 89 minutos, más accesible para los espectadores americanos. Gracias a la reconstrucción, se han podido recuperar unos 20 minutos mas de metraje, parte del cual consiste en explicaciones de las escenas definitivamente perdidas. Aún así, es de lamentar que la copia original se perdiera, con lo cual hay mas de 30 minutos que se consideran desaparecidos.

La sinopsis es conocida por la mayoría de los aficionados. Aproximadamente en el año 2027, en una ciudad denominada Metrópolis, encontramos una sociedad dual con rasgos diferenciadores muy acentuados. Los ricos viven en la parte superior de la ciudad y gozan de todos los lujos posibles. Mientras, los trabajadores -pobres y semi esclavos-, dedican su vida a producir bienes para los ricos y viven en infrahumanos bloques colmena en el subsuelo de la ciudad.

Metrópolis

La base del argumento, en una primera lectura, es por tanto una exageración de la lucha de clases. La diferencia de las dos sociedades está marcada por estereotipos muy exagerados. Los obreros visten mal y de oscuro, sus hijos van descalzos y sus ropas son harapos. La jornada laboral supone diez horas diarias. Lang, magnifica estas diferencias mediante escenas que no ofrecen ninguna duda. El contraste comienza con visiones de los obreros desplazándose hacia sus trabajos, en perfecta formación, con la cabeza gacha y sin ningún tipo de alegrías o esperanzas. Al contrario, los hijos de los poderosos disfrutan de actividades lúdicas en una especie de jardín del edén. Sus vestidos son de colores claros y sus actividades se limitan al disfrute de los deportes y los juegos amorosos entre parejas.

En la cúspide de Metrópolis se encuentra Johan Fredersen, el cerebro que ha diseñado la ciudad para su uso y disfrute. El Creador, en definitiva, que necesitando servidores ha establecido la rígida sociedad clasista de Metrópolis. Ésta es la segunda lectura de la película: la religiosa. El dios creador (Fredersen) se ha desentendido de sus criaturas, en este caso los obreros, que pese a ser necesarios, son desestimados y utilizados como mera carne de cañón.

Las connotaciones religiosas se hacen más evidentes a partir del momento en que entra en escena un redentor, en este caso María, una obrera encargada del cuidado de los niños de los trabajadores. María es a la vez la Virgen, el Redentor y la Madre. María es también una revolucionaria, inspirada en la figura de Jesucristo, y sus continuas charlas con los obreros pretenden, siempre por la vía pacífica, mejorar las condiciones y llegar a un punto de unión entre las dos clases. Para ello anuncia la llegada de un Mediador, otra alusión a la religión, que unificará o tenderá un puente entre el cerebro, la clase dirigente, y las manos, los obreros al cuidado de las máquinas. Este Mediador no será otro que el hijo de Fredersen. Freder Fredersen, enamorado de María, efectuará una bajada al mundo real de los obreros y verá que la vida de estos, desconocida para él, se diferencia radicalmente de la que él disfruta. Tomará conciencia de las injusticias e intentará llegar a una solución.

Metrópolis

En toda religión que se precie, la dualidad bien-mal, yin-yang, debe estar presente. Aquí la tenemos en forma de demonio tecnológico. El científico Rotwang, ha creado un ser artificial en memoria de Hel, su amada muerta. Hel prefrió a Fredersen y murió en el parto de Freder. Este personaje -Rotwang- es realmente una mezcolanza entre alquimista y científico. Vive en una casa extraña, parecida a una mansión embrujada, y en ella se encuentra profusamente pintado un pentagrama, símbolo de la alquimia por excelencia. Fredersen insta a Rotwang para que el androide o robot adquiera forma humana. Esta forma se concretará en María que, después de ser secuestrada, servirá de molde para la forma robótica. La pretensión de Fredersen consiste en debilitar y controlar la incipiente revolución de los obreros por medio del robot-María. Pero la creación artificial no obedece realmente su programa, ya que sus actuaciones se encaminan a la destrucción real de ambas sociedades, incitando a los obreros a la destrucción de las máquinas, y socavando la moral de los poderosos mediante la más antigua de las fórmulas: la lujuria.

Lang y su esposa Thea Von Harbou lanzan también un mensaje sobre la manipulación de la masa por los dirigentes. María pasa de ser angelical a demoníaca, en su versión robótica, y los mismos que admiraban un comportamiento pacífico pasan a acatar unas ideas diametralmente opuestas sin transición de ninguna clase.

El guión, pese a algunos aciertos, adolece de una debilidad formal y de conceptos. Los excesivos maniqueísmos, el escaso desarrollo de los personajes (con unas actuaciones que tampoco contribuyen a mejorar el guión), y un final del que el propio Lang no se mostraba contento, hacen que Metrópolis sea un producto con excesivas carencias. Es muy posible que Lang estuviera mas interesado en los conceptos visuales, y en experimentar nuevas técnicas cinematográficas, que en la historia en sí. También parece que sus desavenencias en el guión con su esposa provocaron esta disfunción entre técnica e historia.

Pero la película ha de ser contemplada también en su dimensión puramente visual. Metrópolis es una película que bebe del expresionismo alemán, aunque es de rigor reconocer que sólo comparte algunos de los rasgos del expresionismo y que no es ni mucho menos un filme que se pueda encuadrar totalmente en esta tendencia. Al parecer, Lang tuvo la idea de del filme después de una visita a Nueva York. Fascinado por la inmensidad de Manhattan y sus construcciones elevadas, hizo que la ciudad de Metrópolis se plasmara en el celuloide tal y como ahora la recordamos. Arquitectónicamente hablando el filme se inspira en todas las realizaciones de los arquitectos alemanes de principio de siglo. Igual que el guión, la arquitectura se escinde en dos partes: la magnificencia visual de los edificios de los ricos y el contraste con la sórdida ciudad colmena de los obreros. En la primera se da rienda suelta a las construcciones ciclópeas, bellamente iluminadas y preciosistas. En la segunda sólo se plasma una desdichada ciudad sin nada que destacar. Edificios cuadrados, como si de un hormiguero se tratara, grises, sucios y feos. El único espacio libre de la ciudad subterránea es una plaza adornada por un inmenso gong que sirve para despertar a la clase trabajadora.

Metrópolis

Pero también hemos de hablar de sus componentes de ciencia-ficción. El mas claro de ellos es la presencia del robot. Un robot con formas femeninas que, como ocurriera en Frankenstein o el moderno Prometeo -Mary W. Shelley, 1818-, se rebelará, o en este caso, no cumplirá la misión de sus creadores, transcenderá y comenzará a pensar por sí mismo. Esta criatura es el primer ser metálico de aspecto robótico, tal y como hemos podido ver después en innumerables ocasiones, que se desarrolla en el medio cinematográfico. Aparte de la arquitectura futurista o semi-futurista de la ciudad, otros anticipos de ciencia-ficción se dan en las comunicaciones que se realizan por video conferencia o cómo se intuye el modelo de urbe autosuficiente, una mónada, que después sería desarrollada por muchos autores como Clifford Simak, Robert Silverberg o los hispanos Pascual Enguídanos y Carlos F. Castrosín.

Por otra parte, los efectos especiales son muy avanzados para la época. Ernst Kunstmann realiza una gran labor, pese a ser sólo su segunda película como técnico. Posteriormente trabajaría en títulos como El testamento del Dr. Mabuse (1933), Las aventuras del barón Munchhausen (1943) o Der Schweigende Stern -First Spaceship on Venus- (1959). Los efectos de ciencia-ficción se basan en sobreimpresiones y dobles exposiciones, sobre todo en la transformación del robot en sosias de María, pero con una factura más que conveniente. En definitiva, un excelente morphing antes de que se inventara tal técnica, al menos como se concibe actualmente. Técnicamente, para elaborar los efectos se usaron trucos como el espejo de Schüller. Este ingenioso truco consistía en rodar con un espejo en el que se había suprimido parte del azogue, para ajustar la profundidad de campo de la imagen. Se producían dos tomas diferentes y simultáneas: una reflejada en el espejo y otra más lejana, con maquetas diferentes que daba profundidad a la toma. Las escenas de destrucción de Metrópolis están lo suficientemente bien resultas como para no resultar chocantes, si tenemos en cuanta la época de realización de la película.

Otro elemento a tener en cuenta es la suntuosidad de los decorados, dejando ya al margen las maquetas de edificios y construcciones. El excelente trabajo de Otto Hunte, Erich Kettelhut y Karl Vollbrecht dota a Metrópolis de un sello característico en cuanto al diseño de producción. Es destacable sobremanera el decorado de la gran máquina, cuyo propósito se desconoce, pero en la que trabajan muchos obreros de forma absolutamente alienante. Esta gran máquina se convertirá en otro decorado que emulará al dios Moloch. Una gran boca que devora a sus siervos, los obreros. También es impresionante el decorado de la catedral de Metrópolis, concebido como un gran edificio de estilo gótico. Una de las notas que mejor recogen el arte expresionista se desarrolla la escena de las catacumbas. Émula de las películas épicas sobre el cristianismo como Intolerancia (D.W. Griffith, 1916), ¿Quo vadis? (Enrico Guazzoni, 1912) o Ben-Hur (Fred Niblo,1925), las catacumbas surgen en un magnífico espectáculo con una profundidad de campo inusitada, sobre todo porque se trata de meras pinturas realizadas al propósito.

El diseño de vestuario es, como mínimo, bastante infantil, sobre todo por los ropajes pensados para los obreros, que son los que podrían verse en cualquier grabado de Dickens, de la época victoriana y de la revolución industrial inglesa. Sin embargo, hay algunos diseños para la clase dirigente que son notables. Los trajes diseñados para las jóvenes ricas podrían presentarse en cualquier pasarela de moda actual. Consisten en transparecías, volantes y vestimentas muy provocativas para la época. El diseño para los varones ricos peca de una escasa imaginación, limitándose al uso de trajes que no difieren de los de la época.

La realización de Metrópolis se prolongó por espacio de dos años. El presupuesto fue de 6,5 millones de marcos y se contó con no menos de 36.000 extras de los cuales 750 eran niños. En taquilla Metrópolis fracasó, casi arruinando a la productora UFA: pese a que el estreno en Berlín fue apoteósico, incomprensiblemente la distribuidora retiró la copia. Después de unos meses se volvió a proyectar, pero esta vez en la versión recortada que habían reelaborado en Estados Unidos.

Los extras

La calidad del DVD es excelente. La labor de reconstrucción digital de las imágenes ha producido un resultado muy estimable. Disponemos de una copia nítida, sin ninguna de las habituales rayas y saltos en las escenas y con una banda sonora que recrea exactamente la partitura compuesta para su estreno en el Berlín de 1927. El escuchar la partitura original hace pensar en las dificultades con las que se pudo encontrar el director y autor, Gottfried Huppertz, cuando ésta fue interpretada en directo. Los problemas de sincronía debieron ser resueltos con una maestría envidiable, ya que muchos de los pasajes escénicos se apoyan en la música, desde los golpes de gong hasta las escenas en que se ven las sirenas de las fábricas, pasando por otros pasajes que, si no se sincronizan con la imagen, pierden su valor explicativo.

Esta edición en DVD dispone de dos discos: el primero de ellos con la película restaurada, y el segundo con una serie de extras muy interesantes que incluyen escenas desaparecidas, bocetos arquitectónicos, diseño de vestuario, carteles publicitarios y dos documentales: “El caso de Metrópolis” y “Antes y después. La restauración”.


Archivo de Visiones Digitales
[ portada ] [ reseñas ] [ opinión ] [ artículos ] [ recomendados ] [ nosotros ]