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Rodolfo MartínezDVD
Visiones Digitales
Rodolfo Martínez



Smallville (segunda temporada)

Smallville (segunda temporada)

Créditos

-6 discos
-Basada en personajes de DC Comics
-Desarrollada para televisión por Alfred Gough y Miles Millar
-Reparto: Tom Welling, Kristin Kreuk, Michael Rosenbaum, Sam Jones III, Allison Mack, John Glover, Annette O'Toole, John Schneider.
-Características especiales:
Comentarios a cargo del director, productores ejecutivos y reparto.
Documental: "Christopher Reeve: el hombre de acero"
Documental: "Los efectos especiales de Smallville"
Crónicas de Chloe
Escenas suprimidas
Tomas falsas

La serie

Alguien (que no identificaré salvo para decir que su nombre es Rafael y su apellido Marín) ha acusado a Smallville de ser una suerte de "spidermanización" de los mitos de Superman. Y, ciertamente, algo de eso hay, sin duda. La relación del joven Lex Luthor con su padre Lionel tiene más de un punto de contacto con la que en su día existió entre Harry Osborn y el primer Duende Verde, su padre Norman. Y es innegable que el ambiente del instituto y la relación entre los distintos personajes recuerda en buena medida los años de Spiderman narrados por Stan Lee e ilustrados por Steve Ditko y, en mayor medida, por John Romita. (Por otra parte, no deja de ser curioso comprobar cómo Sam Raimi, en la segunda película de Spiderman, convierte a Peter Parker en una suerte de copia del antiguo Clark Kent torpón y apocado. Pero, claro, Raimi ya demostraba en la primera película que comprendía más bien poco el personaje de Spiderman, al eliminar una de sus características fundamentales -su manía de lanzar chistes malos a la cara al villano de turno mientras se están peleando- y convertirlo, hacia el final de la cinta, en una especie de "Batman aracnido".)

Eso no impide que, al mismo tiempo, la serie beba en fuentes, tanto clásicas como modernas, ya directamente relacionadas con las distintas versiones de Superman que ha ido habiendo para el cómic durante los más de sesenta y cinco años de historia del personaje: la personalidad de Clark Kent está en buena medida inspirada en el trabajo de John Byrne en los años ochenta, mientras que la relación entre éste y Lex Luthor (su futuro archienemigo) se basa al mismo tiempo en el Superman desarrollado en los años sesenta por Curt Swan, entre otros, y en el ya mencionado de Byrne.

Por lo demás, tras una primera temporada en exceso repetitiva, en la que el macguffin de casi todos los episodios era el hecho de que la kryptonita afectaba a algún adolescente concediéndole extrañas habilidades y convirtiéndolo en un peligro para los demás (con lo que, de paso, pudimos ver un curioso enfrentamiento entre el futuro Superman y una versión no oficial del hombre araña), en esta segunda temporada, la serie ya parece ir asentándose y, poco a poco va ahondando en las relaciones entre los distintos personajes: la contradictoria y -como bien sabemos- condenada al fracaso, amistad entre Clark y Lex; la desconfianza de los padres adoptivos de Clark hacia la familia Luthor; Pete Ross, el amigo de la infancia convertido en depositario de las habilidades del futuro hombre de acero; Lana Lang como el "obnubilante" amor de la adolescencia del que aún no es Superman; el progresivo desarrollo y aparición de sus poderes -con la irónica contrapartida de que Clark, que aún no vuela, tiene miedo a las alturas; o el modo ingenioso y coherente en que hace su aparición por primera vez la visión calorífica-. Al mismo tiempo, empieza a explorar y ampliar, tanteándola con cuidado y delicadeza, toda la mitología que ha ido rodeando a largo de estas seis décadas al personaje creado por Siegel y Shuster.

Es en esta temporada donde, poco a poco, los orígenes kryptonianos de Clark van saliendo a la luz, y es precisamente en el episodio titulado "La piedra de Rosetta" donde éste conocerá su nombre de nacimiento: Kal-el, una revelación que llega de manos de un sorprendente científico inválido (que recibió once años atrás una transmisión de Krypton que le ha llevado todo este tiempo descifrar) interpretado por Christopher Reeve: una suerte de "pasar la antorcha a la siguiente generación" que es uno de los momentos más emotivos de la serie. Reeve fue, para muchos -incluido el que escribe estas líneas-, el Superman definitivo (en aspecto, en actitudes, en comportamiento, en la elegancia con la que se enfrentaba a las secuencias de vuelo, en su mirada limpia, amable y protectora, en el modo sorprendente en que fue capaz de vendernos a Kent y a Superman como dos personas distintas...) además de haberse convertido en los últimos años de su vida, a raíz del accidente que lo dejó tetrapléjico, en un auténtico símbolo de coraje y superación.

Verlo aquí, en lo que quizá haya sido su última interpretación para la pantalla, pasando el testigo al nuevo Superman, es sin duda uno de esos momentos mágicos que no pueden menos que ponernos un nudo en la garganta. El episodio es, sin duda, uno de los mejores de la temporada, no sólo por todo lo expuesto, sino también por el uso, tremendamente inteligente, que se va haciendo a lo largo de él de algunos de los temas compuestos por John Williams para la primera película de Superman protagonizada por Reeve. Esos temas, especialmente el que servía de trasfondo musical en la película a la búsqueda de Clark de la Fortaleza de la Soledad, es decir, de sus orígenes kryptonianos, volverán a oírse posteriormente en la serie para identificar algún elemento procedente de Krypton. De hecho, esos temas musicales serán dominantes en los dos últimos episodios, donde la nave que trajo a Clark a la Tierra le revela las intenciones de Jor-el, su padre natural (haciendo de nuevo una referencia a elementos del cómic, pues buena parte de la "personalidad", intenciones y habilidades de la nave están basadas en el Erradicador, un artefacto incorporado a los mitos de Superman de la mano del guionista y dibujante George Pérez en los años noventa).

Si la primera temporada servía poco más que de presentación de personajes y ambientes, en ésta, además de ahondar en la caracterización de éstos, se nos van presentando una serie de acontecimientos y se prepara el terreno para el futuro con la intención, probablemente, de que sea en la tercera temporada donde la serie despegue definitivamente. No se puede prolongar durante mucho más tiempo la lucha de Lex con su oscuridad interior, ni postergar mucho más allá el descubrimiento final de todo lo que implica ser el último hijo del planeta Krypton (que en la serie, por primera vez en la historia de Superman, si la memoria no me falla, tiene connotaciones claramente negativas: Kal-el parece haber sido enviado a la Tierra para gobernar a los "débiles humanos" más que para servir de inspiración con su ejemplo). Si la serie quiere explorar con seriedad los mitos de Superman, en la siguiente temporada tendrá que dejar de jugar a "mostrar pero no mucho" y decidirse claramente por un arco argumental que con el tiempo debería desembocar en lo que todos ya conocemos: Clark convertido en Superman, protector, que no guardián, de nuestro planeta, y Lex transformado en el implacable Luthor que dedicará su vida a destruir al hombre que fue su amigo de juventud.

Entretanto, esta segunda temporada es un aperitivo más que sabroso, llena de guiños inteligentes a los conocedores del mito (soberbio el modo en que juegan con los colores básicos del traje de Superman en la ropa de Clark, o la forma en que se va anticipando cierta simbología en el alfabeto kryptoniano, donde se ve algo que casi es, pero no del todo, el famoso pentágono con la S) y en la que se nota mucho la mano del guionista Jeph Loeb como consultor: Loeb fue responsable, entre otras cosas, de Superman: las cuatro estaciones, un cómic que recontaba y readaptaba una vez más el origen del Hombre de Acero.

Sólo le pondría dos reparos a la serie (aparte de la tendencia a caer de nuevo ocasionalmente en el esquema de la primera temporada de "joven amenaza desencadenada por la kryptonita"), y el primero es el predominio excesivo de los tonos pastel en la decoración y ambientación: sin duda es deliberado, quizá un modo de darnos a entender la irrealidad, la "idealización" que hay tras ella, pero para eso se podrían haber usado otras herramientas. De hecho, como sabiamente demostró Richard Donner en la primera película de Reeve, la América rural de la infancia y la juventud de Clark no es otra que la de Norman Rockwell. Tal vez por ahí deberían haber ido los tiros.

El otro elemento negativo es más importante. Se trata precisamente de Lana Lang, un personaje que se nos hace repelente e incluso odioso enseguida, no tanto por el personaje en sí (que parece haberse librado de buena parte del componente de "niña mimada sobreprotegida" de la primera temporada) sino por la actriz encarnada para darle vida: una muñequita sosa, repipi y sin apenas carácter que casi parece una parodia, más que una idealización, de la "guapa del instituto". Resulta difícil creer que Clark se enamore de alguien así, sobre todo teniendo en cuenta que a su lado está Chloe, vital, independiente y atrevida, una suerte de versión adolescente de la Lois Lane que, andando el tiempo, se convertirá en el gran amor de Superman. (Comentemos, ya que hablamos de Lana, que la actriz que interpreta a la madre adoptiva de Clark es Annette O'Toole, quien había encarnado a Lana Lang en la tercera película de las protagonizadas por Christopher Reeve.)

Pese al lastre que en ocasiones supone esa Lana Lang, la serie funciona y es una revisitación interesante e inteligente, además de una buena puesta al día, de la juventud del Hombre de Acero.

Los extras

Aparte del comentario en audio de varios episodios clave (como el ya mencionado "La piedra de Rosetta") el plato fuerte en los contenidos adicionales es un documental-homenaje sobre la presencia de Reeve en la serie. Otro documental sobre los efectos especiales y varias secuencias eliminadas completan los extras de estos DVDs.


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