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Rafael Marín Series de televisión
La Bola de Cristal
Rafael Marín


 


Boston Legal

Título original: Boston Legal
Creada por David E. Kelley
Intérpretes: James Spader (Alan Shore), William Shatner (Denny Crane), Candice Bergen (Shirley Schmidh), Rene Auberjonois (Paul Lewiston),  Mark Valley (Brad Chase).

Emitida en España por Fox y Antena 3.

Tanto nos han machacado, y nos vuelven a machacar, con aquello de las dos Españas, que casi no hemos tenido tiempo de preguntarnos si existen, por ejemplo, dos Américas. Esta serie deja muy claro que sí. Es más, deja también muy claro que las dos Españas de hoy están hechas a imagen y semejanza de las dos Américas: puestos a importar, importamos de todo.

Boston Legal es una serie de abogados spin-off de otra serie de abogados: The Practice, llamada entre nosotros, vaya imaginación, El abogado. En la última temporada el elenco coral, como en muchas series, incluyó entre sus filas a Alan Shore (brillantemente interpretado por James Spader), y los últimos episodios sirvieron como presentación del carismático Denny Crane (William Shatner en el papel de su vida). La serie madre termina con Shore despedido de su bufete y comenzando de nuevo en la firma Crane, Poole & Schmidt.

Una firma de abogados de lujo se parece a otra firma de abogados de lujo como una gota de agua a otra. Sin embargo, Boston Legal ofrece inteligencia en los guiones e interés en los casos por resolver... a pesar de que nuestros abogados son capaces de ganar en más de un noventa y nueve por ciento de sus intervenciones (quizá por eso sean abogados de lujo).

La serie gana enteros en la interacción entre los personajes y, sobre todo, en el juego dramático que realizan Shore y Crane (es decir, Spader y Shatner), en tanto cada uno representa una visión política del mundo: Shore es idealista, lúcido pero amargado, demócrata, casi de izquierdas, y Crane es materialista, optimista algo tarado, republicano, casi anarquista. Son absolutamente contrarios ideológicamente y sin embargo se llevan a las mil maravillas, pero su gusto por la ropa cara, las mujeres y los demás placeres de la vida hace que en algún momento casi puede imaginarse que Denny Crane es Alan Shore veinte años más viejo. Las dos Américas no frente a frente, sino producto una de la otra.  

El humor, que impregna la relación entre ambos, se amplía a la relación de ambos con el resto del cambiante reparto: pese a su éxito y los premios Emmy conseguidos, parece haber una especie de maldición en el casting femenino, y salvo Candice Bergen, pocas son las abogadas o las secretarias capaces de permanecer en la serie de una temporada a la otra. Pese a lo surrealista de algunos casos y lo directamente absurdo de alguna situación (Crane defendiendo su derecho a portar armas disfrazado de revolucionario colonial americano, o pegándole un tiro en la rodilla a un cliente pederasta que tiene que defender por obligación), hay también un claro poso de amargura en los personajes: tanto los dos abogados centrales como Shirley Schmidt (Candice Bergen) son conscientes de su situación privilegiada, y no logran olvidar del todo los ideales que han ido dejando por el camino. Si a eso le sumamos las situaciones personales de cada personaje (Crane que sospecha que tiene el mal de las vacas locas; Shirley con su padre hospitalizado; Shore con terrores nocturnos y algún problema de olvido del lenguaje; el siempre sereno Paul -René Auberjonois, el otro elemento trek del reparto- amargado por el pasado yonqui de su hija), vemos que el elemento melodramático está asegurado.

Y si estrambóticos son muchos de los personajes y muchos de los casos que tienen que defender nuestros abogados (aunque no crean en ellos: son unos profesionales de tomo y lomo), no menos extraños son los jueces a los que se enfrentan, verdaderos frikis con problemas de personalidad que no salen muy bien parados en el reflejo que de ellos hace esta serie.

El inflado ego y el constante alarde de exhibiciones testosterónicas de Alan Shore y Denny Crane (repitan conmigo: Denny Crane. ¿Verdad que se sienten algo mejor?), se resuelve al final de cada episodio con una coda, al estilo del final de Canción Triste de Hill Street (al fin y al cabo Boston Legal es una puesta al día de La ley de Los Ángeles), donde en vez de tener al capitán Furillo encamado con Joyce Davenport vemos a Shore y Crane contemplando la ciudad a sus pies desde la terraza del edificio donde trabajan mientras fuman puros y beben whisky a pelo. Los comentarios de sinceridad entre ambos son impagables.

Y cuando se saltan la cuarta pared y hacen alusiones a los premios Emmy que han ganado, a no haberse visto en todo el episodio, o a haber sido capitán de una nave espacial (comentario de Shatner, naturalmente), la serie alcanza cotas sublimes que hacen que uno quiera exclamar "Denny Crane" y probar también ese bourbon sin hielo que debe saber a gloria.


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