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David G. Panadero Género negro
Cosecha Roja
David G. Panadero


Sabor local (X)
El recuerdo inacabado de la rebelión

Mariano Sánchez Soler (Alicante, 1954) ha desarrollado una carrera brillante dentro del periodismo de investigación, como Jefe de Investigación de la revista Tiempo, y ejerció durante años en diversos medios como redactor de tribunales. Llegaría un momento en que el espacio de la noticia se le quedaría pequeño, y acabaría por abordar esos temas mediante una serie de novelas que destacan por su realismo, por un minucioso conocimiento de las prácticas policiales... En este sentido resulta modélica la novela Grupo Antiatracos, en la que Mariano Sánchez, con pulso de cirujano y sensibilidad hard boiled, nos muestra una panorámica del crimen organizado, que abarca desde los bares de carretera y la prostitución infantil hasta los despachos acristalados, reparando en esos discretos manejos financieros que marcan la economía del país.

El propio Mariano se considera un "periodista metido a escritor", sin querer desvincular demasiado una faceta de la otra, pero en esta ocasión vamos a destacar una faceta algo distinta del autor. Su novela Para Matar fue una conmovedora narración de ambiente juvenil y gran carga lírica en la que se recreaba el ambiente de las manifestaciones estudiantiles, los enfrentamientos entre los jóvenes militantes de extrema izquierda y las organizaciones de extrema derecha en tiempos de la Transición. Y todo ello con Yolanda González como protagonista, la estudiante de origen vasco asesinada fríamente por miembros de Fuerza Nueva en 1980.

Quizás por tratarse de un caso, un ambiente, una época especialmente memorable e intensa para el autor, nos encontramos con un libro muy sentido, dotado de una fatalista poesía adolescente, que aporta una mirada dura y desencantada a la Transición.

En La brújula de Ceilán, Mariano vuelve a dejar de lado su vertiente de cronista para narrar desde el entusiasmo y la implicación. Cabe decir que es la evocación definitiva de los años de militancia clandestina, con la que hace un recorrido exhaustivo a todos aquellos ambientes y personajes que ya apuntó en Para matar.

La idea que recorre esta obra no es otra que la vigencia de los ideales, la fidelidad a los propios principios, estructurando la novela en dos tiempos, de manera que se hace patente el contraste entre el presente y el pasado. La casi totalidad de la novela tiene lugar en 1975, el año en que murió Franco. Entonces, un grupo de estudiantes formaba la brújula de Ceilán (el Comité local del frente de Madrid, en lenguaje cifrado), y se enfrentarían a la policía en numerosas ocasiones, con saldos a menudo catastróficos. Como se apunta en algún momento en la novela, es posible que hubiese topos en la organización informando de las actividades revolucionarias.

Joan Ferrer es uno de esos jóvenes contestatarios, que a lo largo de las páginas nos narra sus experiencias en ese año decisivo, y deja como legado sus memorias, además del recuerdo de varios amigos. Muere en una manifestación en 1977. Y en sus memorias no hay lugar para la impostura literaria; sin filtros, sin adulteraciones, nos llega la voz del adolescente, que nos transmite sus preocupaciones, sus inquietudes, sus intereses, mediante su propio lenguaje, de forma muy directa.

El otro tiempo en el que se mueve la novela es más cercano. A las calles salen los ciudadanos para manifestarse contra la Guerra de Irak. Ramón Blau, que fue un gran amigo de Joan, es ahora un escritor maduro que sobrevive dando la espalda al pasado, que escribe sin demasiado sentido del compromiso, al que el tiempo está volviendo algo cínico. Aunque no tardará en aflorar en él "la tristeza precisa, la mala leche imprescindible".

En esta novela Mariano se permite reflexionar en primera persona con gran lucidez, con un escrito que tiene mucho de testimonial, acerca de los procesos políticos vividos en España. Pero además de esos procesos y esos fenómenos sociales, tenemos la vida de una serie de adolescentes, y la novela destaca, en este sentido, por la autenticidad, la frescura y la sinceridad, propia de un libro de memorias.

En palabras de Andreu Martín: "El gran mérito de Mariano Sánchez Soler, su gran aportación, es la verosimilitud. Simplemente escribe con la naturalidad y el desparpajo con que escribe porque no habla de cosas que ha leído, sino de cosas que sabe". Comenta el propio Mariano que buena parte del libro la escribió en 1975, como diario personal, y ha preferido respetar el texto sin "embellecerlo", sin apostillarlo. Sin duda, La brújula de Ceilán es el libro que ha estado escribiendo desde aquellos años, aunque no se diese cuenta de ello.


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