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Julián DíezFuera de colección
Extramuros
Julián Díez


Rafael Reig
Sangre a borbotones

Libérrima, cachonda y anticonvencional

La creciente presencia de elementos de género en la literatura española joven lleva a que uno se plantee uno de los cimientos íntimos con los que trabajamos los lectores de cf. Me refiero al hecho de que, tradicionalmente, al cf es un género caníbal: tan pronto como una novela presenta elementos ligados al género, pasa a pertenecer a él. Es ese viejo fenómeno por el que apenas hay comedias con elementos de cf (Jardiel Poncela sería la excepción obvia), pero sí existe cf humorística; no hay policiacos de cf (aquí la excepción que me viene a la cabeza es La señorita Smila y su especial percepción de la nieve, del danés Peter Hoeg) , sino cf policiaca.

Bien, según se nos explica bien pronto a los lectores de Sangre a borbotones, la acción se desarrolla en un Madrid ucrónico: tras la muerte de Franco, el Partido Comunista ganó las elecciones y España fue invadida por Estados Unidos. Entre otras consecuencias de este hecho, el idioma oficial pasó a ser el inglés y España se integró en una extraña Confederación. Además, el petróleo se acabó, por lo que Madrid fue anegada con canales y la Castellana y la Gran Vía son cauces navegables. Además, en la novela hay personajes que se salen de las obras literarias -a la manera de la nivola de Unamuno-, unas investigaciones genéticas a gran escala por parte de una malvada superempresa que son el cuerpo de la intriga de fondo. ¿Es ciencia-ficción esta historia? Bueno, yo diría que sí... aunque claro, mi juicio viene bastante mediatizado por el hecho de que al fin y al cabo yo soy un analista de estas cosas y se supone que barro para casa.

Sea como fuere, la novela nos presenta la historia de Carlos Clot, un detective privado que recibe simultáneamente tres encargos: el de buscar a una jovencita desaparecida, posiblemente implicada en problemas de drogas; el de un escritor de novelas del oeste, con ínfulas de gran creador, que ha sufrido la deserción de uno de sus personajes, una joven de cualidades poderosas; y el de uno de los lectores de esas novelas, un hombrecillo anodino que sospecha que su esposa le es infiel. Las tres tramas, como en los clásicos policiales, se mostrarán finalmente entrelazadas, aunque de manera que como mínimo puede calificarse como improbable.

En cualquier caso, no es la verosimilitud el punto fuerte de la novela de Reig. En cuanto a la despreocupación por la coherencia, la falta de inhibiciones con las que maneja tiempos, giros argumentales, diálogos chispeantes o personajes esperpénticos, Sangre a borbotones conecta quizá más con una novela contemporánea de nuevo cuño, digamos el tipo de cosa que puede hacer -de otra manera, claro- Chuck Palahniuk, o la que hacía Pablo Tusset en su exitosa Lo mejor que le puede pasar a un cruasán. Un tipo de novelas que no se ven atadas a las convenciones habituales de verosimilitud de la novela realista, pero que tampoco cumplen las normativas de escenario de la cf.

Si se ha aplicado el término de new weird para la novela desatada de fantasía no convencional, tal vez alguien haya creado alguien algún tipo de etiqueta para esta novela libérrima, cachonda y anticonvencional pero también con un velado componente crítico. Yo no lo conozco, pero ésa es la línea en la que se integra esta Sangre a borbotones, repleta de momentos tiernos y otros enormemente divertidos -las páginas de novela del oeste son impagables-. Las anécdotas se van sumando, los personajes se definen en sus excentricidades, y la novela, que además es cortita, se lee en un suspiro. Un pasatiempo altamente recomendable, con aciertos puntuales que invitan a mantener la atención sobre la obra sucesiva de Reig.


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