No, no voy a hablar sobre las excelencias
femeninas ni nada por el estilo, aunque estos chicos daneses que nos van a
ocupar, llamados Pretty Maids, bien
se explayaban sobre el caso. Pero ése no va a ser el tema que nos interesa hoy
(es un decir... no hay tema más interesante, con la excepción, quizá, del
apareamiento del berberecho salvaje del Báltico o los artículos de Paco
Umbral).
La verdad es que puede ser incluso paradigmático
el caso de esta banda. En muchos de los asuntos que exploremos en los rincones
de este hangar, los aspectos que ligan la música con el género que nos ocupa
dentro de la literatura son más bien ligeros, como el refresco de turno, el pan
de molde, el... en fin, eso. Referencias y temáticas recurrentes, paradigmas
que difieren en los detalles, pero que resultan ser las caras de la misma moneda
arquetípica. No es que valgan mucho como ejercicios estilísticos, documentos
de alta poesía o sesudas e intrincadas tramas con reflexivas tesis, pero sí
son el germen de lo que han sido obras más completas y trabajadas. Algo así
como las obras pulp del estilo
musical; esos primeros esbozos más bien reiterativos y pueriles que más
adelante darían forma, incluso, a elaboradas óperas rock. Pongámonos
en marcha...
En Dinamarca se formó este grupo que no encontró un
nombre más atípico para el estilo musical que iban a desarrollar (heavy metal
melódico: dirás que la etiqueta es una contradicción, como el café
descafeinado o la cerveza sin alcohol, pero te lo juro, existe): Pretty Maids.
Era el comienzo de los años 80. Concretamente, en el año 1983 debutaron con un
mini-LP homónimo y un año después editarían un LP soberbio, Red, hot and heavy, que les pondría en el candelero de un panorama
musical emergente. Además, tenían sus propias connotaciones: eran europeos en
un mundo ya casi fagocitado por el mercado americano, que había visto las
posibilidades de un estilo nacido, o que explotó, en Gran Bretaña; alternaban
la dureza del heavy metal con pasajes melódicos y, por momentos, cercanos aun
al pop; e incluían teclados en sus composiciones en una época en la que era un
instrumento demonizado en el estilo. En fin, en todo lo demás, aparte de ser
uno de los combos musicales más infravalorados, una banda con todos los tópicos
del género. Si bien se dejaron influenciar a principios de los 90 por la ola de
hard rock americano más almibarada (debido al éxito de Bon Jovi, por ejemplo),
retornaron en la última época con un sonido más crudo, actualizado y que
recordaba, por momentos, a sus mejores tiempos (más bien recuerda, pues siguen
en activo y sin visos de pulsar el botón de stop,
gracias a Crom). De esos tiempos más boyantes que hablo es cuando me enamoré
de ellos... Especifiquemos: de las portadas de sus discos y sus canciones,
malandrines. Sólo hay que deleitarse con las cubiertas de Future world (1987) o Jump the
gun (1990) para saber el porqué de su inclusión en este Hangar
18. Pero
antes de babear sobre el teclado con el arte del ilustrador (del que nunca supe
el nombre) vamos a analizar esas historias que nos contaban y cantaban las bonitas
doncellas.
Como decía más arriba, abrazan los géneros
sin una desmedida pasión, excepto quizás en uno de los casos, como veremos. Así,
la fantasía más onírica y pueril se hace cargo en cortes como "Fantasy"
(para qué ser originales con los títulos), donde el escapismo gratuito y el peterpanismo
son el motor. El entrechocar de espadas y guerreros en una incursión de saqueo
con toques de fantasía heroica los encontramos en "Back to back" (con intro
del Carmina Burana de Orff incluido, por si el tema no era ya de por sí
lo bastante épico), que es como un patrón que han seguido infinidad de bandas
de la época a la hora de insertar el género literario en sus composiciones, a
saber: ¿te acuerdas de la escena, al principio de Conan, el bárbaro, donde un grupo de ominosos guerreros asolan la
aldea del propio Jorge "Conan" Sanz sin saber por qué o de dónde vienen?
Pues esa es la idea de muchos grupos a la hora de hablar del tema. Sin más,
porque no hay trasfondo, no hay más que un esputo de "el-acero-brilla-y-luchan-sin-cesar-entre-una-niebla-mágica-porque-son-así-de-fieros".
De todas formas, son daneses y descendientes de los saqueadores más famosos del
viejo continente (aunque algún día hablaré de los mismos patrones en grupos
de Vallecas o Valladolid, no creas) y algo se les habrá quedado grabado en el
ADN, digo yo.
El género de terror lo repasan con otros
topicazos en "Nowhere to run" y "The One that should not be", a saber:
en el primero de los casos la historia es fácil, a una persona presa del pánico
le persigue un asesino -o algo-
desconocido y despiadado por callejones oscuros como si de la escena final de
una mala película de terror adolescente o un párrafo de Stephen King se
tratara. ¿Sabes tú por qué...? Porque yo no tengo ni la menor idea; lo mismo
ha estado toda la noche prendiendo petardos debajo de su ventana el muy
desgraciado, aunque ya sería mala suerte ir a dar con la casa del psicópata de
turno y que viviese en un bajo. En la segunda canción habla del tema que más
daño y, a la vez, más publicidad dio al heavy metal en la década de los 80:
el Diablo, que habla a sus víctimas y las mete un miedo que yo no lo cojo por
ningún lado (cosas del ateísmo) y les explica que Él es quien maneja los
hilos de sus vidas. No, la verdad es que no son Clive Barker estos muchachos. En
fin, hasta ahora, nada para recordar con mucho cariño (excepto musicalmente,
claro).
Pero hay algo a lo que sí dedican más de un
minuto de su imaginación, aparte de a sus amoríos, desamores y damas en
general: el futuro cercano. ¡Ah, amigo, aquí dan el Do de pecho! O, al menos,
parecen tener más de ocho años a la hora de escribir una letra para una canción.
Pongámonos en situación: años 80, Guerra Fría, conflicto nuclear... A mí me
suena a toda una generación de escritores de cf. En fin, súmale a esa
circunstancia política unos toques a lo Mad
Max y el nivel del proyecto de la "Guerra de las Galaxias" que tenía en
mente la administración Reagan y ya lo tienes. Un futuro cercano devastado por
el conflicto bélico a gran escala, el desbordante poder de las máquinas -violentas, claro- y la tecnología
-perversa, claro-, las carencias de una
población envilecida... Un marco de acción cercano al cyberpunk más
desolador, al hermano pobre de Blade
Runner y Neuromante, un Mad Max algo más poblado y tecnificado. Así nos lo cuentan, con un
fatalismo que, en realidad, critica una tensa situación política a su
alrededor (Guerra Fría, conflicto palestino-israelí, Beirut, Irak...) más que
ser un ejercicio precognitivo. Como ejemplos, rodajas sonoras como "Cold
killer", sobre un satélite con muy malas intenciones (clara referencia a la
"Guerra de las Galaxias" de la administración Reagan), "Children of
tomorrow" o "Future World", bien apoyadas por lo que podríamos considerar
relatos u obras menores como "Attention", "Battle of pride" o
"Lethal heroes". Todo, como puedes comprobar, bajo un prisma de pesimismo e incluso
resignación a la maldad innata del ser humano, a su ambición y lo retorcido
que se esconde en nuestro interior. Con lo alegres que se ponen estos chicos
cuando hablan de mujeres, en fin. Esta visión apocalíptica ha sido generada en
la cf con profusión e, incluso, con el mismo carácter crítico. Asimismo,
puede ser considerado como un tema recurrente y de ejecución parecida a la hora
de trasladarlo a la música, más aún cuando la mayoría de los grupos que
obtuvieron cierta notoriedad lo hicieron, en su mayoría, en la susodicha década
de los 80.
Y para el final, lo más interesante, una
historia de amor interestelar. Rizando el rizo, se sacan de la manga un romance
a través del tiempo y el espacio que ríete tú de Robert Heinlein, George R. R.
Martin o Danielle Steel. "Eye of the storm", o cómo enamorarse de una
"mujer escarlata con dorados ojos". Así la recuerda el protagonista
agonizante y anciano de esta emocionante canción con aires melancólicos y
anhelantes; tintes de fantasía y ese sentido de la maravilla que se menta tanto
por estos lares (¿será como el sentido arácnido de Spiderman?) para adornar
un gajo sonoro agridulce, como el mismo amor del que habla.
No te digo que, al final, este hangar va a
tener algún sentido aquí.
Por internet puedes encontrar los vídeo-clips
de la banda danesa liderada por el cantante Ron Atkins y el guitarrista Ken
Hammer, por si tienes curiosidad. Aunque si lo tuyo son cosas como Lluís Llach
o Presuntos Implicados, casi déjalo estar... Y disfruta de sus portadas, todo
un mundo de sugestión visual.
Archivo de
Hangar 18
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