[ portada ] [ reseñas ] [ opinión ] [ artículos ] [ editorial ] [ nosotros ]
Juan Manuel MartínezMúsica para el fantástico
Hangar 18
Juan Manuel Martínez




Reinas, reinos y cintas de vídeo

Hace tiempo que algún compañero de andanzas radiofónicas, junto con un servidor, nos propusimos hacer una especie de brainstorming a lo Monty Python viendo vídeo-clips de grupos musicales. Para ser más exactos y sinceros, la idea era tirarse por el salón con un buen cargamento de cervezas y hacer la selección de los peores vídeo-clips de la historia del rock duro, visionarlos y grabar nuestros balbuceos, carraspeos, risotadas y ataques de todo cariz para luego escribir en nuestro fanzine unos extensos y sesudos artículos. La cosa aún está pendiente, como imaginarás (y no por falta de ganas), pero sé que había candidatos seguros en nuestra lista que optarían al dudoso honor de estar entre los aspirantes al galardón. Bastantes de ellos vienen que ni filmados para el Hangar 18, pero hoy voy a centrarme en una space opera de unos, por aquel entonces, imberbes chicos que se hacían llamar Queensrÿche.

Queensrÿche es una banda americana -Seattle- de contrastada calidad musical, con éxitos de ventas y público en sus giras. Una banda que trascendió la etiqueta de "banda de heavy" casi nada más publicar su primer álbum, dando a su música un cariz propio, personal, extraño, más cercano al metal progresivo que al heavy metal clásico que se estilaba. Si bien es cierto que algunos de sus últimos trabajos más bien parecen bocados surrealistas sacados de la mente de una espinaca cocida y no han estado a la altura de obras tan grandes como Operation: Mindcrime (1988) o Empire (1990), son de esos combos que se han ganado los dólares que han sacado de esto. Pero no todo es oro ni espinacas perjudicadas lo que reluce... Al comienzo de su andadura -1983- grabaron un mini-Lp homónimo con cuatro canciones del que, por cierto, también vendieron más que Bisbal de su primer disco (no es coña). Entonces sí eran más heavies que un chupito de vinagre, bien influenciados por las grandes formaciones británicas que ostentaban el cetro, como Iron  Maiden y Judas Priest. De hecho, una de las canciones que se ha quedado en la imaginería del público rockero y que sobrevivió a su posterior metamorfosis sonora es aquel impresionante "Queen of the Reich". De la mencionada canción hicieron más tarde un vídeo-clip bajo el auspicio de la multinacional que los fichó frotándose las manos, la todopoderosa EMI. De hecho, hicieron un vídeo-clip más de otro de los temas, "Nightrider", lo que no deja de ser sintomático: dos vídeos de un trabajo con cuatro canciones; estos chicos prometían musical y económicamente.

Pero, ¡qué vídeo! Las capacidades interpretativas de Geoff Tate (voz), Chris DeGarmo (guitarra) y compañía hacían que hasta se te pasase por la cabeza dar un Oscar a Miguel Bosé por esa obra magna llamada El Caballero del Dragón. ¿No has visto la película? ¡Pero si es una recreación en clave de cf del mito medieval de San Jorge y el dragón! La verdad, mejor para ti y tu salud, temblores me dan de pensar en ella aún (menos mal que no hablaba el colega, que si no). El caso es que a los muchachos de Queensrÿche los enfundan en trajes sacados de una road movie al estilo Easy Rider de serie Z o de la decimoséptima parte de Mad Max y los plantan en una fortaleza más allá del espacio conocido para salvar a la humanidad.

En la aventurilla espacial hay de todo lo que puedes esperar de una space opera en toda regla, a saber: un grupo de aventureros con pistolas de rayos láser en mano, de los cuales uno es el héroe supremo; un malo malísimo que quiere conquistar el universo como si del emperador Ming se tratase, aunque en este caso es una villana voluptuosa enfundada en una armadura y un casco a lo Cíclope de los X-Men; alienígenas sacados de los restos desechados en el casting de El retorno del Jedi; el rescate de una damisela que a pesar de los avances tecnológicos va con un biquini de felpa que muestra más que esconde, pero que luego resulta ser un alienígena malvado; androides y "ojos-máquina" vigilantes; otra ración de los rayos famosos de la saga de Lucas pero con sólo una décima parte del presupuesto; lucha final en la fortaleza de la antagonista de nuestros muchachos; transformaciones biomoleculares gracias a una piedra de poder perverso y desconocido (también debió influir la película Heavy Metal, y nunca más a cuento). Como puedes leer, menos naves espaciales a causa del presupuesto, de todo.

La influencia en aquel entonces de Star Wars era evidente hasta en el comienzo del vídeo-clip, con una introducción escrita al más puro estilo de la saga de George Lucas, pero en rojo (¿por aquello del plagio?), y que decía algo así:

"En el milenio después de la IV Gran Guerra el mundo estaba sumido en el caos. Una malvada aventurera había descubierto una antigua computadora alimentada por un cristal. Era tan poderosa que le daba el poder de esclavizar al mundo y convertirse en Reina... ‘La Reina del Imperio’. Muchos intentaron destruir a la Reina y cayeron, sólo para ser asimilados en el santuario de la computadora. La última oportunidad de la humanidad son los cinco luchadores de la libertad...”

No me digas que no es un buen argumento. Una space opera, como te decía, en toda regla. Aventura, emoción, alienígenas, robots... Si es que dan ganas de producir una serie de veinticuatro capítulos para televisión y que la comenten los compañeros en La Bola de Cristal cuando la quiten de antena en el primer corte publicitario. Además, con una gran banda sonora, la cual ya no tocan en sus conciertos entre otras cosas por estar hasta los mismísimos de la canción y porque (dicen las malas lenguas) que el señor Tate ya no llega a esos tonos que ríete tú de los castrati (después de su última actuación en España no sabría yo decirte qué hay de cierto en todos esos bulos).

¿Qué más puedo decirte? Sólo recomendarte fervientemente que veas y juzgues por ti mismo si esto es o no es ciencia-ficción de pura cepa. Si el guionista del susodicho experimento se dedicara a esto, que temblasen Iain M. Banks, Alastair Reynolds, M. John Harris y el mismísimo John C. Wright. Una nota a pie de artículo: Spielberg, mira que estos chicos son un filón, ¡compra los derechos ya!

Aquí os dejo una dirección donde podéis deleitaros con las aventuras intergalácticas contra el mal de estos cinco luchadores de la libertad:

http://www.youtube.com/watch?v=MpPDFIswQ-c

También en su página lo encontraréis (www.queensryche.com). Otro día hablaremos de otros vídeo-clips de lo más sugerente, que hay para todos los gustos: fantasía, terror, más ciencia-ficción... Si es que este mundo es tan amplio que tiene que haber de todo.

 


Archivo de Hangar 18
[ portada ] [ reseñas ] [ opinión ] [ artículos ] [ editorial ] [ nosotros ]