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Juan Manuel MartínezMúsica para el fantástico
Hangar 18
Juan Manuel Martínez

 


Los elfos de la Tierra Finesa... digo Media

Es bien sabido que el maestro J.R.R. Tolkien se basó en las mitologías germánicas y los grandes poemas épicos fineses para dar forma y carácter a su legado fantástico. Pues bien, esto ha desencadenado en que numerosas formaciones musicales de estas tierras le devolvieran el gesto en forma de rodajas sonoras, como los alemanes Blind Guardian, de los cuales se rumoreó, incluso, que habían tenido alguna oferta para componer la banda sonora de la trilogía de Peter Jackson. Pero del guardián ciego hablaré en otra ocasión. Esta vez voy a ir un poco más al norte, a la tierra de Santa Claus, los renos, las nieves perpetuas y los grupos de amigos que se aburren mucho en esas inclementes tierras heladas de noche casi eterna. Finlandia, para algún despistado.

El tiempo libre de estas pandillas de colegas es tal que se ponen a tocar un instrumento, leer enormes trilogías de fantasía y a tirar de aguja e hilo. Así nace Battlelore, una formación musical a la que no le daban dos petitsuises de zagales y sus cabezas se llenaron de elfos, espadas, enanos, dragones, colecciones enteras de maquillaje de Max Factor, anillos únicos, árboles parlantes y arañas que parecían salidas de un experimento genético fuera de control. Vamos, de Tolkien en grandes y poco saludables dosis. No hacen música, hacen apología de la Tierra Media y todo lo que la rodea; no van disfrazados a los estrenos de Peter Jackson, sino que son así y sólo se disfrazan a veces cuando van al taller a trabajar algo; son seres tristes y atormentados por no tener orejas puntiagudas o ramas en vez de brazos. Son un caso, vaya.

Debutaron en 2001 y ya van cuatro obras dedicadas por entero al mundo y personajes creados por Tolkien. Hay que decir que los músicos van caracterizados para la ocasión; encuentras ents, uruk-hais, elfos, magos, rohirrim, etcétera. Su música es una mezcla entre un metal con connotaciones góticas, ambientales, folkies, industriales y heavys, amén de pasajes melódicos y sugerentes, todo aderezado por la combinación de dulces voces femeninas y guturales berreos masculinos, muy a lo Evanescence. La verdad es que tienen un punto diferente que, a la vez, te recuerda a muchas cosas conocidas.

No te contaré de qué hablan porque ya lo sabes: destripan la obra de Tolkien de cabo a rabo, desde El hobbit hasta El Silmarillion. Incluso añaden sus propias aportaciones, como si estuvieran jugando a un juego de rol y le pusieran una base musical a sus aventuras. Las portadas de los discos acompañan también, cómo no, de la mano de Ted Nasmith, uno de esos ilustradores a los que puedes encontrar habitualmente en los libros del creador de Gandalf, Frodo y cía.

Si quieres verlos, incluso tienen un par de vídeo-clips de lo más logrado. Todo un lujo de producción para un grupo, al menos hasta el momento, tan minoritario. "Journey to undying lands" (2002) nos relata una aventura de amor, muerte y traición entre elfos y humanos codiciosos por el dichoso anillo que una pareja de amantes lleva consigo y que les es arrebatado por sus mismos aliados. Todo un tour de force visual y sonoro repleto de magia, viajes al inframundo, batallas, oscuros seres, etcétera, que hace las delicias de los más exigentes. Es cierto que hay inconsistencias narrativas, pero las perdonamos por el resultado final. Uno de los mejores vídeos que me he echado a la cara últimamente y que apenas hace uso de los efectos especiales por ordenador, todo un punto a su favor.

"Storm of the blades" (2005) rebaja un poco el nivel, con una historia menos definida y más centrada en lo visual, pero que no llega ni en esto a los parámetros de su predecesor. Hay menos magia y más espadas al viento (y hachas, y flechas, y...). Aún así, supera con creces a la mayoría de los vídeo-clips que deambulan por este mundo. Imagino que, a estas alturas, ya estarán preparando una nueva obra videográfica, pues el catorce de febrero de 2007 editaban su último trabajo, Evernight.

Eso sí, sólo recomendable para los más fanáticos de la saga tolkieniana, porque el que quiera variedad que se vaya a un todo-a-cien, que en los discos de los fineses no la van a encontrar. ¿Serán acaso los efectos de un virus experimental injertado en las páginas de las sucesivas ediciones de todo lo relacionado con Tolkien? Porque si es así que dejen de llamarlo "experimental", ya que funciona de miedo. Si vas a Finlandia, por favor, llévate un parchís o una baraja española y enséñales a jugar al mus o a la oca, diles a los grupos de jóvenes aburridos que hay vida más allá de los duendes, gnomos, dragones, elfos y demás. Ah, y si ves que te habla un ent o un orco se te cruza en una mañana oscura, no te preocupes, son músicos que van o vienen del local de ensayo; si no los entiendes, no es que no sepas finés, sino que te hablan en élfico, el idioma más utilizado por aquellos lares. De verdad, el mus es más sano, házselo saber, así como que Mordor no está al sur de Europa y que el Monte del Destino se llama en realidad Mulhacén; y si no cuela, que se dediquen a realizar cortos de fantasía, que eso lo hacen muy bien.


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