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Juan Manuel MartínezMúsica para el fantástico
Hangar 18
Juan Manuel Martínez

 


Alien vs. Gauntlet

Path of NailsNo es otra versión extraña de aquel mítico videojuego de Atari (la de horas que pasamos dando vueltas por esas mazmorras plagadas de fantasmas, llaves, brujos y demás, en fin); tampoco se trata de la nueva secuela del bicho baboso por excelencia ni nada parecido. Todo tiene una explicación en este destartalado hangar, aunque sea increíble, inverosímil y totalmente inadmisible, el caso es que goce de mucho "in" al principio.

Para empezar, Gauntlet es una formación madrileña con vocalista búlgaro (Ivo Galenov) que lleva funcionando en esto del heavy metal desde 1998 gracias a la constancia, el buen hacer musical de sus componentes y el esfuerzo que implica dedicarse al negocio musical en este país. Daniel Millán (guitarra y único miembro fundador que queda) y Miguel Rocha (guitarra), lideran una formación con tintes de power metal americano que ya tiene a sus espaldas un Lp, varias demos y recientemente ha editado un Ep que puedes conseguir por internet y que a más de uno nos hace recordar las pesadillas salidas de la mente de H.P. Lovecraft al mirar su portada. No quiero olvidarme de Alejandro Martínez (batería) y Santiago García (bajo), que completan el line-up más estable de la banda hasta el momento. Gauntlet son un grupo que ha sabido combinar la calidad, la dureza y el buen humor en todo su trabajo (impagable el montaje fotográfico que tienen vestidos de Power Rangers en la demo donde grabaron la versión de la conocida serie o la banda paralela de varios de sus componentes: Los Solfamidas) además de ganarse un puesto de honor en este hangar al ser la primera referencia nacional que te doy a conocer.

¿Por qué? Sencillamente porque en su disco Path of Nails (2005) nos regalan una suite en tres partes sobre la saga Alien:

"A.I: Mother - A.II: Nostromo - A.III: Acheron (LV 4-26)"

Gauntlet refleja musicalmente las vicisitudes de la teniente Ellen Ripley a lo largo y ancho de las dos primeras entregas de la saga (las únicas que merecen la pena, la verdad). Abren el experimento con una instrumental en homenaje a la simpática IA que controlaba el ya mítico carguero comercial Nostromo, que da título a la segunda parte de la trilogía y donde Ivo ya nos relata (en inglés, eso sí) lo acaecido en Alien, el octavo pasajero, pleno de poesía y rabia a partes iguales. En el último gajo, el combo madrileño nos sumerge en el maremagnum de babas, ácido y múltiples apéndices bucales que aparecen en Aliens: el regreso. En esta ocasión Ivo se acompaña de Nacho Ruiz, cantante del grupo Arwen, para dar una última pincelada a los ritmos variados, guitarras hiperespaciales, incubaciones sónicas y frenesí alienígena que impregnan esta curiosa revisión de los filmes de Ridley Scott y James Cameron. Como ves, amantes de la ciencia-ficción cinematográfica de la mejor calaña, Gauntlet rinden un homenaje al género desde la perspectiva musical que un estilo como el heavy metal o el rock en general pueden ofrecer.

Sin embargo, como te conozco ya, me harás notar que la literatura no aparece por ningún lado hoy. Nada de eso, pero es que las cosas hay que racionarlas so pena de que algún bicho aracniforme y de parasitarias costumbres se te atragante en el gaznate. Eso sí, antes de descubrir el misterio, debo decir que obvio las adaptaciones novelescas de Ann Carol Crispin y escalofríos de ese estilo, por si acaso alguien moviliza legiones de aliens con pancartas para manifestarse por no haberla nombrado.

El misterio reside en que, y haciendo más transbordos de género que para moverte de Pitis a Parque de Lisboa en metro, nos encontramos con que Alien, el octavo pasajero es una muy, muy libre adaptación de la novela del polaco conocido como Joseph Conrad, La línea de sombra (1917). Una historia acerca de la travesía del protagonista a través de la adolescencia hacia la madurez en un entorno marítimo claustrofóbico y de prodigiosas sorpresas. Es más, las referencias a la obra de Conrad son habituales a lo largo y ancho del film, como el nombre de la nave espacial, Nostromo, que nos remite directamente a la novela homónima de 1904; o bien el nombre del módulo en el que Sigourney Weaver (E. Ripley) escapa al final de la película: Narcisus, en homenaje a la novela El negro del Narcisus (1897). Joseph Conrad, además, posee otras adaptaciones cinematográficas de sus obras, siendo las más conocidas: Los duelistas (Ridley Scott, 1977), Lord Jim (Richard Brooks, 1965), Sabotaje (Alfred Hitchcock, 1936) o la archiconocida adaptación de la novela El corazón de las tinieblas (1899), Apocalipsis Now (Francis Ford Coppola, 1979).

Lo ves, alma desconfiada, cómo se puede uno dar una vuelta por los mares del sur a la vez que, tras asistir a una sesión musical llena de potencia en Madrid a cargo de Gauntlet, abordar un carguero espacial rumbo a planetas y asteroides desconocidos y plagados de una raza alienígena con más mala leche que uno de los tipos de 28 días después tras perder su equipo la final de la Champions Zombie League. Por cierto, tengo el teclado lleno de unas babas sospechosas y el pecho, últimamente, como que me duele un poco...


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