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Santiago EximenoJuegos de mesa y rol
Ludoteca
Santiago Eximeno


Juegos con historia (IV)

Lunch Money

Duele, ¿verdad? Esa es la pregunta que debes hacerte cuando golpees a una de las otras niñas, cuando te ensañes con ella a puñetazos, a patadas. Esa es la pregunta que debes hacerte cuando estrelles tu martillo contra su cabeza, cuando la apuñales, cuando la humilles. Porque esas niñas son malas, esas niñas quieren el dinero que tu mamá te ha dado para comprarte la comida y tú no estás dispuesta a compartirlo con ellas. Deja que se burlen, deja que se rían, deja que intenten hacerte daño. Si se atreven.

Lo cierto es que se atreverán, porque en Lunch Money, como en cualquier juego violento que se precie de serlo, sólo puede quedar uno en pie. Lunch Money es un juego violento, muy adictivo, en el que los jugadores encarnan el rol de una niña pequeña, digamos de unos cinco, seis años de edad, que se enfrenta en el patio del colegio a sus compañeras de clase por el dinero de la comida que cada una ha recibido de sus padres. Así contado uno esperaría un juego infantil, sencillo, para pasar un rato divertido y olvidarlo en un cajón a las pocas semanas. Sin embargo Lunch Money es mucho más que eso. Lunch Money es una lucha a vida o muerte, descarnada, que no deja resquicio alguno para la piedad.

Diseñado en 1996 por Charlie Wiedman [1] para Atlas Games, Lunch Money se convirtió en uno de los juegos de cartas del año. Y no debe su fama a una mecánica asombrosa (que no la posee, pues no es más que la enésima variante Dvorak [2]) ni a un sistema de juego especialmente brillante, sino a la asombrosa mezcla de su temática y su estética. Es la conjunción de ambas lo que convierte a Lunch Money en uno de esos juegos imprescindibles en cualquier reunión informal. Si la temática no resulta demasiado convincente descrita en palabras, cuando uno sostiene entre sus manos las cartas -fotografías que Andrew Yates ha hecho de su hija Anna de seis años, retocadas y convertidas en pequeñas obras de arte macabro-, no puede reprimir un escalofrío de satisfacción, pues sabe que se encuentra ante un juego especial, uno de esos que no se ven muy a menudo. Cada carta es una delicia para los sentidos, y al mismo tiempo deja una sensación incómoda, desasosegante. Una vez que has visto las cartas, sabes que debes jugar una partida. Es necesario.

Lunch Money no decepciona una vez se reparten las cartas y comienza la partida. La mecánica es sencilla: varios jugadores -dulces niñas pequeñas- luchan por ser los últimos que queden en pie, atacándose unos a otros con diferentes cartas que pueden combinarse de varias maneras para crear combos que causen más daño al rival, y defendiéndose de igual manera con cartas específicas. Si bien en las primeras partidas los combos pueden resultar confusos, con jugadores experimentados la partida gana muchos enteros. Cada jugador -cada pequeña niña desvalida- posee quince monedas para su comida, que representan sus puntos de vida. Cuando se acaban, la niña queda -según dicen las reglas- inconsciente, y debe abandonar el juego. Los diferentes tipos de cartas (ofensivas y defensivas) tienen en común las excelentes fotografías que las ilustran, así como pequeñas frases impresas en cada una de ellas que proporcionan un punto más de atmósfera a un juego que bebe de ella. Y bebe de esa atmósfera porque una de las mayores satisfacciones que proporciona este juego es sumergirse en él interpretando un personaje. La niña empollona, la niña llorona, la niña gorda... Características que luego deben ser explotadas con una carta de humillación, uno de los grandes aciertos de Lunch Money.

Ocho años después de la publicación del juego Charlie Wiedman volvió a reunirse con Yates para concebir una nueva entrega: Beer Money. Sin embargo esta segunda parte nada aporta en jugabilidad al original, y aunque las fotografías que ilustran las cartas siguen resultando perturbadoras -Yates repite estilo y modelo, aunque su hija tiene ya catorce años- han perdido algo de fuerza al alejarse de la infancia como icono violento. Está disponible también una extensión del juego original, Lunch Money: Sticks and Stones, muy recomendable, que incluye la carta más hermosa de toda la colección: "Imaginary Friend".

En definitiva, un juego adictivo, orientado a la interacción violenta entre los jugadores, que siempre provoca sonrisas y odios, y que merece la pena tener aunque sólo sea por las excelentes ilustraciones de las cartas. 

Enlaces:

Lunch Money

http://www.boardgamegeek.com/game/228

Lunch Money : Sticks and Stones

http://www.boardgamegeek.com/game/9665  

Beer Money

http://www.boardgamegeek.com/game/9787

Atlas Games

http://www.atlas-games.com

Andrew Yates

http://www.andrewyates.com

Charlie Wiedman

http://www.ruffhousin.com

Sistema Dvorak

http://www.dvorakgame.co.uk

Todas las imágenes © Atlas Games

Notas:

[1] Lunch Money es, junto a su secuela, Beer Money, el único juego que ha diseñado Charlie Wiedman, involucrado ahora en proyectos cinematográficos con su productora Ruff House

[2] Popular sistema de juego de cartas basado en "robar y jugar"

 


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