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Alberto García-TeresaCf sociopolítica
Mundo Espejo
Alberto García-Teresa

Ángel Padilla
Mundo al revés: el hombre bajo el yugo animal

Biblioteca general

Corona del Sur, 2003

Mundo al revésLo político no sólo está presente en la manera en la que nos relacionamos con otros seres humanos, en cómo organizamos dicha vinculación, cómo configuramos nuestra filosofía o en la articulación del día a día de cualquier hombre dentro de una sociedad. En lo político también se incluye la forma de observar nuestro medio natural y de desenvolvernos en él.

El poeta Ángel Padilla aborda esa relación entre humanos y el resto de los animales en la novela corta Mundo al revés, una interesante y sugestiva obra que busca, en palabras del crítico Manuel García Viñó en el prólogo, ser "una sacudida dada a las conciencias desde el amor a los animales". El libro, con escasa distribución, ha pasado desapercibido para el público del género (yo debo al gran Antonio Orihuela mi ejemplar), y seguramente también para el general, y sería necesaria una reedición con una mejor distribución.

El texto busca hacernos reflexionar sobre el uso, abuso y trato y maltrato de animales y su papel en la sociedad humana desde la alteridad más directa; aquélla que tan sólo la ciencia-ficción es capaz de construir: el autor plantea un mundo futuro donde humanos y animales han intercambiado sus roles. Se trata, efectivamente, de un mundo al revés.

Aunque puede relacionarse, a priori, con una fábula (de hecho, se abre el volumen con una cita de La Fontaine muy apropiada: "me valgo de los animales para instruir a los hombres"), lo cierto es que la novela supera los esquemas del relato moralizante de animales para construir una verdadera narración rica, sugerente y, sobre todo, de un nivel lírico y de una potencia visual sobresaliente.

Padilla crea un mundo de gran fuerza imaginativa, sólido, que se ubica treinta años en el futuro (no es, por tanto, una mera alegoría sino una proyección), y que se fundamenta en la crisis humana, que provoca una "inversión mundial". Así, los seres que son cazados por diversión, que se exhiben en el circo, en el zoo o como mascotas domésticas, los que son empleados en granjas, en la industria alimentaria o para la experimentación científica son hombres, mujeres, niños y niñas; y las manos que los alimentan son pezuñas y garras.

El autor humaniza brillantemente a los animales, dotándoles por completo de sentimientos, pensamientos y personalidad humanas, aunque manteniendo sus particularidades animales, en un equilibrio singular y muy bien resuelto. De esta manera, su brutalidad con los humanos nos desconcierta, pero ésa es la intención del autor; poner de manifiesto lo irracional y deshumanizado de esas actitudes.

La identificación con los humanos perseguidos, torturados y asesinados provoca el rechazo inmediato del lector y que su percepción de la crueldad, subjetivamente, aumente. Pensamientos como "sabía que los seres humanos no sufren, o sufren menos y se quejan debido a un simple mecanismo de supervivencia" disparan nuestra alarma. Ahora bien, el escritor nos hace recapacitar sobre qué ocurre si cambiamos "seres humanos" por alguna otra especie animal. ¿Qué pasa entonces? Los argumentos que minimizan el daño de las agresiones sobre los animales (que éstos no sienten dolor, que no sirven para otra cosa, que si no se extinguirían, etc.) cobran una inquietante dimensión cuando se invierten los papeles.

De este modo, Padilla consigue su objetivo, y lo logra porque emplea una técnica narrativa de fantasía muy simple pero espléndidamente aplicada, y sabe cómo tocar y manejar la emotividad del lector.

HUMANO FUTBOLISTA (Humanus Saltus)
Vive en campos de fútbol y sobre el césped se aparea. De día juega con la pelota y de noche duerme. Llega a pesar hasta 90 kg
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Pero el autor también critica, mediante la ironía patente en algunos pasajes, otros aspectos de los humanos. Al mostrar diferentes clases de hombres animalizados, caricaturiza costumbres y tipos sociales. El más hilarante es el "humano futbolista", un varón reducido a una mascota doméstica enjaulada con su balón, su equipamiento y su portería que, frenéticamente, no para de entrenarse.

Esa comicidad, al mismo tiempo, consigue rebajar el tono dramático de la novela por unos momentos, evitando así abrumar y saturar al lector.

La inversión igualmente es utilizada para intensificar el lirismo de la narración. De esta manera, por ejemplo, el cielo "musica" en vez de ser silencioso, o los colores llamativos y hasta extravagantes suplen los verdes y marrones de los bosques. El texto y la trama avanzan trufados de una prosa poética, repleta de imágenes y metáforas brillantes, mayoritariamente sensoriales, concéntricas al mundo natural, que están tan adheridas a la estructura de la novela como la propia tesis.

En el último tramo del libro se introduce una consideración distópica que alerta sobre la marcha actual de la ciencia y la genética. Sin embargo, el resultado es demasiado inverosímil desde el punto de vista lógico como para producir en el lector una relación causa-efecto (desde el punto de vista narrativo, son elementos de fantasía, que capturan por su fuerza poética e imaginativa). La advertencia queda expuesta, pero la novela no funciona desde esa perspectiva.

Igualmente, cabe achacarle al volumen que sus personajes son demasiado planos y maniqueos; muy prácticos desde el enfoque de tesis pero decepcionantes en el apartado narrativo.

La base de toda su reflexión, explicitada al final de la obra, es la apuesta por la razón, la piedad y el amor frente a la venganza: "la única manera de concienciar a los ejecutores de la muerte era con el ejemplo de la vida, con la compasión, con el amor. De nada valía levantarse en armas contra las armas, porque entonces éstas jamás dejarían de existir". Es más, "el fuego se apaga con agua", no "con un fuego mayor".

Aun así, la novela destila un pesimismo desolador, que se va haciendo más patente conforme avanza la narración. Pero esa voluntad de transformación y esa fe en el amor y la dignidad abren en la mente del lector un espacio cálido y meditativo que, lejos de condenar sin remedio al ser humano, señala los errores que él entiende que ha cometido para que modifique su rumbo y llegue a buen puerto... junto al resto de las especies.

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