Lo
político no sólo está presente en la manera en la que nos relacionamos con
otros seres humanos, en cómo organizamos dicha vinculación, cómo configuramos
nuestra filosofía o en la articulación del día a día de cualquier hombre
dentro de una sociedad. En lo político también se incluye la forma de observar
nuestro medio natural y de desenvolvernos en él.
El
poeta Ángel Padilla aborda esa relación entre humanos y el resto de los animales
en la novela corta Mundo al revés, una interesante y sugestiva obra que
busca, en palabras del crítico Manuel García
Viñó en el prólogo, ser "una sacudida dada a las conciencias desde el
amor a los animales". El libro, con escasa distribución, ha pasado
desapercibido para el público del género (yo debo al gran Antonio Orihuela mi
ejemplar), y seguramente también para el general, y sería necesaria una reedición
con una mejor distribución.
El
texto busca hacernos reflexionar sobre el uso, abuso y trato y maltrato de
animales y su papel en la sociedad humana desde la alteridad más directa; aquélla
que tan sólo la ciencia-ficción es capaz de construir: el autor plantea un
mundo futuro donde humanos y animales han intercambiado sus roles. Se trata,
efectivamente, de un mundo al revés.
Aunque
puede relacionarse, a priori, con una fábula (de hecho, se abre el volumen con
una cita de La Fontaine muy apropiada: "me valgo de los animales para
instruir a los hombres"), lo cierto es que la novela supera los esquemas
del relato moralizante de animales para construir una verdadera narración rica,
sugerente y, sobre todo, de un nivel lírico y de una potencia visual
sobresaliente.
Padilla
crea un mundo de gran fuerza imaginativa, sólido, que se ubica treinta años en
el futuro (no es, por tanto, una mera alegoría sino una proyección), y que se
fundamenta en la crisis humana, que provoca una "inversión mundial".
Así, los seres que son cazados por diversión, que se exhiben en el circo, en
el zoo o como mascotas domésticas, los que son empleados en granjas, en la
industria alimentaria o para la experimentación científica son hombres,
mujeres, niños y niñas; y las manos que los alimentan son pezuñas y garras.
El
autor humaniza brillantemente a los animales, dotándoles por completo de
sentimientos, pensamientos y personalidad humanas, aunque manteniendo sus
particularidades animales, en un equilibrio singular y muy bien resuelto. De
esta manera, su brutalidad con los humanos nos desconcierta, pero ésa es la
intención del autor; poner de manifiesto lo irracional y deshumanizado de esas
actitudes.
La
identificación con los humanos perseguidos, torturados y asesinados provoca el
rechazo inmediato del lector y que su percepción de la crueldad,
subjetivamente, aumente. Pensamientos como "sabía que los seres humanos no
sufren, o sufren menos y se quejan debido a un simple mecanismo de
supervivencia" disparan nuestra alarma. Ahora bien, el escritor nos hace
recapacitar sobre qué ocurre si cambiamos "seres humanos" por alguna
otra especie animal. ¿Qué pasa entonces? Los argumentos que minimizan el daño
de las agresiones sobre los animales (que éstos no sienten dolor, que no sirven
para otra cosa, que si no se extinguirían, etc.) cobran una inquietante dimensión
cuando se invierten los papeles.
De
este modo, Padilla consigue su objetivo, y lo logra porque emplea una técnica
narrativa de fantasía muy simple pero espléndidamente aplicada, y sabe cómo
tocar y manejar la emotividad del lector.
HUMANO FUTBOLISTA (Humanus Saltus)
Vive en campos de fútbol y sobre el césped se aparea. De día
juega con la pelota y de noche duerme. Llega a pesar hasta 90 kg.
|
Pero
el autor también critica, mediante la ironía patente en algunos pasajes, otros
aspectos de los humanos. Al mostrar diferentes clases de hombres animalizados,
caricaturiza costumbres y tipos sociales. El más hilarante es el "humano
futbolista", un varón reducido a una mascota doméstica enjaulada con su
balón, su equipamiento y su portería que, frenéticamente, no para de
entrenarse.
Esa
comicidad, al mismo tiempo, consigue rebajar el tono dramático de la novela por
unos momentos, evitando así abrumar y saturar al lector.
La
inversión igualmente es utilizada para intensificar el lirismo de la narración.
De esta manera, por ejemplo, el cielo "musica" en vez de ser
silencioso, o los colores llamativos y hasta extravagantes suplen los verdes y
marrones de los bosques. El texto y la trama avanzan trufados de una prosa poética,
repleta de imágenes y metáforas brillantes, mayoritariamente sensoriales, concéntricas
al mundo natural, que están tan adheridas a la estructura de la novela como la
propia tesis.
En
el último tramo del libro se introduce una consideración distópica que alerta
sobre la marcha actual de la ciencia y la genética. Sin embargo, el resultado
es demasiado inverosímil desde el punto de vista lógico como para producir en
el lector una relación causa-efecto (desde el punto de vista narrativo, son
elementos de fantasía, que capturan por su fuerza poética e imaginativa). La
advertencia queda expuesta, pero la novela no funciona desde esa perspectiva.
Igualmente,
cabe achacarle al volumen que sus personajes son demasiado planos y maniqueos;
muy prácticos desde el enfoque de tesis pero decepcionantes en el apartado
narrativo.
La
base de toda su reflexión, explicitada al final de la obra, es la apuesta por
la razón, la piedad y el amor frente a la venganza: "la única manera de
concienciar a los ejecutores de la muerte era con el ejemplo de la vida, con la
compasión, con el amor. De nada valía levantarse en armas contra las armas,
porque entonces éstas jamás dejarían de existir". Es más, "el
fuego se apaga con agua", no "con un fuego mayor".
Aun así, la novela destila un pesimismo desolador,
que se va haciendo más patente conforme avanza la narración. Pero esa voluntad
de transformación y esa fe en el amor y la dignidad abren en la mente del
lector un espacio cálido y meditativo que, lejos de condenar sin remedio al ser
humano, señala los errores que él entiende que ha cometido para que modifique
su rumbo y llegue a buen puerto... junto al resto de las especies.
Archivo de Mundo Espejo
|