Cine clásico y actual
Pantalla de Sueños
La reina de los condenados
Michael Rymer
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Título original: Queen of the Damned
Hace un par de meses pude asistir a la Muestra de Cine Fantástico y de Terror que tuvo lugar en la Universidad de Cádiz. Casi todo el cine que se exponía era de los años 20 y 30, con algunas películas de los años 50, y por último algo de anime japonés. Lo curioso es que de las ocho películas que se pudieron ver, tres de ellas eran de Drácula: el Drácula de Bela Lugosi de 1931, la versión hispana rodada con otros actores y que era un poco más fuerte que la de Lugosi (bueno, un "poco más fuerte" en los años 30 es totalmente light hoy en día), y la versión de los 70 con Cristopher Lee en el papel de Drácula (este hombre, a lo tonto a lo tonto, ha pasado por los grandes mitos fantásticos del cine, a saber: Drácula, Star Wars y El Señor de lo Anillos, ya sólo nos falta verle en Matrix).
Lejos de empacharnos de sangre, todos estuvimos encantados con el pequeño homenaje al chupa-cuellos de Stoker (y más de uno habríamos quitado el film Urotsukidoji y habríamos metido Bram Stoker's Dracula). Y es que el mito vampírico tiene algo que sabe capturarnos. Desde el film Nosferatu de 1922, el vampiro no sólo ha sido un monstruo: también se nos ha mostrado como un ser capaz de sentir amor, de morir por amor. De monstruo de leyenda, el cine ha ido poco a poco cimentando la figura del vampiro como un ser romántico y trágico, condenado a la soledad, a maldecir a todo aquel que permanezca a su lado.
En Bram Stoker's Dracula el vampiro es un ser anacrónico, sacado de su tiempo. Su mundo es un lugar en ruinas y plagado de recuerdos, tal y como constatan sus palabras y su nostalgia a lo largo de toda la historia... pero también como constatan las ruinas de su castillo o su cuerpo, envejecido y arruinado. Los vampiros de Anne Rice en sus libros Entrevista con el Vampiro y Lestat el Vampiro tampoco son motores de la historia de la humanidad. A pesar de sus siglos de experiencia no han dominado naciones ni conducido el destino de la humanidad. Son meras sanguijuelas, desgraciados inmortales condenados a adaptarse al ritmo que marca el tiempo mortal. Muchos de ellos ni siquiera son capaces de hacerlo, cayendo en la muerte y la locura.
Hoy el mito del vampiro vuelve a estar de moda. El movimiento "gótico", con una música propia (bastante buena en su vertiente rock), y unas modas y estilos propios que nos permiten ver auténticos aspirantes a vampiros por las calles (los que vivan en Madrid y Barcelona bien sabrán de lo que hablo) han ayudado a forjar una moda que provoca que, cada dos por tres, podamos ver una película nueva sobra vampiros, ya que hay a un público fiel, compuesto principalmente por los aficionados al juego de rol de Vampiro: La Mascarada, los propios "góticos", y los aficionados a las novelas de Anne Rice (por lo general lo uno lleva a lo otro). A resultas de esta moda, encontramos de todo, claro. Películas interesantes como Estirpe de Sangre (con muchas reminicencias al mundo y a la estética de la película Brazil), meros remakes sin gracia como Drácula 2001, o películas para adolescentes como Los Condenados, de la que mejor ni hablamos. También hay cómics, como la serie de La Tumba de Drácula que Planeta deAgostini va a reeditar; o tele-series con una gran calidad como son Buffy Cazavampiros o su hermana Angel.
Y así llegamos a La reina de los condenados. Basada en teoría en la tercera entrega de las Crónicas Vampíricas, la película tiene el gran aliciente de estar respaldada por la pluma de Anne Rice, y el gran inconveniente de no tener a Tom Cruise en el papel de Lestat, como ya le habíamos visto en Entrevista con el vampiro, ni de contar con un presupuesto decente. También hay que reconocer que La reina de los condenados fue una novela bastante floja comparada con sus dos predecesoras. Y a pesar de todo lo que tiene en contra, la película es interesante. Como poco es original, con una buena banda sonora que se sabe amoldar al ritmo de la película excepcionalmente bien. También todo el vestuario, la escenografía, son maravillosamente evocadores. El mundo barroco que conoció Lestat en su juventud se mezcla con el neón y el cristal, las vallas publicitarias y los escenarios de conciertos. Incluso los actores (la mayoría de ellos relativamente desconocidos) hacen un buen trabajo, sobre todo los secundarios, que con tan sólo verles en escena unos segundos están perfectamente caracterizados. Lestat / Stuart Townsend no lo hace mal... pero es que no es Tom Cruise
Y es que la película cumple y muy bien. Leyendas sobre la Reina de los Vampiros, flashbacks que nos devuelven a la juventud de Lestat (posiblemente los mejores momentos de la película), la trágica e imposible historia de amor que le lleva a tener que elegir entre el amor de una mortal (condenada a morir por los años) o Akasha, la reina de condenados. Y montones de pequeños detalles irrelevantes, pero que le dan más juego a la historia: los autorretratos hechos por el vampiro que creó a Lestat, la sociedad secreta que investiga a los no-muertos, la vampira que cuida de sus descendientes mortales desde hace un milenio... Todo ello hace que la película, si bien no pueda compararse con Entrevista con el vampiro, sea totalmente diferente y bastante interesante. Posiblemente sea de las mejores películas de vampiros que hayamos visto en una buena temporada. Claro, yo no soy neutral, a fin de cuentas me encantan los vampiros... pero, ¿a quién no? José Joaquín Rodríguez |
