T. original: Sen to Chihiro no kamikakushi
Año: 2001
Nacionalidad: Japón
Estreno: 25.10.2002
Género: Animación
Duración: 124 min
Director: Hayao Miyazaki
Guión: Hayao Miyazaki
Música: Jo Hisaishi
Montaje: Takeshi Seyama
Premios: Oso de Oro en el Festival de Berlin 2001 a la Mejor Película
Mucho antes de que Bola de Dragón fuera estrenada por las cadenas autonómicas, mucho antes de que Los Caballeros del Zodíaco lucharan por recuperar la Armadura de Oro, la animación japonesa ya arrasaba en España. Heidi y Marco en los 70, o Mazinger Z a principios de los 80 nos mostraron que la animación japonesa vencía con creces a la anquilosada industria de animación yanqui.
Pero lo que realmente marcó un antes y un después fue Akira. Uno estaba acostumbrado al cine de animación de Disney, infantiloide y clásico (sobre todo por aquella época, en 1990), y salvo por excepciones como las películas de Ralph Bakshi uno no esperaba nada "adulto" en un largometraje de dibujitos. Y claro, media España se quedó boquiabierta: una historia increíblemente compleja, con escenas realmente desagradables, en las que se hablaba de sedición política, había un golpe de Estado por parte de los militares... El anime entró fuerte no porque fuera mejor ni peor que lo ya visto, sino porque era completamente diferente.
El anime era diferente, y abarcaba una cantidad increible de temáticas y géneros. Sin embargo, hubo una película que realmente sorprendió entre las primeras que llegaron a España a principios de los 90. Me refiero a Porco Rosso, de Hayao Miyazaki. Yo mismo, que no entiendo demasiado de anime ni de manga, oí hablar hasta la saciedad de esa película. Y si la habéis visto, estaréis de acuerdo conmigo en que es una historia genial, con una animación más que excelente.
Hace unos años, La Princesa Mononoke hizo que volviéramos a oír hablar de Hayao Miyazaki, sobre todo porque la película fue estrenada en los cines. Independientemente de que gustara o no (a mí me gustó, y mucho) posee una calidad sorprendente, y una historia totalmente diferente a lo que uno está acostumbrado a ver.
Y ahora, tras ser premiada en el Festival de Berlin, las salas de cine nos muestran la última obra de Hayao Miyazaki: El viaje de Chihiro, su mejor trabajo sin lugar a dudas. Y es que en unas salas de cine donde todo suena a cine estadounidense (lo cual no es ni bueno ni malo, simplemente que la variedad también agrada), donde las películas cada vez copian más descaradamente y la originalidad se ha perdido, esta reinterpretación de Alicia en el País de las Maravillas no puede dejar de ser vista y aplaudida.
Y es que cuando Chihiro (una niña de unos 12 años) llega a un mundo de magia y mito, donde sus padres son convertidos en cerdos, no tiene más remedio que entrar a trabajar en la casa de baños para dioses que regenta una extraña bruja. Allí irá conociendo toda una serie de personajes que entroncan con la fantasía japonesa, y que nos resultan increíblemente extravagantes y curiosos. A lo largo de la historia, la cobarde niña que era Chihiro irá madurando, consiguiendo amigos y aliados, algunos de ellos de lo más extraño (¡un hamster y una mosca!).
Y todo ellos con una animación deliciosamente cuidada, una banda sonora excepcional de la mano de Jo Hisaishi (que también se encargó de la música de La Princesa Mononoke) y, sobre todo, con una historia muy bien contada, que no adolece de la extrema complejidad de algunas obras del mismo medio, como le ocurría a la propia Akira.
Esta película realmente es una obra maestra, apta para todos los públicos, pero libre de esa capa de ingenuidad y pudor que parece obligatoria en las películas aptas yanquis. Genial, genial, genial.
José Joaquín Rodríguez
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