Título original: Die Another Day
País y Año: EE.UU., 2002
Duración: 135 minutos
Director: Lee Tamahori
Guión: Neal Purvis & Robert Wade
Producción: Barbara Broccoli
Fotografía: David Tattersall
Música: David Arnold
Montaje: Christian Wagner
Intérpretes: Michael Madsen, Will Yun Lee, Judi Dench, Halle Berry, Rosamund Pike, John Cleese, Simón Andreu, Toby Stephens, Pierce Brosnan, Rick Yune
Otra película de James Bond, y ésta encima conmemorando el 40º aniversario de su debut cinematográfico. ¿Qué puede uno esperarse de 007 a estas alturas? Pues lo de siempre: un comienzo a toda caña que da pistoletazo de salida a la peli, un malo muy malo, una chica buena y otra mala, Q quejándose de no dar a basto para coches, M mirando para otro lado ante los métodos de su número 7, y... ¿y Nick Furia?
Pues sí, Nick Furia.
James Bond era el agente secreto ideal, el caballero inglés que podía hacer surf, saltar de un avión y tirotearse con medio ejército que nunca se despeinaba. Y en Marvel Comics pues les tuvo que hacer gracia la idea, porque cogieron a un viejo personaje de la casa, Nick Furia, un militar de la II Guerra Mundial, y lo metieron a agente secreto en una organización súper secreta: SHIELD. Bond y Furia comparten el ser los mejores, los más arriesgados, saltarse las normas y el no envejecer. Desde los años 50, ni uno ni otro han sumado ni una cana de más. Ambos son grandes seductores, grandes aventureros, y sus aventuras eran geniales.
Pero mientras Mr. Bond se anquilosó, y sus películas ni avanzaban ni retrocedían un ápice, Furia tuvo la suerte de vivir una de sus mejores sagas: Nick Furia vs. SHIELD, donde nuestro agente secreto en particular era dado por traidor, se fugaba de su agencia, descubría un complot a escala mundial y lograba (evidentemente) desbaratarlo todo en el último momento... aunque en el camino las pasó canutas.
Y no me extrañaría que los guionistas de esta nueva historia de 007 hayan leido esos comics, porque Muere otro día es un cómic hecho película, con numerosas escenas de la saga mencionada, de sus villanos y sus situaciones retratadas. Y la película no está nada mal, se mete de lleno en el mundo de los superhéroes intentando no decirlo claramente. Y es que el villano de la película tiene su propio disfraz de supervillano, muy remozado de traje hi tech, eso sí. Combates a espada, uniformes, rayos láser que desde el espacio destrozan la tierra de igual manera que casi 15 años atrás ocurriera en Akira...
Esta película es original, desde un principio, porque vemos cosas que uno no espera encontrarse en una película de Bond. Nuestro personaje es capturado y torturado, traicionado y considerado un estorbo por su propio gobierno. Se ve obligado a escapar: de Hong Kong a la Habana (bueno, a mi me recordaba más a Cádiz), a Inglaterra, a Islandia... una carrera contrarreloj antes de que sus propios compañeros le encuentren y le capturen. Esta vez no hay alta tecnología, esta vez no hay coches con ametralladoras, ni rayos láser escondidos en la pluma. Y mientras tanto, un enemigo en las sombras al que Bond no alcanza a descubrir hasta muuuy avanzada la película, con un guantelete de energía igualito al del Barón Struker de los comics.
De compañera, Bond vuelve a tener a varias mujeres, entre ellas la misteriosa Jinx, que uno realmente no sabé de qué bando está, y que tiene una personalidad realmente interesante. La propia película te da a entender que es una 007 en femenino (y eso significa que también es peligrosa, que es una experta en casi todo, y que no gusta de dormir sola).
Y mucho más. Algunas situaciones cómicas, el director quedándose en una ocasión con todos nosotros al hacernos creer (muy verazmente) que morían varios personajes secundarios clásicos, y unos efectos especiales que chupan mucho de Matrix, incluidas unas gafas de realidad virtual que dan de sí hasta para hacer el chiste final de la película.
En fin: una película con aires nuevos. Es el Bond de siempre, pero en situaciones en las que nunca esperamos verle. Realmente Brosman no mentía al decir que no pudo resistirse a este guión antes de retirarse como Remington... digoooo, como James Bond.
José Joaquín Rodríguez
|