Título original: The Return of the King
Año: 2003
Director: Peter Jackson
Actores: Elijah Wood (Frodo Bolsón), Ian McKellen (Gandalf), Liv Tyler (Arwen Undomiel), Viggo Mortensen (Aragorn), Sean Astin (Samsagaz 'Sam' Gamyi), Cate Blanchett (Galadriel), John Rhys-Davies (Gimli), Billy Boyd (Peregrin 'Pippin' Tuk), Dominic Monaghan (Meriadoc 'Merry' Brandigamo), Orlando Bloom (Legolas Hojaverde), Hugo Weaving (Elrond), Sean Bean (Boromir), Ian Holm (Bilbo Bolsón), Marton Csokas (Celeborn)
La batalla está perdida.
Mordor arrasa todo a su paso hacia el oeste, y sólo Minas Tirith se le interpone. Orcos, trolls, legiones del este y piratas del sur dirigidor por el Rey Brujo de Angmar se enfrentan con los soldados de la vieja Gondor, con los niños obligados a portar armas, con los pocos rohirrim que han sido reclutados a toda prisa.
La única esperanza que les queda a los hombres es que Frodo destruya el Anillo Único, aunque para ello deba atravesar el antro de Ella-Laraña, las legiones oscuras de Mordor, el inquisitivo ojo de Sauron, y la maldad de Gollum. El camino hacia la victoria parece imposible, y tiene un precio muy alto: reyes, soldados y amigos morirán.
Realmente, El retorno del rey tiene un aire de pesimismo y desolación, apenas percibido en la primera parte, algo marcado en la segunda entrega, y que en esta ocasión domina toda la película. Pero si hay que morir, se morirá luchando. Los protagonistas sacarán valor de donde menos lo esperaban (especialmente los hobbits), y sus vidas tomarán rumbos que a uno le sorprenden y emocionan incluso si hemos leído el libro.
Esta película (y las anteriores también, sobre todo si vemos las versiones extendidas) no sólo reproduce la historia del libro, sino que hace que uno se estremezca en ciertos momentos. No me refiero sólo a las batallas, aunque por supuesto éstas son nuevamente espectaculares, sino a los pocos momentos de calma que la película ofrece. Las lealtades que renacen, las traiciones que se producen... son las del libro, y a la vez son diferentes. La película tiene un lenguaje y un ritmo propios, que rompen con el libro (para bien, a mi parecer) y que permite jugar con el espectador. Los personajes parecen morir para sobrevivir a la siguiente escena, o a la inversa. Los momentos de máximo clímax son interrumpidos por nuevas escenas que, con bastante maldad, nos dejan expectantes. Así que, por extraño que parezca, tres horas y media de película se acaban haciendo increíblemente cortas.
¿Faltan escenas del libro? Por supuesto. Algunas seguro que aparecerán en la versión extendida, y otras aportaban ya muy poco a la historia. Se evita caer en la repetición, en enseñarnos cosas que ya hemos visto en otras películas... y es muy de agradecer.
¿Cambian escenas del libro? Pues sí. Pero no son cambios significativos. Que nadie se eche las manos a la cabeza, porque los rumores de una Arwen guerrera matando Nazguls, un Gimli que muere "por la cara", o un Tom Bombadil cantando sin venir a cuento eran rumores estúpidos. Tolkien hizo un buen trabajo con este último libro (el más épico de todos) y Peter Jackson no quiere contarnos su propia historia, simplemente adaptar a la pantalla tan bien como se puede el trabajo de Tolkien. Quizá por eso nos sorprende encontrarnos en esta película escenas como el auténtico orígen de Gollum, que nos permiten entender ahora y no antes a uno de los mejores personajes de la obra. Y es que Gollum está genial, inmejorable.
Leí las novelas hace ya algún tiempo, pero no creo que nadie que no las haya leído tenga problemas para entender la película (siempre y cuando haya visto las anteriores partes, claro). Es una continuación muy digna, triste y alegre a la vez. Cuando veamos personajes que nos caían tan bien morir, por un lado nos enojaremos, y por otro aceptaremos la crueldad de la guerra y de los sacrificios que son necesarios en ella. Con un final bello, melancólico, dulce y amargo a la vez. Pero es que ya lo dice Frodo: "Las historias no tienen un final, siempre continuan en quienes nos rodean".
Y si tenéis suerte, os toparéis con gente disfrazada de elfos, hobbits y gondorianos en los cines. ¿Alguien se imaginó que algo así pudiera ocurrir hace diez años?
José Joaquín Rodríguez
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