Nacionalidad y año: EE.UU., 2003
Directores: Andy y Larry Wachowski
Actores: Keanu Reeves, Laurence Fishburne, Mary Alice, Tanveer Atwal, Helmut Bakaitis, Monica Bellucci, Daniel Bernhardt, Rachel Blackman, Ian Bliss, Essie Davis, Nona M. Gaye, Lachy Hulme, Christopher Kirby, Peter Lamb, Nathaniel Lees, Harry J. Lennix, Robert Mammone, Matt McColm, Carrie-Anne Moss, Tharini Mudalair, Robyn Nevin, Sing Ngai, Genevieve O'Reilly, Harold Perrineau Jr., Jada Pinkett Smith, Adrian Rayment, Neil Rayment, David Roberts, Bruce Spence, Gina Torres, Clayton Watson, Hugo Weaving, Bernard White, Lambert Wilson, Anthony Wong
Productores: Grant Hill y Joel Silver
Guión: Andy Wachowski y Larry Wachowski
Fotografía: Bill Pope
Música: Don Davis
La siguiente historia, no sé si les sonará, va de un chico normal (igualito que nosotros o nuestro vecino de arriba) algo aburrido de la vida, que no cuadra muy bien en este mundo. A lo mejor no se amolda a su época, o tal vez siente que está destinado a ser algo más que una persona corriente. Hasta ahí, todo normal, pensarán ustedes.
Pero, por diversos azares del destino (que puede ser desde que su familia sea asesinada por hombres malvados hasta que le quieran reclutar todos los bandos), se da cuenta que él tiene la llave para salvar a todo el mundo. A lo mejor todo el mundo es una ciudad, o un planeta, o la galaxia entera. Y claro, imagínense a ese pobre chico hasta hace poco tan normal, intentando afrontar su nueva situación.
Por si eso no fuera poco, parece que todos esperan mucho de él. Y es que poco a poco descubre que es especial. A lo mejor puede usar el poder de su mente, o ver el futuro, o pelear mejor que un malo de Bruce Lee. Sea lo que sea, el chico va descubriendo poco a poco su fuerza interior. Y encima se enamora de la chica buena, vaya maravilla.
Y llegado el momento, se enfrenta al enviado del malo. Y todos estamos esperando ya que venza. Pero que va, al pobre le meten una paliza que le dejan hecho un cirio. Y cuando ya nadie da un duro por él, algo despierta en su interior, salva a la chica, al universo, mata al malo y encima nos deja a todos con la boca abierta.
Posiblemente les suene la historia, ¿no? A lo mejor el chico es Paul Atreides, o Luke Skywalker, o Neo, o incluso es una chica pija llamada Buffy Summers. El caso es que la historia les suena, les gusta, y por más que la hayan visto una y otra vez seguirán emocionándose cuando un nuevo personaje, con un nuevo poder y una nueva responsabilidad, nos deje sin aliento en el último momento.
El problema es que tras ver Matrix, la primera entrega de la trilogía, sabemos que el personaje de Neo ya ha pasado por todas estas situaciones. Sabemos que es Elegido, sabemos que sus poderes han despertado, sabemos que salvará a toda la humanidad... y lo más importante: cuando acaba la película sabemos que sólo será cuestión de tiempo que lo consiga.
¿Y ahora qué contamos en la segunda entrega? ¿Más de lo mismo?
Yo sé que a mucha gente Matrix Reloaded, la segunda entrega no les gustó porque era muy diferente, porque su final era totalmente arbitrario, y porque uno no terminaba de entender muy bien qué diantres había pasado. Y es que la segunda y la tercera película están pensadas para ser vistas una detrás de otra.
Recapitulemos.
Cuando vemos la segunda entrega, Neo ya es el Elegido. Rompe la realidad de Matrix como si fuera un hacker o un mesías, y le gusta hacerlo. Puede vencer a cualquier enemigo, y sabe que sólo es cuestión de tiempo el conseguirlo. De hecho, en Sión, la ciudad de los humanos, empieza a ser adorado como un salvador.
Sión es una ciudad horrible. Y es que no es el paraiso que habíamos idealizado en la primera entrega de la saga, sino un lugar lleno de máquinas rudimentarias, de gente sucia, tan humanos como podemos ser cualquiera. En Sión no nacen héroes, sólo simples personas. Y aunque existe miedo porque un ejército de máquinas intenta destruir Sión, todos saben que Neo les salvará.
Pero vaya por donde, aparece otra vez Smith, que ha sobrevivido a su "contacto" con Neo, y ahora va infectando Matrix y buscando la muerte de Neo por puro odio. Lo arrasa todo a su paso, y cada vez es mayor y más poderoso, hasta el punto de infiltrarse entre los humanos de Sión y provocar una primera derrota frente a las máquinas.
Y a nosotros nos encanta, porque sabemos que Neo siempre gana, porque sabemos que por muy explosiva que sea la película Neo va a ganar para nosotros y para Sión. Y nos aburren los combates que luchan, y los intentos de los "malos" por retenerles, porque todo el rato sabemos que ése es su destino. La gente actua "como debería de actuar", y es que el destino de Neo es demasiado fuerte.
Sólo nos preocupa una cosa, y es que hablan constantemente de que no existe la elección, sino solamente una serie de causas. Que no podemos aspirar a elegir lo que hacemos, simplemente a entender por qué lo hacemos. Y desde ese punto de vista Neo nos da algo de pena, porque por muy bueno que sea, por muy Elegido que nos resulte, se nos antoja como un personaje más de una partida de ajedrez donde, por muy poderoso que sea, no deja de ser una pieza. Y si a eso le sumamos que se habla continuamente de "sus predecesores" uno empieza ya a pensar que aquí pasaba algo raro.
El clímax de la película es cuando Neo y el Arquitecto dialogan. Cuesta un poco entenderlo, o al menos a mi me costó algo, pero es que nadie dijo que las películas de ciencia-ficción fueran fáciles de ver (y si no, ponedle a una maruja Blade Runner y a ver si entiende algo). En ese momento, tras animarnos a pensar todo el rato que Neo es el campeón de la humanidad, el Arquitecto nos dice que solamente es una forma de controlar a la humanidad, de darles una esperanza, y luego todo vuelve a empezar pasado un tiempo. Así que es normal que haya habido otros Neos: la historia se repite cíclicamente desde nadie sabe cuándo.
Cuando fui al cine a ver Matrix Revolutions, la nueva entrega, reconozco que ya no sabía ni lo que iba a ver. Todos habíamos especulado: que si Neo tiene un hijo, el auténtico Elegido, que si las máquinas vencen, que si los humanos pierden, que si happy end, que si película de peleítas, y un largo etcétera de suposiciones que no acertamos ni en broma. Y eso es una cosa que admiro de Matrix: ninguna de las películas me ha aburrido, porque siempre ha ocurrido algo que ha hecho que todo lo que yo creía se fuera al traste.
Esta película es la más fácil de entender, y a la vez la más compleja. Fácil porque hay acción, porque las cosas pasan a un ritmo frenético pero comprensible. Y difícil porque no hay respuestas simples. ¿Recordáis cuando nos preguntaba la publicidad, hace ya tantos años, qué es lo que era Matrix? ¿Acaso era un mundo real, o acaso una ilusión? ¿Una prisión, o un refugio para aquellos que no aceptarían el mundo real? Pues la misma duda nos surge en esta película: ¿qué es Neo? ¿Un programa informático, o el salvador de la humanidad? ¿Que es Smith, un virus o acaso el anti-Neo, la némesis de todo, la muerte de la individualidad? Y es que son ambas cosas, según desde que punto de vista miremos la historia.
Aunque la película empieza siendo muy floja, a cada minuto, a cada escena, la historia alcanza niveles épicos. Desde la batalla por Sión, que realmente es una gozada de efectos especiales, y que tiene momentos muy interesantes al ver la batalla desde el punto de vista de personajes que ya conocíamos de la segunda entrega (especialmente Chico, que gana mucho protagonismo).
Por otro lado, Morfeo y la última nave de Sión avanzan al rescate de su pueblo, con la seguridad de que la batalla puede estar perdida incluso si llegasen a tiempo. La película cada vez se vuelve más desesperada, más pesimista.
Y Neo y Trinity se lanzan hacia la Ciudad de las Máquinas. Intentarán una tregua imposible para detener a Smith antes de que controle Matrix y destruya tanto a hombres como a máquinas. Y es aquí cuando Neo se convierte realmente en el mesías. Perderá la vista (como Sansón en el Antiguo Testamento, como Siryu en Saint Seya, como Paul Atreides en la segunda novela de Dune...) y será así como despierte su máximo poder. El enfrentamiento con Smith ya no será entre hombre y máquina, sino entre dioses. Y es que es espectacular.
Y el final es... pues extraño. No es un final para nada cerrado, y quizás ése sea el gran logro de Neo: la historia por primera vez en siglos (¿tal vez milenios?) logra no repetirse. Y nadie sabe qué pasará mañana, nadie sabe qué podrá ocurrir dentro de uno o cien años. Pero esa ha sido su elección, y la incertidumbre es el precio de la libertad.
En otras palabras, una película que hay que ver. Quizá nos guste, quizá no. A mi me ha encantado y, honestamente, creo que desarrolla temas y dudas que nos permiten hablar de ciencia-ficción con mayúsculas una vez más.
José Joaquín Rodríguez
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