País: EE.UU.
Año: 2004
Director: Sam Raimi
Actores: Rosemary Harris, James Franco, Alfred Molina, Kirsten Dunst, Tobey Maguire
Montaje: Bob Murawski
Productores: Avi Arad, Laura Ziskin
Fotografía: Bill Pope
Guionista: Alvin Sargent, Miles Millar, Alfred Gough, Michael Chabon
Música: Danny Elfman
Una de las razones por las que me gusta Spiderman (el tebeo) es porque Peter Parker resultó ser uno de los héroes más puteados que he tenido el placer de leer. Le pasaban unas cosas terribles, sobre todo en los tebeos clásicos de los años 60: las chicas le ignoraban, su jefe le explotaba, los profesores le consideraron siempre un vago, y apenas tenía amigos. Y todo eso porque por las noches se dedicaba a hacer de Spiderman.
La primera vez que leí Spiderman me quedé muy impresionado. Batman patrulla la ciudad de Gotham por las noches, y por el día dirige un de las empresas más grandes del mundo... y siempre anda más fresco que una rosa. Pero Spidey no, el pobre es un superhéroe a costa de su vida privada. Era una forma de hacer tebeos muy realista, a pesar de que todo estuviera lleno de científicos locos, tipos disfrazados que lanzaban rayos, y cosas por el estilo.
Y sin embargo, acabo de ver la película, y me parece de todo menos realista. Bastante fiel al cómic, bastante entretenida, pero también bastante tontorrona. Y es que la película realmente parece que ha tenido varios directores, pues combina momentos insuperables con escenas realmente ñoñas y olvidables.
A la hora de preparar la trama, se ha tenido muy en cuenta el cómic, sobre todo el material escrito por Stan Lee. Incluso se ha respetado (esta vez sí) la apariencia original del villano de turno, Doc Octopus, lo que en la primera entrega no ocurría (supongo que todos recuerdan la extraña armadura de combate que vestía El Duende Verde).
La película se centra en Peter Parker y en su alter ego a partes iguales. En un comienzo la historia gira alrededor de la idea de que ser Spiderman es realmente agotador. Mary Jane, la chica de los sueños de Peter, cree que es un tipo poco serio. Su mejor amigo, Harry, cree que Spiderman mató a su padre. Su tutor piensa que es un flojo redomado... y por si eso fuera poco, no tiene dinero, a su tía quieren embargarle la casa, y él vive en un cuchitril. Así que llegado un momento de la película, Peter Paker decide que ya no volverá a ser Spiderman, y deja su traje abandonado en un cubo de basura, en un plano que es puro homenaje a una famosa página-viñeta de Spiderman nº 50 (edición americana). Pero Octopus acaba interfiriendo, y al final comprende que sus poderes son un don que no puede guardarse.
La trama está muy bien... pero yo ya sabía de qué iba un mes antes de pasarme por el cine. Y no es que yo sea muy listo, ni que tenga un compinche en la productora; es simplemente que el propio trailer te destroza el argumento de la película casi punto por punto. De hecho, el resumen que les he hecho arriba es prácticamente una descripción del trailer.
Sam Raimi nos presenta una película que es, claramente, parte de una trilogía. La película anterior tiene un peso muy grande, lo cual se agradece y da una sensación de continuidad... Pero eso no quita para que se prepare el camino de forma descarada a la tercera película, o incluso a una segunda trilogía: el profesor Connors está destinado a convertirse en el Lagarto, Jameson Jr. seguro que acabará siendo el piloto espacial que trae a la tierra el traje simbionte, e incluso se deja entrever que El Duende Verde está a punto de renacer (no queda claro si porque Harry está loco, o porque se le aparece el espíritu de su padre).
Con tanto secundario suelto, es normal que buena parte de la película sea tranquila y preste mucha atención al lado humano de los protagonistas, lo cual sería de agradecer si no fuera porque lo hace de un modo un tanto ridículo. Las cosas que le pasan a Peter Parker son exageradísimas, más propias de un personaje de tira cómica que de un superhéroe de tebeo. Las peleas con Mary Jane y con su amigo Harry llegan a parecer realmente sacadas de un culebrón de media tarde (por tontas y por exageradas).
Además, hay escenas que realmente sobran, o que tendrían más cabida en la serie de Batman de los años 60. Spiderman cogiendo el ascensor mientras, los niños que hasta en tres ocasiones aparecen para dar un contrapunto cómico y/o soltar una frase importante, o la escena absurda en la que vemos cómo la vecina le da de comer un pastel de chocolate y un vaso de leche.
Quizá la película se haga algo larga, debido a que la primera parte de la película está dominada por Parker, y no es hasta la media hora final que podemos disfrutar de acción a raudales. En mi opinión, un error bastante grande, que deja la película muy descompensada. Las peleas contra el Doctor Octopus, de todas formas, son imaginativas y espectaculares. De hecho, aunque los saltos y las piruetas de Spiderman nos suenen a ya visto, los efectos especiales dotan de un maravilloso realismo a los brazos robots que posee el villano. Esos miembros robóticos dan bastante juego, e incluso ofrecen algunas escenas que realmente parecen sacadas de un película de terror, como cuando Octopus se dedica a masacrar al equipo de cirugía que intenta amputarle las extremidades mecánicas.
Sin embargo, en algún que otro momento la película empieza a parecerse a un videojuego. Demasiadas escenas por ordenador, y el haber visto ya la entrega anterior, hacen que seamos conscientes de los trucos que han usado.
Para ser una película de Sam Raimi, que es un enamorado de los cómics, me esperaba mucho más. Las escenas de Peter Parker son muy inferiores a la primera entrega, aunque las de Spiderman y el Doctor Octopus superan con creces a las peleas contra el Duende Verde. Así que en general puedo decir que ha sido una película entretenida, que no me arrepiento de haberla visto, que incluso tengo ganas de ver la continuación... pero que las películas de superhéroes podrían dar mucho más de sí.
José Joaquín Rodríguez
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