Nacionalidad: España
Director: José Luis Garci
Actores: Alfredo Landa, Fernando Guillén Cuervo, Fernando Fernán Gómez, Antonio Dechent, Ana Fernández, Elsa Pataky, María Adánez, Carlos Hipólito, Miguel Ángel Solá
Productor: José Luis Garci
Guión: José Luis Garci, Horacio Valcárcel
Música: Pablo Cervantes
Hay muchas formas de hacer cine, igual que hay muchas formas de contar una misma historia, de pintar un mismo paisaje, o de recordar una misma anécdota. Y Garci ha sido uno de esos pocos cineastas que han conseguido lo imposible: que el cine español tenga un poco de todo, de actualidad, de nostalgia, de crítica y de género.
Comenzó con películas como Asignatura pendiente o Las verdes praderas, una forma original de ver la España de la transición, una mezcla de política, de amor, y de personajes muy bien trazados. Tuvo el valor de hacer El Crack y una secuela, cine negro a la española cuando no lo hacía nadie, con un presupuesto mínimo y unos homenajes al género particularmente memorables. Y ganó un Oscar con Volver a empezar, el primero que se llevaba el cine español. Desde entonces ha ido acumulando premios, ha variado su forma de ver el cine, ha conseguido un público fiel, una calidad insuperable, y se ha visto capaz de seguir haciendo el cine que le gusta, es decir, el que nadie más hace.
Ver una película de Garci, y esta en particular, no es tarea fácil. Estamos acostumbrados a un cine made in Hollywood y a un cine español que lo intenta imitar, a la acción como único motor para contar una historia. Un personaje central con varios secundarios, una trama central con varias historias secundarias, y un final en el que todo se soluciona (para bien o para mal), donde todo se cierra. Pero Garci se niega a hacer ese cine, y en sus últimos trabajos ha renunciado a la acción, y sus películas son sólo historias que se cuentan y se disfrutan escena a escena, diálogo a diálogo. Y es que ver a Garci es deleitarse con unas escenas hermosísimas, con una música que te embarga, y con unos diálogos inteligentes, bien construidos, capaces de describir a un personaje en sólo un par de frases.
Tiovivo c.1950 es el apogeo del cine sin acción que Garci ha venido haciendo. No hay una trama, sino una veintena de subtramas que se van extendiendo y ramificando como un río a lo largo de las dos horas y media de película. No hay un personaje central, sino muchos secundarios que entran y salen, que no evolucionan sino que simplemente viven, y cuyas vidas no van a tener un final decisivo cuando la película acabe. No sé si han leído ustedes La colmena de Cela, pero es una propuesta parecida: la vida de unas cuantas personas en el Madrid de 1950, a lo largo de unos pocos días. Al final de la película nada se ha solucionado, no hay finales sentenciosos, sólo una vida que sigue.
En la película hay muchos guiños. Al cine, que es un medio que Garci ama sin lugar a duda. A una época que no se pinta ni mala ni buena, ni con héroes ni con villanos, solamente con gente que unas veces nos cae mejor y otras veces peor. Y homenaje a muchos actores que han venido trabajando con él a lo largo de los años y que tienen un papel como secundarios, todos tan importantes como sus compañeros de reparto.
Y como siempre, como no puede ser de otra manera, la película deja dentro de uno esa sensación de que los mejores momentos de la vida son los que quedan en el recuerdo, que a cada momento nacen y mueren miles de historias de amor, y a uno se le queda una sonrisa nostálgica en el rostro y la convicción de haber pasado dos horas y media sin haberse percatado del paso del tiempo. E incluso uno se alegra de que la película no vaya a ir a los Oscars este año, porque es una historia demasiado diferente, demasiado nuestra, y posiblemente Amenábar tenga más posibilidades... pero sobre todo porque no hace falta que nadie venga a decirnos que Garci es un director genial, diferente, siempre sorprendente. Los que hemos visto una de sus películas estamos irremediablemente enganchados a su cine en particular, y al cine en general.
José Joaquín Rodríguez
|