Título original: The Machinist
Nacionalidad y año: España, 2004
Director: Brad Anderson
Actores: Christian Bale, Jennifer Jason Leigh, Aitana Sánchez-Gijón, John Sharian, Michael Ironside, Larry Gilliard Jr., Reg E. Cathey, Anna Massey, Matthew Romero Moore, Robert Long, Colin Stinton, Craig Stevenson, Ferrán Lahoz, Jeremy Xidu, Norman Bell
Productor: Julio Fernández
Guión: Scott Kosar
Fotografía: Xavi Giménez y Charlie Jiminez
Música: Roque Baños
Tengo que reconocerlo: me encanta el trabajo de Christian Bale. Es un actor que bien podría haber triunfado como guaperas, o a base de películas hechas a su medida, pero que ha elegido hacer papeles diametralmente opuestos, siempre diferentes, en los que a uno se le hace imposible imaginárselo hasta que, como por arte de magia, lo ves en la pantalla y te das cuenta que borda el papel.
Es por eso que no extraña verlo en esta ocasión interpretando a un escuálido obrero en una fábrica anónima, un papel que desde luego nada tiene que ver con sus anteriores actuaciones como demente protagonista de American Psycho o héroe postapocalíptico en El imperio del fuego. De hecho, en esta película Bale ha perdido cerca de 35 kilos para poder vestirse el papel de insomne protagonista del film.
Pero, ¿tan buena es la actuación de Bale en esta película? Pues sí, tanto la suya como la del resto de los actores, que consiguen con escasos medios hacer una película que cautiva desde el mismo principio, donde uno acaba por no saber qué creer, y disfruta una por una cada escena de principio a fin.
Tiene ciertos paralelismos con otras películas famosas de lo que suele llamarse "cine paranoico", es decir, películas en las que ni los protagonistas ni los espectadores sabemos exactamente qué está ocurriendo, qué es real y qué no. Películas que, como en esta ocasión, se vuelve memorables si están bien desarrolladas. Quizá la referencia más clara sea El club de la lucha, ya que ambas películas comienzan mostrándote lo que va a ser el final (aunque solo sea para desbaratártelo con soberana maestría), presentan personajes insomnes, y ponen una y otra vez en duda la cordura del protagonista. Pero por supuesto El maquinista desarrolla un camino propio, haciendo la cinta diferente, más oscura, y con un final realmente sorprendente que en ningún momento recurre al truco fácil o a la sorpresa imposible.
Lo mejor de la película, además de sus personajes, de su desarrollo exquisito, de sus ambientes opresivos, es que todo encaja. No tienes que ser un genio para entenderla, no se deja nada en el aire, y ni siquiera sabe uno si es un final feliz o no lo que está contemplando.
Existe, o eso demuestra la cartelera, la falsa teoría de que cuanto más simples sean las películas, más gustan. Se estrenan decenas de películas que consideran al espectador subnormal en el mejor de los casos (y todos tenemos nuestra propia lista), que no le obligan a pensar, a meterse en la historia, ideales para que las vea tanto la abuela como el hijo pequeño. Solamente ved Vainilla Sky y observad la diferencia que hay con Abre los ojos... ¿Cómo puede la misma historia ser contada de dos formas tan diferentes, con resultados tan dispares? Por eso es un gusto ver una película que no parte de la premisa de que eres bobalicón, que no pretende dejarte indiferente, y a la que posiblemente des vueltas durante algún tiempo.
Yo sólo puedo insistir en que vayáis a verla; al menos yo pienso volver a verla en cuanto tenga un hueco. Simplemente, una gozada.
José Joaquín Rodríguez
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