Título original: Mulholland Drive
País y año: Francia-EE.UU., 2001
Director: David Lynch
Actores: Justin
Theroux, Naomi Watts, Laura Harring, Ann Miller, Robert Forster, Dan Hedaya,
Mark Pellegrino, Michael J. Anderson, Kate Forster, Scott Coffey, Billy Ray
Cyrus, Chad Everett, Sean E. Markland, Matt Gallini
Productor: Neal Edelstein, Joyce
Eliason, Tony Krantz, Michael Polaire, Alain Sarde, Mary Sweeney
Guión: David Lynch
Fotografía: Peter Deming
Música: Angelo Badalmeti Supe quién era David Lynch hace ya un
buen montón de años, después de ver la película Dune en televisión.
Ni había leído el libro, ni sabía de qué trataba la historia, así que os
podéis imaginar lo mucho que me fascinó la estética del largometraje, lo mesiánico
de la trama y la interpretación de algunos actores. Y aunque al leerme la
novela poco después, me di cuenta de todos los problemas de los que adolecía
el trabajo de Lynch -desde el poco presupuesto al recorte de tramas y de
metraje- no podía negar que el director había logrado algunas escenas y
ambientes más que sobresalientes. Luego, unos años después, vi Terciopelo
azul. El ritmo, la atmósfera, los personajes, el uso de la música... todo se combinaba para hacer de la historia algo casi hipnótico. Había algunos
momentos algo extraños, misteriosos, que luego te dejaban meditando sobre el
significado en sí de la película. Era, cuanto menos, interesante.
Y, ya para rematar, estuvo Twin
Peaks. ¿Quién no la ha visto? ¿Quién no trató de averiguar quién era
el asesino de Laura Palmer? Una serie que decae un poco a la mitad, pero que
recupera el buen ritmo en sus últimos capítulos, cargada de simbolismo, en la
que Lynch nos cuela una historia fantástica casi sin que nos demos cuenta. Críptica
y misteriosa, aún le damos vueltas al final.
Luego vi otras películas del
director, pero nunca fueron lo mismo. Ese universo mágico, misterioso y
sugerente parecía haber desaparecido de su filmografía, o al menos hasta que
nos topamos con Mulholland Drive.
La historia comienza ya con
ciertos tintes de misterio: una joven, después de un accidente de tráfico,
descubre que no es capaz de recordar absolutamente nada. Su camino se cruza, por
pura casualidad, con Betty, una joven que quiere ser actriz. A partir de ese
momento surge una intensa amistad que las llevará a intentar descubrir qué
secretos se esconden tras la amnesia.
A esta historia, que sería la
principal, se añaden otras. La más importante es la del director de cine Adam
Kesher, a quien presionan para que haga cambios en su película, y que encima
debe sufrir los repetidos cuernos que le pone su esposa. Sin embargo, hay un par
más de tramas, importantes pero secundarias.
Pero lo realmente misterioso de
la película es lo que ocurre cuando Betty y su compañera abren una extraña
caja azul, tras lo cual la película cambia por completo. Es como si la realidad
se alterase de arriba abajo, y los mismos personajes y papeles son interpretados
de forma totalmente diferente.
Sin duda, ésta es la película más
extraña de Lynch, en la que sus manías llegan más lejos. Pero, ¿qué
significado tiene la historia? El propio director no ha querido decir nada, por
lo que cada cual ha tenido que interpretar la historia a su manera y según su
capacidad. No es de extrañar que el gran público, acostumbrado a películas
que no dejan nada a la imaginación, haya renegado de la película.
Una interpretación común, muy
simplista, es la del sueño. Como la realidad que encontramos al final de la película
es bastante gris, y los personajes están bastante quemados, se ha querido ver
en la primera parte de la historia el sueño de alguno de los protagonistas. Ésta se refuerza si tenemos en cuenta que la segunda parte comienza con Betty
despertándose. Sin embargo, por sí sola esta explicación deja muchos cabos
sueltos.
En su estudio sobre la cinta realizado para la web
The
Modern Word, bajo el título de "No hay banda", Allen B. Ruch ha planteado un
interesantísimo análisis del film. Según su análisis, al ver primero la
secuencia soñada, y no tener ningún indicio de que es un pasaje onírico, los
espectadores somos "engañados" igual que los soñadores, que creen que la
fantasía es real justo hasta el momento en que uno despierta.
De todos modos, no debemos olvidar que esta película debía ser, en principio, una serie televisiva. La
mayor parte del metraje proviene del episodio piloto, que no gustó nada a los
productores. Eso llevó a Lynch a rodar algunas escenas más y convertir la
historia en un largometraje. Así que nos podemos preguntar, ¿hasta qué punto
los cabos sueltos no son provocados por intentar crear una historia cerrada a
partir de un piloto que debía ser justamente lo contrario, una puerta abierta a
futuros capítulos?
Quizás la respuesta no tenga
importancia: la estética, su capacidad para envolvernos y hacernos pensar es,
sin duda, lo que ha hecho de Mulholland Drive una película de culto.
José Joaquín Rodríguez
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