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Cuando el destino nos alcanceCine clásico y actual
Pantalla de Sueños

Cuando el destino nos alcance
Richard Fleischer

Título original: Soylent Green
País y año: EE.UU., 1973
Director: Richard Fleischer
Actores: Charlton Heston, Leigh Taylor-Young, Chuck Connors, Joseph Cotton, Brock Peters
Productor: Walter Seltzer y Russell Thacher
Guión: Stanley R. Greenberg basado en la novela de Harry Harrison
Fotografía: Richard H. Kline
Música: Fred Myrow

¿Qué es Soylent Green?

Con esta pregunta, la publicidad de 1973 nos acercaba a la América del 2022, donde Soylent Green es el alimento del futuro, hecho exclusivamente con algas marinas, una suerte de comida rápida y barata con la que alimentar a millones de seres humanos que sobreviven en este futuro superpoblado.

Cuando el destino nos alcance es un producto claro de las factorías de Hollywood, no siendo esto en absoluto una crítica. Es una película comercial, con excelentes actores, un guión destinado al gran público -eso significa que hay una historia de amor, además de un malo y un bueno- y suficiente acción y misterio como para tener al espectador pegado a su asiento durante toda la proyección.

Y sin embargo, a pesar de su comercialidad, la película resulta refrescante, comprometida y creíble, ofreciéndonos la clave para entender a los Estados Unidos de aquellos años.

No olvidemos que los primeros años 70 fueron el despertar definitivo de la sociedad estadounidense ante el mundo que les rodeaba. Sí, cierto que en los 60 los movimientos sociales se enfrentaron al sistema, pero no sería hasta los 70 que el imperio estadounidense mostrase síntomas de auténtica fatiga.

Para empezar, la crisis del petróleo había echado por tierra el mito de la energía inagotable y barata. Los precios se dispararon en todos los campos: desde coger el coche hasta comprar comestibles. También estaba la guerra de Vietnam, con la inminente salida estadounidense del conflicto, lo que representaba la primera gran derrota internacional de EE.UU. en su historia. Y finalmente el ecologismo, que comenzó a advertir seriamente de los problemas que estábamos comenzando a tener por culpa de la depredación humana.

Soylent Green es capaz de recoger ese ambiente de derrota, frustración y drama ecológico a través de los ojos de Charlon Heston, convertido en un duro detective de homicidios en este futuro sombrío, que tendrá que descubrir al asesino de un rico ejecutivo de la compañía que fabrica el Soylent Green.

Heston se enfrenta al mundo desde su posición de clase media, un escudo entre las masas urbanas que habitan en cualquier rincón, una clase baja sometida que sólo se rebela en momentos puntuales (cuando el Soylent Green escasea, por ejemplo), y los inquilinos de los lujosos apartamentos de los barrios altos, donde pueden encontrarse lujos como bañeras, aparatos de aire acondicionado o comida de verdad.

A cambio de su trabajo como escudo entre ricos y pobres, Heston recibe las migajas que les sobran a los ricos (a fin de cuentas, el protagonista dispone de una habitación propia, frente a las muchedumbres que viven en las escaleras o en los coches, amasijos de metal que ya no pueden moverse por falta de combustible).

En gran medida, la película es un alegato ecológico. Se muestra al ser humano encerrado en una pesadilla maltusiana autoprovocada, donde la basura (que muestra el consumo y la prosperidad) ya no existe, y donde una ola de calor que dura décadas azota a unos seres humanos pasivos, resignados a su destino.

La raza humana se ha suicidado, como mostrará la película en distintos momentos, y buen ejemplo son los centros de suicidio donde la gente puede acabar con su vida sin dolor alguno.

El propio final, cuando el espectador descubre qué es realmente el Soylent Green, muestra finalmente que la humanidad vive de prestado. El descubrimiento es tremendamente inútil: ya es demasiado tarde para cambiar las cosas, demasiado tarde para mejorar el mundo. Como diría otra película de tintes críticos y fatalistas, Brazil: hay una sensación de que "el futuro fue ayer".

Cuando el destino nos alcance es, en resumidas cuentas, una película que puede ser disfrutada de muchas maneras y con múltiples interpretaciones. Desde la simple aventura policíaca y futurista, hasta la crítica al sistema y al crecimiento no sostenido. Una película que, como la buena ciencia-ficción, parece menos fantástica a cada día que pasa.

 José Joaquín Rodríguez

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