Los cuentos son el verdadero motor de la ciencia-ficción y la fantasía, en cualquier época, en cualquier país, en cualquier idioma. Pero para la ciencia-ficción y fantasía españolas lo han sido más aún: aún estamos esperando LA novela española (Viaje a un planeta wu-wei de Bermúdez, La nave de Salvador, Lágrimas de luz de Marín y Mundos en el abismo de Aguilera y Redal se acercan bastante, pero les sigue faltando algo). Al mismo tiempo, los relatos sí han conseguido hacerse con un mercado fiel, el del fandom, e incluso han trascendido sus barreras, pero en menor medida que las novelas. Ya se sabe que en España los relatos no venden, ningún editor en su sano juicio se atreve a editar una antología, y mucho menos si es de género fantástico. Lo cual es una omisión imperdonable, pues los relatos españoles de fantasía y ciencia-ficción tienen fecha de caducidad: el tiempo que tardan en agotarse los fanzines y revistas, generalmente de escasa tirada, en que aparecieron publicados originalmente. Apenas existen recopilaciones de relatos llamémosles "canónicos", ese libro que prestar a un amigo ajeno al género para, si no abducirlo hacia él, al menos demostrarle que la cf en España puede ser como mínimo digna.
El problema estriba también en encontrar a un autor con la suficiente cantidad de relatos publicados y, una vez realizado este paso, en encontrar a un autor con suficientes buenos relatos publicados. El ejemplo paradigmático es César Mallorquí, cuya El círculo de Jericó (Nova CF nº 73) es sin duda la mejor recopilación de relatos de un solo autor español jamás publicada. También existen relatistas solventes que han publicado antologías más que solventes: Rafael Marín (con Unicornios sin cabeza y Ozymandias), Félix J. Palma (con El vigilante de la salamandra), Enrique Lázaro (con Cuentos de Tierra Vaga y Nuevos cuentos de la Nueva Tierra Vaga) o Elia Barceló (Sagrada). Pero no son los únicos. Autores como Juan Carlos Planells y Armando Boix han demostrado poseer la capacidad para publicar sendas antologías con su obra, y a otros como Daniel Mares, Rodolfo Martínez, Ramón Muñoz y Eduardo Vaquerizo todavía les faltan algunos relatos, pero si no se tuercen resulta obvio que lo acabarán consiguiendo. No obstante, si había una antología pendiente de publicación, una de esas lagunas imperdonables dentro del género fantástico, ésa era la de León Arsenal, uno de los autores de ficción breve más interesantes y efectivos que ha producido el fandom. Su precisión léxica, su particular temática (huyendo del tópico, no la detallaremos), su diseño de personajes cínicos y de vuelta de todo, la querencia por marcos exóticos pasados por el tamiz de unas vivencias personales realmente ajenas a la media del fandom (y aquí podemos eludir nuevamente el tópico acerca de las múltiples profesiones que ha desempeñado), todo, hacía necesaria la iniciativa de Metrópolis Milenio de editar por fin esta antología, sin duda la más necesaria de todas las que se podían publicar en la actualidad.
Con respecto a los contenidos, digamos que se han reunido aquí doce relatos del autor madrileño, casi todos los publicados a excepción de "Whateley terminal", "El otro" y "Sagalea", más un inédito, "El misterio de los orígenes". Tenemos pues una muestra más que válida de la obra de León Arsenal.
La estructura de la antología nos muestra dos partes bien diferenciadas. La primera incide en sus relatos más fantásticos, caso de "Ojos de sombra", que abre el volumen y es una de sus más celebradas creaciones. Esta fascinante fantasía histórica acerca de un mercenario medieval que regresa a su Galicia natal para encontrarse con una suerte de vampiresa (tema recurrente en Arsenal, el de la mujer como fuente de perdición) sigue leyéndose con idéntico entusiasmo siete años después de su primera publicación. Tres ultracortos, uno de ellos tan interesante como "Todas las noches" (nuevamente, la venganza y la vampirización) y otro simplemente resultón como "El Libro Negro", acompañan a los dos relatos en los que más se aproxima Arsenal a la literatura general, y que, curiosamente o no, son de lo más reciente de su producción. "Círculo de hombres" recrea un opresivo reencuentro entre compañeros de facultad en una playa espectral (y aquí tenemos que hablar de otra característica de Arsenal: la viveza en el retrato de personajes, diálogos, situaciones y sobre todo ambientes; aspectos en los cuales tal vez sea el mejor escritor español del género de la actualidad) y nuevamente con la venganza postergada en el último instante como leitmotiv. "El misterio de los orígenes" plantea una interesante idea desde el punto de vista paleontológico, aunque en ocasiones adolece de un exceso (o una falta) de extensión para lo que pretende contar: debiera haber sido un relato más breve, o bien el embrión de una novela. Con todo, uno de los buenos relatos españoles publicados por primera vez a lo largo de 2000.
Los segundos seis relatos de la antología son pura ciencia-ficción, pura space opera y, aunque no forman parte de ninguna serie, sí están levemente relacionados, ya sea por personajes comunes, ya sea por la historia del futuro que plantean. "En las fraguas marcianas" es un relato repleto de encanto kitsch y, sin embargo, muy hijo de nuestro tiempo, en el que Arsenal explota hasta el máximo el sentido de la maravilla en un Marte tan irreal (puro homenaje a E.R. Burroughs) que, sorprendentemente, funciona: ganó el premio Pablo Rido en su edición de 1998 y en la pasada HispaCon se llevó el Ignotus al mejor cuento español publicado a lo largo de 1999. "Cromatóforo" (junto con "Laberinto", el único relato prescindible de la antología) aborda otra preocupación del autor, la exobiología llevada hasta el extremo de la xenofilia, idea que alcanza su plena plasmación en el juego de miradas y actitudes de "Besos de alacrán" (Landrú frente a la Belle Dame Sans Merci) y en el que se encuentra una de las mejores definiciones posibles de lo que es la riesgoadicción. No podían faltar relatos de digamos policíacos, por cuanto que hablan de búsquedas de asesinos inverosímiles; al respecto, los dos relatos protagonizados por Dagú Dagú, "El agente exterior" (para quien esto escribe, su mejor cuento) y "Oscuro candente" (premio Pablo Rido de 1995), nos enfrentan a nuestras peores pesadillas. Aunque no tanto como en el relato que cierra la antología, "El centro muerto", para muchos el mejor de Arsenal, en el que un monstruo espacial acosando a unos astronautas varados en un insólito cementerio de naves conjura a un mismo tiempo la presencia de un Ballard (por la estética decadente) y toda la tradición novelística marina, en un relato opresivo que, si no se es fumador (y esto es aplicable para buena parte de la obra de Arsenal) puede acabar produciendo un ataque de tos al lector.
En resumen, una de las mejores antologías posibles de un solo autor de ciencia-ficción y fantasía españolas que, sin ser del todo redonda (ya he comentado que al menos dos cuentos no están a la altura), sí se hace de obligada lectura para el aficionado que quiera conocer mejor el género. Puede solicitarse a la Sociedad Cultural Metrópolis Milenio. Apartado de correos 48.147. 28080 - Madrid.
Juan Manuel Santiago
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