Hay ocasiones en que las epopeyas no se encuentran en exóticos planetas, ni son necesarias impetuosas conquistas para alcanzar la gloria. A veces, todo el espíritu épico y maravilloso que muchas veces buscamos en la ciencia-ficción se encuentra en un pasado no tan remoto, de la mano de unos personajes tan sencillos como inolvidables.
Éste es el caso de Vuelo nocturno, un viaje admirable a los principios de la aviación. Unos tiempos en que -en medio de esas noches cerradas en las que no vemos ni la mano extendida ante nuestros propios ojos- no existía más guía que la propia vista, ni más ayuda que una brújula, ni más comunicación con el resto del mundo que la del radiotelégrafo.
Saint-Exupéry nos narra la aventura de uno de estos arrojados pilotos, cuando aún son pocos los que comprenden que el vuelo nocturno es la única forma de la aviación comercial capaz de competir con los transportes tradicionales. Perdido en la noche, sorprendido por una virulenta tormenta, quedará más y más aislado conforme el monstruo al que se enfrenta asola las ciudades e inutiliza el radiotelégrafo, mientras sus camaradas, desde la precariedad de medios de la época, tratan en vano de restablecer el contacto y guiarlo hasta casa.
Es ésta una novela en la que se navega, a través de su prosa bella y serena, del mismo modo que lo hace el héroe en la tormenta, tan fascinante y terrible al mismo tiempo. La gesta no reside aquí en la consecución de unos objetivos colosales, sino en el devenir diario de unos hombres sencillos y parcos en palabras enfrentados a diario, como pioneros del siglo que amanece, con los viejos temores humanos. Qué mejores palabras para finalizar que las del propio Saint-Exupéry, expresadas como las reflexiones del otro gran héroe de la obra, el líder convencido de su razón e inflexible con unos hombres a los que ama y admira:
"...sólo del misterio se tiene miedo. Es preciso que no haya más misterio. Es preciso que los hombres desciendan a ese pozo oscuro, vuelvan a subir, y digan que no han encontrado nada allí."
Óscar Cuevas Vera
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