Lo primero que me viene a la cabeza al acabar este libro es que el nombre está mal puesto -el "me gusta más o menos" fue anterior y aplicado a cada relato y artículo en concreto-. Y digo mal puesto porque la parte de crítica no la he podido encontrar por ningún lado. Detalle que, por cierto, agradezco en gran medida. En un principio me planteé leer solo los relatos: hay un tiempo y humor para cada tipo de lectura, y la idea de alternar relatos y críticas de un tirón me resultaba incómoda. Manías personales...
No importa, en cualquier caso. Acabé haciendo lo que tengo por costumbre, "por el final finaliza / y comienza por delante", que cantaban Les Luthiers. Y me llevé la agradable sorpresa de comprobar que me preocupaba sin motivo. Lo que tenemos entre manos es más bien una antología informativa, algo muy de agradecer en un mundillo de tiradas limitadísimas y publicaciones no profesionales -salvo contadas excepciones-, y en el que seguir la pista a un autor que te gusta, o incluso saber que cierto autor existe, se convierte en una tarea heroica.
En ese panorama no puede carecer de interés un muestrario de autores, con una descripción comentada -me resisto a decir "criticada"- de su trabajo, una bibliografía completa -aun admitiendo que habrá cosas ya difíciles de conseguir, al menos se sabe qué hay y dónde está, lo que siempre es mejor que no tener ni idea-, y el lógico acompañamiento de una historia de cada autor a título de muestra. Tan sólo por el hecho de que exista una publicación con estas características ya merece la pena que la iniciativa continúe y aparezcan nuevas ediciones de De Profundis dedicadas a otros autores. Con ello, además, se resolvería el único aspecto problemático que tiene esta antología: ¿por qué estos autores y no otros? No importa el criterio que se siga en la selección, siempre se podrá pensar que ha quedado fuera o ha entrado quien no debe. Bien, es algo fácil de resolver... Y si De Profundis tiene continuidad, puede acabar siendo un referente de valor indiscutible acerca del género fantástico en España.
En cuanto a los relatos de este volumen, resulta evidente que no se trata de una recopilación de "lo más mejor de...", pero puede considerarse que la selección es aceptable si lo que se pretende es dar un ejemplo del trabajo y estilo de cada autor. Ateniendonos a lo que tiene de muestrario, también parece señalar que a nuestros autores les gustará la ciencia-ficción, pero no se prodigan mucho escribiéndola...
Como excepción a lo que escribo en el parrafo anterior, el libro comienza con un cuento de León Arsenal, "Besos de alacrán", que narra una historia de ciencia-ficción de corte clásico sobre el tema de las relaciones con una especie alienígena engañosamente semejante -y letalmente diferente- a los humanos. Una idea interesante con un desarrollo correcto, sin perderse en complicaciones innecesarias. El final peca de apresurado pero no tanto que resulte molesto, y el cuento es agradable de leer.
Entrando en la fantasía -género que se mantiene ya durante la mayor parte del libro-, "Un candado para la caja de Pandora" es la aportación de Daniel Mares. Quienes solo le conozcan por "Gómez Meseguer y el ogro Santaolaya" -cuento de por sí excelente pero, quizá precisamente por ello, demasiado ubicuo. Dani ha escrito más cosas, caramba, y es de agradecer ver algo distinto en esta antología en lugar de la enésima reaparición del ogro Jacinto- y esperen encontrar el mismo tipo de ironía y mala leche pueden quedar defraudados. Sin embargo, "Un candado..." es un estupendo relato acerca de pactos, sufrimientos, hasta qué punto es razonable sacrificarse por amor, y la prueba de que para crear un ambiente inquietante no hace falta ir a los Cárpatos: el centro de Madrid ya sirve, si se sabe manejar.
En otro estilo se desenvuelve Eduardo Vaquerizo, con la historia de vampiros "Seda y plata". Aunque no carece de atractivos, no es el cuento que yo hubiera escogido como botón de muestra -sus historias de ciencia-ficción suelen interesarme más que sus aproximaciones a la fantasía, algo recargadas para mi gusto-. Pero en cualquier caso es un cuento interesante, y representativo del hacer de su autor.
En cuanto a Félix J. Palma, decir una vez más que escribe de maravilla empieza a sonar repetitivo. Decir que flojea en los argumentos, también. Sin embargo, no encontramos este problema en "María Calaveras", donde una historia de bandoleros, guardias y una puta que sabe cuándo va a llegar la muerte resulta uno de los mejores cuentos de la antología.
Tengo peor opinión del cuento que sigue. "Los viejos días de la contracultura", de Carlos F. Castrosín, toca el genero de ciencia-ficción por segunda y última vez en el libro. No he leído mucho de Castrosín, pero a juzgar por los comentarios en el articulo a él dedicado, creo que hubiera preferido que el cuento usado para ilustrarnos sobre este autor hubiera sido otro diferente. En "Los viejos días...", las varias líneas argumentales que existen y se entremezclan resultan excesivas para la longitud del relato. El resultado es confuso y al acabar la lectura no queda muy claro qué es lo que nos estaban contando.
Pero dejando aparte el pequeño bache anterior, la antología cierra con honores. En "El ayudante de Piranesi", Armando Boix presenta un relato sombrio e inquietante, con una atmósfera que se va construyendo página a página y detalle a detalle, y en el que incluso es de agradecer lo chusco del final como un pequeño toque de vuelta a la realidad: no es precisamente el cuento más aconsejable para leer antes de ir a dormir...
Sobre la otra "mitad" de la antología no me extenderé tanto. Como ya dije al principio, lo mejor que tienen los artículos de Ramón Muñoz y Juan Manuel Santiago es su caracter informativo. En una antología como ésta, y teniendo en cuenta que los relatos son una buena aproximacion a sus autores, si el lector se encuentra con que uno de ellos le ha gustado especialmente, hasta el punto de querer leer más cosas suyas, los articulos suponen un punto de partida ideal para la búsqueda. Quizá el perfil biográfico de cada uno sea un poco escaso -uno, en el fondo, es tan portera como el que más-, pero no se puede tener todo.
Lo que desde luego es indudable es que De Profundis es una iniciativa que merece la pena continuar. Aún faltan muchos buenos autores por conocer.
Antonio Rivas Gonzálvez
|