Bajo el lema "les meilleurs récits de l'année" (los mejores relatos del año), SF 99 recoge diez relatos publicados en medios de cf francófona durante el año 1998. Para entendernos, se trata de una especie de Fabricantes de Sueños francés, con la particularidad de que la selección del material corre a cargo de una sola persona, Olivier Girard, y que los relatos aparecen acompañados no sólo por una introducción que evalúa el estado de la edición de cf en Francia durante el año comentado, sino también de un listado con "lamentos y menciones honoríficas" (es decir, los cuentos que por diversas causas no han podido aparecer, y aquéllos que quedaron finalistas en la selección), otro con los cuentos anglosajones imprescindibles del año y, por último, una "revista de revistas" en la que se repasa el estado y contenidos de revistas, fanzines y antologías periódicas en francés. Sé que los seleccionadores del Fabricantes de Sueños de la AEFCF estarán tomando nota...
Pero vayamos a lo que nos interesa, que son estos diez cuentos que representan, a decir de los editores, lo mejor de la cf francófona de 1998. "L'Amour au temps du silicium" ("El amor en los tiempos del silicio"), de Jean-Jacques Nguyen, plantea cuestiones sobre la naturaleza de la identidad que nos remiten a relatos como "Aprendiendo a ser yo" de Greg Egan o "Piensa como un dinosaurio" de James Patrick Kelly. La resurrección de un joven a petición de su posesiva madre encuentra inevitables problemas cuando, poco a poco, éste se va dando cuenta de que la copia digital sobre la que se ha recreado su personalidad no es la última que había realizado, sino una tres años anterior a su muerte. ¿O no está realmente muerto? Aunque el relato es eficaz, se resiente de su intento de explicitar torpemente los problemas de continuidad de la identidad que los cuentos de Egan o Kelly trataban con más fluidez.
"Déchiffrer la trame" ("Descifrando la trama"), de Jean-Claude Dunyach, publicado en castellano en Gigamesh 25, cuenta la sutil historia de una pareja de especialistas en alfombras antiguas que descubren rastros de la presencia remota de extraterrestres en nuestro planeta. Aunque la trama no es nada del otro mundo, el desarrollo del relato es una obra maestra del arte de la dosificación.
"Amour flou" ("Amor borroso"), de Marie-Pierre Najman, narra las consecuencias de una tecnología que cambia la percepción de la realidad (superponiéndose a ésta, un poco como la redvisión del Rax de Eduardo Vaquerizo) en la relación entre una madre que ha perdido la capacidad de ver esa sobrerrealidad y su hijo, que para proporcionársela está dispuesto a tratar con las mafias menos recomendables de sistemas oculares. Bien llevado y bien rematado, sin ser ninguna maravilla, "Amor flou" deja un buen sabor de boca.
"L'Homme qui fouillait la lumière" ("El hombre que caminaba sobre la luz"), de Alain Bergeron, es un relato pseudo-cyberpunk de ritmo desenfrenado sobre un hacker muy especial, un "caminante de la luz" al que una corporación saca a la fuerza de su retiro para descubrir el origen de un misterioso sabotaje en sus ordenadores semi-orgánicos. Como curiosidad, la tecnología de interfaz humano-ordenador es más psicológica que electrónica. Lamentablemente, la conspiración de turno no tiene nada de original y el desarrollo es rutinario; sólo se salvan el potente arranque y las extraordinarias imágenes de las incursiones mentales en el pseudo-ciberespacio.
"La Face claire des tenèbres" ("La cara luminosa de las tinieblas") es una gamberrada de Thomas Day en la que Arthur Conan Doyle viaja a un mundo alternativo donde un Sherlock Holmes "real" (y sorprendente) combate los crímenes paralelos de Jack el Destripador en un Londres invadido por los alienígenas. Divertido cuando busca escandalizar (el Sherlock Holmes "real" es un asesino sin escrúpulos, cuyas aventuras Doyle debe contar dulcificándolas para no herir la sensibilidad victoriana), grandioso en sus imágenes de un Londres colonizado por extraterrestres indiferentes, el relato gustará a quienes disfruten del género ucrónico-cachondo con abundantes "efectos Connery" a lo Kim Newman, pero exasperará a quienes busquen algo de sustancia o una visión interesante (más allá de la novedad inicial) del detective de Baker Street.
"Cap Tchernobyl" ("Rumbo a Chernobil"), de Sylvie Denis, es uno de esos relatos sentimentales en los que la naturaleza, lo artificial y lo humano se encuentran en condiciones emotivas. En este caso, a consecuencia del encuentro fortuito entre un robot obrero auto-consciente, un hombre afectado por una enfermedad terminal que desea ver tigres siberianos antes de morir, y el hijo de éste. Bonito, sin más.
"Les Singes" ("Los monos"), de Robert Wolff, es el único cuento de la antología que se separa nítidamente de los temas y los ambientes de la cf para entrar directamente en la fantasía. A un matriarcado situado en un barranco llega un buen día una prostituta que altera completamente la visión del mundo de sus habitantes. Más que un cuento, es una fábula con cierto encanto, a la que no se le puede hacer ningún reproche.
"Honoré a disparu" ("Honoré ha desaparecido"), de Roland C. Wagner, es la muestra de cf humorística de este volumen. En un futuro próximo re-ruralizado, una familia de campesinos que se da cierto aire a los Malausènne de Daniel Pennac es la propietaria de Honoré, un cerdo transgénico que está desarrollando inteligencia y que se ve secuestrado por los secuaces de un mad doctor que desea viviseccionarlo. El relato, de extensión más bien de novela corta, es entretenido, pero demasiado autocomplaciente: si no te cae simpático el cerdito, no tiene ninguna gracia. Además, concluye con un deus ex machina en forma de intervención de una IA omnipotente y simpática que acaba de arruinar la trama, con lo que el cuento se queda en unos cuantos chistes, personajes tópicos pero entrañables y un agradable desenfado.
"Le Vide, le silence et l'obscur" ("El vacío, el silencio y lo oscuro"), de Serge Lehman, narra el enfrentamiento de una pareja de asesinos profesionales con un ente multiforme capaz de adoptar cualquier personalidad, en una nave que orbita un extraño planeta. Con personajes bien trazados y un excelente aprovechamiento de los tópicos de ese subgénero que podríamos llamar "los bichos están entre nosotros", el relato peca no obstante de forzado, al recurrir a explicaciones increíbles para poner a los personajes en la situación que la trama necesita.
"Scintillements" ("Centelleos"), de Ayerdhal, cierra el volumen con otra muestra de cf sentimental. En un entorno de space opera, el enfrentamiento de siglos de la raza humana con una especie extraterrestre llega a un abrupto final cuando una de las colonias enemigas se suicida en masa para indicar su rendición y al mismo tiempo dar un golpe devastador a la conciencia humana. Bien escrito, no consigue sin embargo superar lo tontorrón de la idea (¿alguien cree de verdad que si un enemigo con el que se está en guerra desde hace seiscientos años decide borrarse a sí mismo del mapa y dejar todos sus planetas abiertos a la colonización, la humanidad reaccionaría con pena y llantos?).
Como se puede comprobar, SF 99 es una antología con escasos momentos brillantes, aunque tampoco incluye puntos enormemente bajos. Todos los autores demuestran cierto oficio, y además (algo que alegrará a las plañideras de nuestro país), todos los cuentos menos uno encajan firmemente en los subgéneros más reconocibles de la cf. Y yendo un poco más allá, la mayoría de los relatos comparten un aire común de futuro cercano, con gadgets nanotecnológicos y situaciones extraídas del cyberpunk, lo que parece señalar una cierta unidad de propósito de los escritores franceses a la hora de diseñar sus universos de cf, unidad de la que (por suerte o por desgracia, según) carecen los autores españoles. Claro que también puede tratarse más bien de un rasgo propio del gusto del seleccionador de esta antología, o incluso puede deberse a que en Francia se traducen las novedades en relato anglosajón más asiduamente que en España. Carezco de datos suficientes como para decantarme firmemente por una explicación, aunque después de haber leído otras publicaciones francesas como la revista Galaxies, me inclino por pensar que, sencillamente, en Francia hay más autores que cultivan la pura cf.
Luis G. Prado
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