Somos muchos los lectores conscientes de las limitaciones de la literatura llamada "de franquicia". Son muy pocos los títulos que se salvan de una quema ritual que pretenda dejar constancia de su poca calidad literaria. Pero dentro de este género, dejando de lado los títulos más clásicos como la obra del inmortal Tolkien, sobre la que no cabe discusión, hay algunos libros que podrían considerarse de magnífica calidad. Recuerdo con especial cariño algunos relatos de Los cuentos de la Dragonlance, recopilados y editados por Margaret Weis y Tracy Hickman, como "Estofado Kender" de Nick O´Donohoe o "El deseo del goblin" de Roger Moore, textos que me enseñaron que hay relatos que viajan más allá de una idea que gira una y otra vez sobre el mismo eje. También el romanticismo de La espada sin honor de D. J. Heinrich hizo que recuperara la fe por este género.
De entre todos los autores dedicados a la franquicia, R.A. Salvatore es un escritor en quien se intuyen muy buenas maneras que, en otras circunstancias, podrían haberlo convertido en un autor "serio" consagrado. Su labor de creación de uno de los personajes más famosos de la fantasía épica, Drizzt Do´Urden, fue un alarde de genialidad que pronto se vio truncada por una avalancha de continuaciones que hizo disminuir la calidad de la serie rápidamente.
El estigma de Errtu es el libro número once de la destructiva avalancha. Un libro fácil, pueril, sin argumento, que trata de sacar partido de unos personajes por los que tantos aficionados sienten un especial cariño (entre ellos, yo mismo). Trescientas setenta y cuatro páginas de ilusión, rotas en su meridiano, que me hicieron suspirar recordando la genialidad que rebosaba el primer libro, La morada, donde pude entrar en contacto con el mito de los drows, elfos oscuros, y una sociedad de seres malvados donde todo se reducía a una sola palabra: pragmatismo.
El estigma de Errtu, como un insulto a la originalidad, gira en torno a la psicopatía de uno de los personajes, Wulfgar, tras su regreso del Abismo (el Infierno) tras sufrir múltiples torturas de manos del demonio Errtu. Como trama secundaria, Dritzz, Bruenor y Catti-Brie viajan en busca de un clérigo que pueda destruir la piedra de cristal, Crenshinibon, mientras Artemis Entreri, imagen especular de Drittz en habilidad guerrera, vuelve a la exótica ciudad de Calimport torturado por sus múltiples derrotas a manos de su más odiado contrincante. Por supuesto, todas las tramas quedan en relativo suspenso para dar volumen al duodécimo libro de la serie, ya a la venta. ¿Tiene algo de bueno esta novela, entonces? Sólo una cosa: la arrolladora personalidad de uno de sus personajes, Jarlaxle.
Para finalizar, sólo queda reseñar el orden de lectura de los doce libros: comienza por la primera trilogía El elfo oscuro (La morada, El refugio, y El exilio), seguida de la trilogía El valle del viento helado (La piedra de cristal, Ríos de plata, y La gema del Halfling), la novela El legado y la segunda trilogía El elfo oscuro (Noche sin estrellas, Cerco de oscuridad, y Luz en las tinieblas), tras la que vendría El estigma de Errtu.
Raúl de la Cruz Orobio
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