¡No! No se den por aludidos. No tomen esto como una invitación. Se trata de la última novela del guionista, actor y director de cine Andreu Martín, con la que ha ganado el premio La Sonrisa Vertical, el más caliente de la literatura española.
"Sobre una cama de hierro, desnuda y abierta a mis caprichos, atadas las muñecas y los tobillos a los barrotes. Me vengo de sus evasivas con un falo gigantesco que le desgarra la piel para poder entrar en ella."
A principios de siglo, Arthur Schnitzler (autor con mucha influencia en el desarrollo del psicoanálisis) escribió la novela Relato soñado, una alucinada incursión en el mundo del sexo por parte de un marido cansado de la rutina. Lo llamativo era lo azaroso de tal "viaje", un dejarse llevar por la senda del placer que podía acabar en la más absoluta de las confusiones.
En 1999, el director Stanley Kubrick nos lega su decepcionante obra póstuma, Eyes Wide Shut (algo así como "ojos cerrados de par en par"), adaptando nada menos que la novela de Schnitzler. Nunca sabremos cómo habría resultado la cinta del director del Bronx en caso de haberla finalizado él. Del montaje se encargó Spielberg, y puede que a éste se deba la tergiversación que se da a la novela, reduciéndolo todo a un convencional problemilla de celos, para colmo con un desenlace complaciente y trivial como pocos.
Ahora entra en escena Andreu Martín. Es psicólogo, lo cual haría presuponerle conocedor de Schnitzler. Y su novela Espera, ponte así se presenta como el reverso de Eyes Wide Shut. En efecto, el argumento que nos propone el barcelonés no es otro que la vida privada de un director teatral que tiene un affaire con una actriz de su compañía. Tal experiencia le hará despertar del sedentarismo en que había caído con su esposa, excitándose (no sólo) su imaginación. De este modo, en las primeras cincuenta páginas el protagonista reconstruye mentalmente, de forma obsesiva, una y otra vez, el encuentro con su amante. Ya no hay marcha atrás. Se ha embalado en el (tortuoso) camino del placer, en la búsqueda de nuevas sensaciones. Al contrario que en la obra póstuma de Kubrick, en Espera, ponte así el descenso a los infiernos, la íntima (con)fusión de placer y dolor es llevada adelante con una lógica implacable, que no cede a ningún tipo de escrúpulo.
El que suscribe se reconoce habitual de la novela de terror y policiaca; aún así, la lectura de esta obra puede resultar sumamente incómoda. Digamos que Andreu ha cultivado dos líneas dentro de su narrativa: una descaradamente grosera y provocativa, de novelas de gran explicitud y sordidez (sirvan de ejemplo Prótesis o La camisa del revés), y otra más volcada a la especulación sociológica, donde el autor parece volverse más reflexivo y calmado (véase Mentiras de verdad o Bellísimas personas). Sin duda alguna, Espera, ponte así pertenece a la primera línea de novelas.
Asunto aparte es que la publiciten como "primera novela erótica" del autor. ¿Nadie se acuerda ya de Ahogos y palpitaciones? Si las orgías bisexuales de ésta no resultan eróticas, propongamos que las veladas del viernes madrugada en Canal+ las ofrezcan a la hora del té. Seguro que más de uno separaría la taza de los labios...
David G. Panadero
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