Los Inhumanos son unos personajes que nunca me han gustado. Son algo ridículos, vestidos como superhéroes aunque sean una civilización apartada, guiados por un monarca absoluto que haría enfurecer a Maquiavelo. Pero lo peor es que se les ha dado muchas vueltas en los últimos años, desde DeFalco que los convirtió en una república democrática que no la entendía ni él, hasta Paul Jenkins, que intentó contar una historia de ciencia-ficción poniendo a los Inhumanos como excusa.
Y mira que a mí nunca me han gustado los rollos espaciales de Marvel, porque realmente son horrorosos. Cuando uno descubre el cosmos Marvel, no sabe si reír o llorar: porque no tiene coherencia, porque está lleno de tópicos y razas absurdas, y porque nunca evoluciona. Las dos únicas aportaciones interesantes que he leído fueron las guerras Kree-Skrull y la Kree-Shi´ar, por eso de que te describían aquellos mundos, las guerras y la mentalidad de las razas... y tampoco es que llegarán muy allá.
Así que, si a mí no me gustan los Inhumanos ni las aventuras espaciales, a ver si alguien me puede explicar cómo es que Los Inhumanos de Pacheco-Marin-Ladronn me han gustado tanto.
Para empezar, supongo que algo tendrá que ver el espectacular dibujo de Ladronn, que recuerda al álbum europeo, especialmente a Moebius y a los Metabarones de Giménez (de hecho, Ladronn y Jorodowsky ya han puesto manos a la obra y están colaborando en un proyecto). Nunca nadie imaginó (y plasmó) tan bien un universo alienígena. Es el suyo un dibujo lleno de pequeños detalles, cargado de contenidos hasta tal punto que parece que lo que Ladronn nos ofrece son los decorados de una película de ciencia-ficción. Nunca nadie detalló tan bien artefactos como Bibliópolis, o retrató tan fielmente la faz de un malo tan "poco malo" como Ronan.
Pero lo mejor de todo es el guión que Pacheco y Marin desarrollan. Cada palabra, cada frase, cada resquicio está cargado de contenido. Si Ladronn nos muestra una Attilan que parece sacada de la mente de Fritz Lang, los textos de apoyo van a desvelarnos cada detalle, cada secreto tras los muros de la ciudad. Aunque lo más acertado del guión es la forma de llevar a los personajes: sus modos, sus formas de hablar... todo. Los secundarios pasan de ser comparsas animados y se convierten en los auténticos protagonistas de la historia: literalmente, se comen el cómic. Desde ese Ronan amargado por la venganza que no llegamos a saber si realmente es el villano o la víctima de la historia, a Jason (padre de Starlord) con su deseo hacia Medusa (y su parecido al Paul Atreides de la película de David Lynch), e incluso esa alienígena que quiere ganar honores para pertenecer a la Guardia Imperial y esa compañía de comerciantes que, azares del destino, olvidó poner las iniciales CHOAM en sus naves.
Una marea de personajes excelentemente definidos, desde el capitán Shi´ar al Consejo de Ministros de Spartax, da igual el poco tiempo que aparezcan en las viñetas: su carácter, su temple, te hacen pensar que los conocías de siempre. Son todos estos personajes ejes perfectos que se van combinando para dar lugar a una trama política y militar, llena de insinuaciones que nunca sabremos si son ciertas o no. En definitiva, es una historia en cuatro números que cuenta todo lo posible, y aún más para quien sepa leer entre viñeta y entre capítulos. No quedan cabos sueltos, lo cual es sorprendente, y sí quedan ganas de saber más: de volver a ver a los Inhumanos, a los Spartoi, a la Familia Real...
Solo se le puede criticar una cosa de este cómic (a demás del abusivo precio que Planeta le ha colocado... aunque merece realmente la pena comprarlo) y es que no tenga continuación. Es la primera vez que leo una novela de ciencia-ficción distribuida en viñetas, y además de manos de la Marvel. Se nota que Pacheco conoce bien el Universo Marvel (mejor, desgraciadamente, que todos los guionistas con los que ha colaborado haciendo mutantes) y que Marín es escritor (desde el carácter épico de la narración a la fuerza de algunas escenas).
Así que si queréis pasar un buen rato, ver a los Inhumanos como nunca nadie los planteó, tener una historia que empieza y acaba sin trucos comerciales, y además comprobar lo que estos dos gaditanos pueden hacer dentro de poco en los Cuatro Fantásticos (y que en Estados Unidos ya están haciendo), no lo dudéis: tenéis que leer esta historia.
José Joaquín Rodríguez
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