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Neverness
Neverness
David Zindell
Voyager, 1998






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En algunas ocasiones, dado mi particular y fortísimo pasado rolero, no puedo evitar pensar de algunas obras que "Esto daría para hacer un buen juego de rol"... Ocurre con ciertos libros o ciertas películas que, gracias a la complejidad y profundidad del trasfondo que describen o sugieren, podrían proporcionar la variedad de arquetipos de personaje, la diversidad de escenarios, y la infinidad de posibles tramas que se le presuponen a todo buen juego de rol. Para que os hagáis una idea de lo que digo, Dune, Hyperion y Matrix son tres ejemplos de libros o películas que sugieren la posibilidad de crear un buen juego de rol a partir de lo que muestran o de ampliar lo que sugieren.

Otro asunto completamente diferente es cómo se maneja el autor en ese tapiz de fondo que nos ha mostrado, o cómo funciona la historia central, dejando aparte los trasfondos. Dune e Hyperión, por seguir con los ejemplos, son libros cuyas historias centrales son tan buenas como sus trasfondos, si no mejores. Por desgracia, Matrix y Neverness nos presentan protagonistas y situaciones no tan originales, no tan bien pensadas como el trasfondo que sugieren.

Curiosamente, las cuatro obras que he citado tienen otro punto en común: aunque bajo diferentes ópticas, todas ellas tratan el mesianismo.

Permitidme que explique un poco el argumento: en el planeta helado Icefall, la ciudad de Neverness es la sede de la Orden del Conocimiento, un gran grupo de profesionales de todo tipo, divididos en castas u Órdenes de Pilotos, Historiadores, Programadores, Adivinos, etc. El libro nos cuenta la historia de un joven piloto, Mallory Ringess que, a pesar de ser un engreído bocazas (o quizá precisamente por ello), está destinado a hacer grandes cosas. Como todo héroe, está acompañado de su fiel sidekick, personificado en este caso en la persona del gordo, bebedor, impertinente, algo tonto y amante extraordinaire Bardo. Motivado por una antigua profecía, Mallory se lanza a una aventura para encontrar el ADN más antiguo de la humanidad, donde se dice está la clave para que el género humano evolucione hacia la divinidad. Esta búsqueda, y todas las complicaciones que surgen, terminan por convertir a Mallory (por increíble que parezca, ya que el autor ha realzado un esfuerzo ingente -o al menos eso quiero pensar- en hacer que su personaje parezca un criajo imberbe, malcriado, irreflexivo y estúpido) en un dios.

Una de las claves que añaden novedad al trasfondo de Neverness es la ausencia de violencia a gran escala. A pesar de que el libro cuenta con pasajes de acción (y un combate espacial hacia el final cuya resolución, lógicamente, no voy a desvelar: eso sí, os anticipo que es muy original), y de que la especie humana tiene contacto con varias especies alienígenas, se echa de menos (afortunadamente) esa guerra a gran escala, generalmente con otra especie, que parece ser el condicionante de muchos backgrounds space-operísticos. Un dato que me resultó curiosísimo es que la Orden de los Pilotos es realmente una orden dedicada al conocimiento: sus naves son de exploración y no van armadas.

Además, David Zindell se las ha apañado para conformar un fondo muy rico basándose en la mezcla salvaje de ambientes: en un solo libro, el protagonista visita una sociedad neanderthal; una sociedad aislacionista basada libremente en una especie de Japón antiguo mezclado con surferos; una sociedad de humanos que se han automodificado tanto para adaptarse a su entorno (un mundo acuático) que ya no parecen humanos, ni casi piensan como nosotros; una sociedad de vándalos espaciales que ignoran el daño que están haciendo; una inteligencia artificial que deja a cualquier otra en mantillas; y, por supuesto, la propia ciudad de Neverness.

Neverness es un libro de claros y sombras: Zindell tiene una prosa ágil, fácil de leer, mediante la cual teje una trama casi siempre interesante, aunque a veces se demora demasiado y no consigue evitar el aburrimiento. Además, Mallory se pasa prácticamente toda la novela rascándose la nariz, literalmente. Quizás fuera un intento de Zindell por hacer más humano al personaje (innecesario, es el retrato perfecto de la estulticia adolescente) dotándolo de un tic, pero la verdad es que la repetición de rascadas termina por cansar.

Para terminar, un aviso: si leéis el libro (existe también una edición en castellano en la colección Etiqueta Futura de Júcar) y os gusta, sabed que Neverness está seguido por la trilogía A Requiem For Homo Sapiens, inédita en España y cuyo protagonista es Danlo, el hijo de Mallory Rigess. Próximamente, en vuestra página web favorita.

Carlos Manuel Pérez

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