En 1994, el británico Charles Sheffield reunía en un solo volumen dos novelas desarrolladas en el mismo universo y lo publicaba como Proteus Combined. Ese mismo año, Miquel Barceló decidía casualmente hacer lo mismo en su colección Nova y lanzaba al mercado Proteo, de idéntico contenido al anteriormente citado. Todo un acierto a mi parecer, y no sólo por la indiscutible calidad que atesoran ambas novelas.
Proteo está compuesto por la primera novela de Sheffield, Sight of Proteus, escrita en 1978, y por Proteus Unbound, escrita diez años después y que supone una vuelta inesperada al mismo universo desarrollado en la anterior.
En Sight of Proteus asistimos al avance de la ya desarrollada tecnología de cambio de formas, proceso que permite a los seres humanos tomar otro aspecto físico dentro de los límites que permite la ley, la cual controla cualquier alejamiento excesivo del modelo original mediante el "test de humanidad". En medio de todo, Bey Wolf, uno de los agentes encargados de mantener esa ley, iniciará la persecución de una persona excepcional que trata de ir más allá en la susodicha tecnología. Todo desembocará en el descubrimiento de una vieja especie desconocida perdida en el tiempo.
Proteus Unbound retorna años después al mismo escenario para presentarnos a un Bey Wolf perdido en las partes bajas de la ciudad, aquejado de una extraña locura. Una nueva misión, que parece tener mucho que ver con su enfermedad, le llevará a los límites exteriores del sistema solar para intentar solucionar las extrañas averías descubiertas en los tanques de cambio de formas que poseen los humanos residentes en aquel lugar. Bey acabará involucrado en una lucha entre distintas facciones que pone en peligro la estabilidad de todo el sistema.
Se trata de dos novelas de una amenidad abrumadora que se leen de tirón, como suele ser habitual en las obras de este autor. El amante del hard encontrará sin duda una plétora de sugestivas ideas científicas, aderezadas con una trama detectivesca que se ofrece magistralmente a la intriga y con algunos buenos momentos de acción. Además de la localización argumental, tanto la caudalosa imaginación como la irrefrenable amenidad son puntos en común de ambas novelas, pero también hay claras diferencias.
Decía al empezar que hay otros puntos, además de su calidad, que convierten en imprescindible para el seguidor de Sheffield la lectura de Proteo. El principal es asistir a la primera novela del autor británico y comprobar cómo, con diez años más de experiencia, en 1988, vuelve a recoger aquel universo construido en sus comienzos para observarlo desde una perspectiva totalmente distinta.
En Sight of Proteus, Sheffield nos muestra el abanico de ideas que luego irá destripando en obras posteriores. Allí se encuentran los asteroides con hábitat interno y explotables de La telaraña entre los mundos; el tiempo lento que daría vida a la que es para mí su mejor obra, Entre los latidos de la noche; el motor McAndrew de las Crónicas; y por supuesto ese personaje que tanto le gusta y que representa el triunfo de la inteligencia frente a los estamentos humanos, llamese Roger Capman, Darius Regulo o similares. Siendo una novela cuyo estilo recuerda por momentos al del gran Arthur C. Clarke, sólo puedo enunciar como nota negativa su inconcluso final, tras el que da la impresión de haber podido estirar más la historia, o por lo menos, haberla sellado totalmente.
Lo realmente asombroso es que la continuación, una década después, decide coger el testigo desde una perspectiva de aventuras, pero sin olvidarse de soltar con contundencia esas maravillosas ideas hard que tan bien sabe desarrollar. Proteus Unbound entra de lleno en la intriga detectivesca que tan buenos resultados le diera a Isaac Asimov en sus tiempos.
Es un hecho que la pericia de Sheffield está a la altura de su imaginación, y sin embargo hay sectores muy importantes dentro del mundillo del género que siguen sin tenerle en cuenta. Quizá la razón de ello estribe en que hay lectores que consideran que el exceso de divertimento es incompatible con la trascendencia, que es imposible contar con tanta amenidad algo verdaderamente importante (olvidándose de joyas como Entre los latidos de la noche o la serie del universo heredado), y que su estilo es más propio de un escritor de best-sellers a lo Crichton que de un autor importante de ciencia-ficción. Es el sino de nuestros tiempos. Ya no se busca divertir como antiguamente: hay que contar cosas haciendo que parte del libro o su totalidad parezcan pesados. Y si no, no vale. Sólo así podría explicarse que Charles Sheffield nunca haya estado nominado a un premio Hugo o Nebula en la sección de mejor novela.
Si usted, amigo lector, no piensa de este modo, busque en su librería y hágase con Proteo. Pasará un rato divertido e incluso puede que llegue a maravillarse por alguna de las ideas que contiene. Yo, particularmente, espero con ansiedad la publicación en nuestro país de Proteus in the Underworld, la continuación escrita por el autor en 1995 y protagonizada por el insustituible Bey Wolf.
En Proteus Unbound un misterio persigue al protagonista: ¿quién es el Hombre Negentrópico? El autor hace trampa, puesto que está muy claro quién es hoy en día el escritor de ciencia-ficción que mejor combate la entropía devoradora de la imaginación: el Hombre Negentrópico es Charles Sheffield.
Santiago L. Moreno
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