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Yo, Claudio Lecturas nostálgicas
2001: una odisea sentimental

Pensad en Flebas
Iain Banks
Título original: Consider Phlebas
Trad. Albert Solé
Col. Gran Super Ficción nº 21
Martínez Roca, 1991

Llega un momento en que parece que quedan pocas cosas capaces de sorprendernos. Aun para un incondicional del space opera, los imperios galácticos y los conflictos espaciales han sido tratados tantas veces que es raro encontrarnos con algo distinto de una colección de clichés y estereotipos leídos con anterioridad.

Por fortuna, siempre puede sorprendernos una racha de aire fresco para revitalizar un género dado por muerto, y eso es lo que nos proporcionó Iain Banks con la serie de la Cultura.

¿Cómo hacernos una idea de la magnitud de la Cultura? Podemos partir de un referente conocido, por ejemplo la Estrella de la Muerte de Star Wars. Pues bien, la Estrella de la Muerte es un cascarón de nuez frente a las naves de la Cultura, todas ellas con nombres menos dramáticos pero mucho más sugerentes, como Conciencia protésica, Se acabaron las contemplaciones o Turbulencia en cielo despejado. Su inventario bélico abarca desde proyectiles cuchillo y robots en miniatura con la inteligencia de hombres hasta armas capaces de hacer desaparecer una estrella. Los planetas ya han dejado de ser útiles; la gente vive en Orbitales, estructuras más grandes que planetas donde los continentes y los océanos se modifican por capricho, aunque también cuenta con Anillos y Esferas de Dyson.

La Cultura es grande. Y es grande en una galaxia inmensa, como dan buena cuenta las estadísticas de una de sus guerras: "Número total de bajas: 851,4 billones. Pérdidas: naves 91.215.660; Orbitales 14.334; Anillos 1; Esferas 3; estrellas 6. Fue una guerra breve y de poca importancia que raramente se extendió a más del 0,02% de la galaxia por volumen y al 0,01% por población estelar..."

Una civilización tutelada por mentes artificiales de elevada inteligencia y cuyos habitantes tienen todos los recursos disponibles para alcanzar la felicidad a lo largo de cientos de años de vida. Una civilización que no duda en engañar, asesinar, chantajear o iniciar guerras devastadoras en planetas insignificantes que ni siquiera saben de su existencia si así lo creen conveniente estas mentes dirigentes, cuyas decisiones escapan a toda comprensión humana.

Por supuesto, su inmensidad no reside solo en su tamaño y poder: en ella hay un torbellino de ideas perturbadoras, ambientes sobrecogedores y, entre un universo de gentes, personajes únicos e inolvidables.

Pensad en Flebas no es más que la primera aproximación a esta civilización majestuosa, poblada por espías capaces de modificarse a sí mismos e imitar a cualquier ser, naves con anhelos de poetisas, juegos de tal complejidad que crean problemas incluso a las mentes, culturas dentro de las culturas... Y, sin embargo, Pensad en Flebas, El jugador y El uso de las armas (los únicos que han sido, de momento, publicados en España) son mucho más que este universo. Son tramas como mecanismos de precisión. Son historias absorbentes y hermosas, trepidantes cuando la acción lo requiere y templadas cuando deben serlo. Son, ante todo, libros sorprendentes y conmovedores. Lo mejor del space opera.

Oscar Cuevas Vera


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