Si en la introducción de este nuevo volumen, con nada menos que doce relatos, los editores comentan el resultado de una cierta polémica en relación a si el material publicado en estas Antologías de Literatura Fantástica tiene algo de fantástico o siquiera de ciencia-ficción y nos recuerdan que se publica mucha y buena ciencia-ficción en Artifex, mi opinión global es que los contenidos tienen mucho de literatura, bastante de fantástico y no tanto de ciencia-ficción.
No se trata de iniciar ninguna nueva polémica, dado que mi propósito es hablar del volumen en sí y no perderme en otras filosofías. Sin embargo, si un relato de ciencia-ficción no resiste un análisis como obra literaria es evidente que no puede ser un buen relato, ni de ciencia-ficción ni de ningún otro género. Dicho lo cual, quiero señalar que los cuentos que aparecen en este sexto volumen de Artifex, literariamente hablando, son dignos, de una calidad superior a los típicos relatos que no hace tanto dominaban los fanzines patrios. Tal vez algún lector eche de menos más ciencia-ficción "típica", esto es, lo que entendemos habitualmente como tal y que dependerá de los gustos particulares de cada lector. Pero ese posible déficit para algunos no es más que la prueba de por dónde van las tendencias entre los jóvenes, y no tan jóvenes, escritores españoles del género fantástico, un campo que permite múltiples tendencias y cuya riqueza depende más de las capacidades de cada autor que de los propios límites que establezcamos para al género.
Dicho lo cual, empecemos con lo que realmente importa: los relatos seleccionados. El libro se abre con "Transformándose", de Ramón Muñoz, un autor siempre agradable de leer por la calidad que suelen mantener todos sus relatos. Aquí nos relata un mundo muy próximo en el que los extraterrestres son algo habitual y gozan de un gran poder. El protagonista necesita mucho dinero y la única forma de conseguirlo es apostar con la raza alienígena. Angustia y cotidianeidad se mezclan. El juego es un todo o nada, y nada es poco para definir lo que puede suceder de perder en las apuestas.
"Crisálida", de José Luis Rendueles, es uno de los mejores relatos de este volumen, en el que se aprecia y disfruta el toque intimista que sabe imprimir el autor a esta historia que roza el amour fou. Una extraña relación de pareja, donde los sueños juegan un papel vital, en la que una de las partes va envolviendo a la otra como una araña. El amor discurre, no siempre fluido, entre sueño y realidad, y entre una y otra dimensión se sufre y se goza hasta alcanzar la armonía total. Bello relato, favorecido por la impronta poética del autor.
En "La jaula", José Antonio Suárez nos demuestra no sólo la existencia del alma, que no es poco, sino además su mensurabilidad. Una eminencia médica, tocada con el halo del científico loco -pero sin malicia- tan caro a la ciencia-ficción clásica, se embarca tras el fallecimiento de sus padres en el proyecto de demostrar que hay vida más allá de la muerte. Para un trabajo tan delicado se hace con los servicios de un antiguo profesor, quien, tras diversas vicisitudes, será quien realmente descubra las consecuencias de los experimentos. ¿Quién dice que no hay ciencia-ficción "de la de verdad" en Artifex?
José Miguel Pallarés con "Una escasa diferencia" nos sigue demostrando que es de los pocos escritores nacionales que no hace concesiones y no escribe cara a la galería. Es la historia de alguien sobrepasado por los acontecimientos, cansado de luchar contra la realidad diaria que pretende aplastarnos en cuanto nos descuidemos; es la historia de alguien como cualquiera de nosotros a quien un día se le ofrece la oportunidad de ver la vida desde otro ángulo. Pero la verdad no siempre nos hace libres; en ocasiones sus cadenas son todavía más pesadas. Cada uno elige las cadenas que quiere o puede cargar. Y Pallarés nos lo demuestra con efectiva crudeza.
"En el vientre de Eva", de Juan Antonio Fernández Madrigal, es también una historia de amor. Una enorme nave, habitada por un solo humano, viaja entre las estrellas. Realmente no está solo. Una entidad sintiente está al mando de la nave junto al hombre. Mantienen una peculiar relación de simbiosis para controlar y dirigir la nave. Pero la tranquilidad se ve rota por la irrupción de una tercera presencia en discordia. Del amor al odio, de la cordura a la locura muchas veces media un corto paso. Es fácil traspasarlo, no tanto pretender desandar ese camino que deja secuelas. Secuelas que nos afectan y afectan a quienes están a nuestro alrededor.
Alejandro Alonso es autor de otra de las historias destacadas de este volumen, "Las llaves de Beltrán". Un hombre es agraciado (es una forma de decirlo) con la posibilidad de viajar entre dimensiones espaciotemporales, una especie de ciberespacio en el que sectas y religiones han encontrado acomodo. No todo el mundo aprecia sus habilidades y se ve obligado a exiliarse entre una tribu a la que sus conocimientos pueden devolver la identidad. Alonso nos muestra una sociedad caótica y la vez muy cercana, en el que se extrema el desamparo de los débiles y el poder de los fuertes, y donde el lenguaje y los conceptos identitarios que de él se derivan juegan un papel relevante.
"Moebius", de Antonio Dyaz, es una historia tan correcta y bien escrita como las anteriores pero, a mi entender, sin su gancho. Un hombre encerrado en su piso decide investigar el mundo que le rodea a través de un gato que le visita periódicamente y al que conecta una microcámara para que sea su explorador particular. Correcto, simplemente.
"Ojos Tristes", y una historia más de amor, en este caso a cargo de Andrés Pérez Domínguez. Ésta, como las demás, no es el relato de una historia acerca de días de vino y rosas sino de los ángulos oscuros del amor. Una historia desprovista de toque fantástico pero bien provista de calidad literaria. Es el relato de un descenso a los infiernos en los que el amor de una mujer y un amigo lograrán rescatar poco a poco al protagonista, para luego cortarle las alas. Y ese amor es como el fuego que atrae a la luciérnaga, inevitablemente, aunque sepa que corre el riesgo de abrasarse. Otra buena historia.
En "Good Rockin´ Tonight" nos situamos en un ambiente opresivo, de los que tan bien maneja Carlos F. Castrosín. El guarda de una urbanización de lujo es un auténtico fanático de Elvis Presley. Tan fan que se convierte en un trasunto de su ídolo, con los inconvenientes y servidumbres que ello supone. Una vida monotemática, hipotecada por la devoción a Elvis, hasta que conoce a su Priscilla (¿alguien ha dicho amor?). Una mujer diferente, una imagen que idealiza, como todos hacemos al enamorarnos, y que persigue tras el primer encuentro. Cuando la encuentra, las dificultades les acechan, pero precisamente lo que más cuesta es lo que más se aprecia. Otra historia de gourmet.
Con "Los desafiantes" de Angel Torres Quesada, nos enfrentamos a la dificultad de leer el capítulo de una futura novela. Aunque autoconclusiva, quedan muchas preguntas sin respuesta, especialmente para quienes no hayan leído "El círculo de piedra", de la que es continuación. En esta historia nos asomamos a un mundo post-apocalíptico, en el que los mutantes son una amenaza real, como en el clásico Soy leyenda. La vida diaria es moldeada por la nueva realidad que suponen los engendros que aparecen al anochecer. Un relato despachado con la eficacia y el oficio que caracterizan a ese todoterreno que es Torres Quesada.
"El coleccionista" de Víctor Conde es la historia de un moderno Fausto. ¿Qué estaríamos dispuestos a dar por conservar o recuperar algo que es vital para nosotros? Está claro que el precio nunca será barato. Y ese precio variará en función de cada persona. ¿Alguien no estaría dispuesto a hacer lo que fuera por salvar a sus seres queridos? Cuando la única alternativa posible para conseguir lo que queremos es recurrir al extraño sujeto de este relato, encerrado en su mundo de imposibilidades y maravillas, yo actuaría tal como lo hace la protagonista.
Y para concluir el presente volumen encontramos "Los desprendidos" de Félix J. Palma, quien, como es habitual en él, hace malabares con las palabras y las metáforas. A beneficio de inventario señalar que el núcleo de esta historia me es conocido por un chiste similar que tal vez algún otro lector conozca. La gracia, o mejor dicho la habilidad en este caso del autor consiste en jugar con la historia y donde acaba el mencionado chiste Félix juega a ver qué sucede más allá de la anécdota y por qué se produce ésta.
Como decía al principio, tal vez haya quien, a modo de la discusión sobre si son galgos o podencos, todavía discuta sobre si en esta edición hay más o menos ciencia-ficción que en volúmenes anteriores. A mi entender eso es cuestión de gustos particulares. Lo que sí es cierto es que este sexto volumen de Artifex contiene tanta o más buena literatura que en números anteriores.
Relatos cuidados, preocupación estilística y literaria, historias con fuerza de autores con un buen presente y algunos posiblemente con un futuro todavía mejor. ¿Ciencia-ficción? Esta es la ciencia-ficción que está escribiendo aquí y ahora, en el siglo XXI. ¿Diferente de la del siglo XX? Tal vez, pero a mí me gusta. Leed este Artifex y juzgadlo por vosotros mismos.
Manuel Díez Román
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