Se respira en From Hell la voluntad de hacer una gran obra, la pretensión -cumplida- de crear un tebeo que trascienda y se convierta en punto de referencia. Es otra pica más clavada por Alan Moore en su ambición de crear la Novela Gráfica Definitiva.
From Hell surge del empeño de Moore por escribir una obra compleja y lúcida sobre el asesinato, para la que, puestos a la tarea, recurrió al más famoso asesino en serie de la historia, Jack el Destripador, y concebida en una época -finales de los 80- en la que un optimista Moore creía firmemente en la madurez recién alcanzada del medio historieta como instrumento de narración de cualquier historia, madurez a la que él había contribuido en gran medida. No podía sospechar Moore que esos hallazgos de los 80 se verían arruinados en los 90, década de vacuidad y estulticia en los comics, ejemplarizada por una editorial, Image, a la que habría de unirse el propio Moore en su humano afán de ganarse la vida haciendo su trabajo y cuyas premisas temáticas y estilísticas reconducirá él mismo con un golpe de timón maestro con sus America's Best Comics a principios de los 2000.
Tampoco podía sospechar el de Northampton que el desarrollo y conclusión de From Hell requeriría diez años, además de una cansina peregrinación por tres editoriales diferentes y que el espíritu de la propia obra le conduciría a un proceso de reflexión interna que le llevaría a cuestionar la realidad tal y como la entendemos y a tomar la decisión de convertirse en -sí- mago. Porque en From Hell, el tebeo resultante, no sólo se reflexiona sobre el asesinato, sino también sobre las estructuras mismas de la realidad y su percepción, todavía más enraizadas en el pensamiento mágico de lo que nos atrevemos a cuestionar desde nuestra sociedad tecnificada y racionalista. De hecho, en ese dilatado lapso de tiempo que tarda la obra en completarse sufre transformaciones internas y, si al principio percibimos a un Moore más exhaustivo y racional, hacia el final del libro se muestra menos técnico, más despreocupado al ficcionalizar la supuesta realidad que está recreando. Esto no supone, sin embargo, y es otra de las muestras de genialidad del británico, que en la obra se rompa el ritmo que tantos años de trabajo interrumpido podría conllevar. Al contrario: From Hell resulta inquietantemente coherente de principio a fin.
Entrando en materia narrativa propiamente dicha, From Hell, constituye un fresco impresionante y minucioso del Londres victoriano, visto desde el punto de vista de un narrador omniscente que viaja desde los callejones más míseros de la época hasta los fríos salones del palacio de Buckingham, deteniéndose de vez en cuando para introducir en la trama a personajes reales, del Hombre Elefante a Oscar Wilde, cuya presencia otorga a la obra una veracidad que la hace trascender del ámbito de la ficción, cuestión no explicitada pero sí capital en From Hell. Un narrador que además reflexiona en forma de viñetas y palabras sobre las fuerzas ocultas en la sombra que manejan los hilos del poder; sobre la -entonces incipiente- influencia de los medios de comunicación en la sociedad y sobre la morbosa y acaso irresistible atracción de la figura del asesino, que lleva a decenas de anónimos ciudadanos a identificarse con sus hazañas y a proclamar algo así como que "todos somos Jack".
Hablábamos sobre la ficcionalización de la realidad y me gustaría detenerme un poco en este punto, ya que lo considero parte básica de la cimentación sobre la que se sostiene From Hell. Efectivamente, Moore despliega un conocimiento enciclopédico sobre Jack y su época, conocimiento evidenciado casi de forma exhibicionista en los interesantísimos apéndices, pero él mismo acaba por reconocer que tanta erudición termina resultando baldía, en la medida de que, para la recreación de los hechos que él se ha propuesto convertir en tebeo, existen demasiadas zonas oscuras que hay que rellenar con ejercicios especulativos, lo cual no debería ser condenable en From Hell, como ejercicio de ficción que es, pero sí en los textos que le sirven de base histórica, poblados también de conjeturas imposibles de probar. Así, termina por reconocer un Moore resignado, la historia de Jack el Destripador no es su historia, sino la interpretación de ella que, a partir de unos hechos -los asesinatos- gran cantidad de investigadores sobre el caso han escrito. La historia como ficción, pues. Esta teoría queda reflejada en el poco piadoso epílogo de la obra, "Dance of Gull Catchers", en la que Moore tiene la honestidad de introducirse a él mismo y a Campbell como otros más de los aventureros, bienintencionados o no, que han hecho fama y/o fortuna a causa de unos hechos tan luctuosos como las peripecias del Destripador. (Resulta especialmente significativa la viñeta en la que aparece un cartel que anuncia: "Pronto, From Hell, la película". No sabemos si cuando se dibujó esa viñeta ya habían Moore y Campbell vendido los derechos del tebeo para una producción cinematográfica, aunque no importa, porque una cosa es cierta: los dos británicos se han sacado una pasta gracias al hecho de que hace cien años cinco mujeres fueron asesinadas.)
De este modo, From Hell se convierte en dos obras diferentes, según el lector haya leído los apéndices o no: por un lado, una simple recreación de la carrera del Destripador; por otro, eso mismo y una afilada reflexión sobre la naturaleza de la creación de los mitos. Es significativo que para su definitiva recopilación en tomo, Moore dudase en incluir o no los apéndices, inclinándose finalmente por la primera opción, lo que demuestra la ambición del autor de que From Hell no sea sólo un tebeo -uno de los mejores de la historia del medio, por cierto- sino también un ejercicio teórico sobre los mitos digno de ser considerado un ensayo antropológico en toda regla.
Ante la tarea de Moore palidece, a pesar de lo voluntarioso de su aportación, el trabajo en el apartado gráfico de Eddie Campbell, dibujante de trazo tembloroso y confuso que -da la impresión- no ha llevado bien la disciplina que requería From Hell. A veces, en sus páginas se respira la impaciencia por terminar una viñeta y pasar a la siguiente. No obstante, sólo la determinación de concluir una obra de semejante complejidad le hace merecedor de un aplauso.
Respecto a la publicación en castellano de la obra, que el lector no especializado no se deje desorientar. From Hell fue originalmente editado por Planeta deAgostini entre 1999 y 2000 en cinco volúmenes de cadencia bimestral -lastrados por errores editoriales, por cierto-, alguno de los cuales ya se encuentra agotado. Por suerte, parece que los señores Rodríguez y Pece están interesados en hacer las cosas bien, para variar, y tomando como excusa el inminente estreno de la película -muy libremente inspirada en el tebeo, se dice- han tomado la decisión de corregir aquella chapuza y hacer llegar al lector la obra en el formato adecuado para ella: la del tomo unitario. Incluyendo, además, las páginas que Campbell ha redibujado recientemente sobre la base de sus últimos hallazgos documentales. (Que si áquel personaje llevaba siempre sombrero y no se le había dibujado... En fin.)
Un último comentario: From Hell no es una lectura fácil. Está en las antípodas de la transparencia conceptual y gráfica de un, digamos, Tom Strong, por citar otra obra de Moore. Es un tebeo de apariencia árida y denso respirar. Insistiremos, para convencer a los indecisos, en una cuestión no siempre comprendida: a veces el mayor placer se extrae del mayor esfuerzo. From Hell requiere tiempo y dedicación, pero esa inversión, sin ninguna duda, es ampliamente recompensada. Estas viñetas, una vez recorridas, serán difíciles de olvidar.
Valentín Vañó
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