Gary Gilmore fue ejecutado en Utah en 1975 por dos asesinatos a sangre
fría. La suya fue la primera ejecución legal en los Estados Unidos desde la
reimplantación de la pena de muerte, y no fue un caso más, dado que Gilmore
renunció a apelar y exigió ser ejecutado en la fecha marcada por el juez.
En 1977, Norman Mailer contó esta historia en la que probablemente
sea, junto a A sangre fría de Truman Capote, una de las mejores
novela-reportaje de todos los tiempos, y que le valió a su autor el premio
Pulitzer. Mailer había sorprendido ya al público norteamericano cuando publicó,
con sólo 21 años, su novela Los desnudos y los muertos, basada en su
experiencia personal durante la guerra del Pacífico, y que es considerada hasta
hoy la mejor novela escrita sobre la Segunda Guerra Mundial. Más tarde, Mailer
basó su carrera en la comprensión de personajes fundamentales en la cultura
americana contemporánea como Oswald, Marilyn Monroe o el mismísimo Jesucristo,
a quienes dedicó sus novelas. Por todo ello, la caída en desgracia y posterior
ascensión a los altares del panteón de héroes americanos de Gary Gilmore no
podía pasar desapercibida para el que es seguramente uno de los mejores
narradores del siglo XX.
La novela narra de manera descarnada la salida en libertad condicional
de Gilmore, que llevaba 18 de sus 35 años en prisión, lo que hacía de él un
inadaptado total; sus intentos fallidos de reinserción, su relación tormentosa
con su novia Nicole, de 19 años y la comisión de los asesinatos que habrían de
conducirle al patíbulo. Describe sin piedad el puritanismo de la sociedad
mormona de Utah, y pone acertadamente en contraposición la vida ordenada y
“normal” de las dos víctimas respecto a las relaciones enfermizas casi
exclusivamente basadas en el sexo de los dos protagonistas, Nicole y Gary, así
como la incapacidad de éste para vencer su impulsividad natural que le lleva
constantemente a la violencia.
Una vez juzgado y sentenciado, Mailer relata con maestría la
influencia de Gilmore sobre Nicole, que desemboca en varios intentos de
suicidio. Pero sobre todo narra la decisión del reo de no pasar ni un día más
en la cárcel en la que ha pasado toda su vida, para lo cual decide no apelar.
En ese momento se ponen en juego dos poderosas fuerzas enfrentadas.
Por un lado el garantista sistema judicial americano que, a toda
costa, trata de que Gilmore agote todas las posibilidades de apelación,
secundado por grupos de presión abolicionistas y de gente de color que prevén
lo que sucederá si se vuelve a ejecutar a alguien. La lucha de Gilmore contra
el mismo sistema que le ha condenado será la que le alce a los altares del
inconsciente colectivo americano, y le hará pasar de villano a héroe de las
clases populares.
Por otro el poder de los medios de comunicación, que convertirán al
reo en millonario para conseguir los derechos de su historia, y que son una
visión macabra del poder del capitalismo salvaje, empeñado en dar a Gilmore un
dinero que nunca le ofrecieron cuando luchaba por salir del arroyo, y que será
conseguido para sus familiares gracias a su inteligencia fuera de lo común.
Es ésta, sin duda, una de esas historias impactantes que nos pueden
asaltar a diario en los medios de comunicación; pero narrada con una maestría
que nos hace identificarnos con los protagonistas gracias la minuciosa
descripción de su cotidianidad, sus pensamientos, sus anhelos, a los que Mailer
fue capaz de llegar como pocas veces.
Empaña un poco la edición, eso sí, la más que irregular traducción,
empeñada en crear neologismos imposibles y en hacer traducciones literales que
cantan excesivamente a poco inglés que se sepa. Señor traductor: en España se
dice "quiero que me la chupes" no "quiero que me succiones", y como ésa veinte
mil. Señores de Anagrama: la calidad de los autores que publican debe verse
respaldada por una buena traducción y una buena corrección, de lo contrario más
vale no destrozar una novela excepcional por tenerla en castellano.
En fin, una novela imprescindible pese a esto último.
José Antonio del Valle
|