El último deseo, del autor polaco de complicado nombre Andrzej Sapkowski, inicia la saga del brujo Geralt de Rivia. Una saga que ha arrasado en su Polonia natal y que parece haber cambiado definitivamente el panorama fantástico de la Europa del Este (véase el especial que le dedica la revista Gigamesh). Mezclando de manera muy hábil géneros tan dispares como la fantasía épica a lo Tolkien, el género negro, los cuentos de hadas y el western, El último deseo es un libro entretenidísimo y de valores más que evidentes.
Su protagonista, Geralt de Rivia, es un brujo, un cazador de monstruos profesional. Entrenado desde joven dentro de la agonizante orden de los brujos, fue convertido en un mutante semi-humano de amplios poderes con sus pociones y hechizos. En los seis cuentos que componen el fix up, Geralt recorre un mundo de fantasía ofreciendo sus servicios de exterminador de pueblo en pueblo, enfrentándose a monstruos en aventuras que nunca acaban como uno podría esperarse.
Tras cientos de miles de ejemplares vendidos, una superproducción cinematográfica en Polonia, una serie de televisión, una adaptación al cómic, traducciones en varios países europeos... no podemos dejar de preguntarnos: ¿es para tanto? ¿Tan bueno es el libro? Y la respuesta es un rotundo sí. Estamos sin duda ante unos relatos casi redondos, y además ante un autor que promete grandes cosas en sus siguientes libros.
El gran acierto de Sapkowski reside en introducir las reglas del mundo real y del sentido común, con todas las dosis de cinismo y amargura que conllevan, en un mundo de fantasía más emparentado con el folklore centroeuropeo (conocido por todos en su versión mas dulcificada gracias a los hermanos Grimm) que con la Tierra Media tolkeniana. La formula es en apariencia fácil: basta con aplicar el sentido común a las extrañas situaciones que se dan en los mundos fantásticos tan propios del género. ¿Que el mundo esta infestado de monstruos a cuál mas malvado y virulento? Pues seguro que hay alguien que saca provecho de ello, convirtiéndose en exterminador a sueldo. ¿Que los elfos están desapareciendo? Pues habrá algunos que se resistan al cambio, y otros que busquen su nicho dentro del nuevo mundo. ¿Que existen la magia? Pues seguro que alguien querrá gravarla con impuestos. Tan fácil, tan sencillo y con tan buenos resultados.
El propio Geralt de Rivia es otro de los grandes aciertos de libro. Geralt es un hombre que lo ha vivido todo y lo ha visto todo. Con el cinismo y el sarcasmo por bandera, pero con un corazón muy humano detrás de su fachada dura y descreída, es un personaje creíble y tridimensional. Sapkowski consigue que en tan sólo un puñado de relatos consigamos conocer a Geralt, saber cómo habla y actúa.
En cuanto al estilo en que está escrito el libro, es de lectura agilísima; de esos libros que se enganchan a los dedos. Con un curioso ritmo sincopado, entrecortado muy deliberadamente y que recuerda poderosamente a "las frases como disparos de ametralladora" del maestro Dashiel Hammett, Sapkowski nos arrastra de escena en escena sin dejarnos tiempo a respirar. Y como complemento perfecto a su seca narrativa está otro de sus puntos fuertes: sus diálogos. El polaco escribe unos diálogos fresquísimos, de una naturalidad y viveza insospechada en un libro de género, normalmente llenos de pomposidad y grandilocuencia. Sólo por algunos de esos diálogos vale la pena leer El último deseo.
También hay que aplaudir en el autor polaco su capacidad de insinuación. Sapkowski no explica machaconamente todas y cada una de las cosas que acontecen en su libro, sino que deja espacio para la imaginación del lector, sugiriendo más que simplemente exponiendo hechos. Y, por supuesto, no se puede dejar de hacer mención al humor, del que El último deseo está lleno. Con unos secundarios estrafalarios y la mayoría de las veces entrañables, los relatos abundan en escenas absurdas y cómicas absolutamente impagables.
Claro que toda obra tiene sus puntos flacos, y así ocurre también con El último deseo. El principal viene dado por la estructura obligada que presenta. El relato que sirve de unión a los otros, creando el fix up, resulta innecesario, a pesar de contener algunas de las mejores escenas del libro (me viene a la memoria, por ejemplo, el duelo entre Geralt y el caballero de la Rosa Blanca), contentándose con ser un simple marco en el que se engarzan los otros relatos sin llegar a tener entidad propia. De igual modo, algunos de los relatos se quedan cortos; parece que Sapkowski se refrena ante la escasa extensión que tiene para desarrollar sus ideas. También, dentro del marco novedoso que introduce Sapkowski, se aprecia en algunos relatos cierta predictibilidad en el desarrollo de los acontecimientos.
Sin embargo, a decir de los que han podido leer las continuaciones, la mayoría de estos defectos parecen subsanarse en las siguientes entregas de la saga, donde Sapkowski se libera de las constricciones del relato corto y aborda la vida de Geralt con la complejidad que le permite una saga de novelas.
En suma, se trata de una obra muy recomendable, y un buen inicio para la andadura editorial que emprende Bibliópolis Fantástica. Excelentemente traducido y con una muy buena edición, no conviene perdérselo.
Rafael Muñoz Vega
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