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El lejano país de los estanques
El lejano país de los estanques
Lorenzo Silva
Destino, 2002

Lorenzo Silva caminaba hacia una carrera literaria sin éxitos relevantes cuando apostó por la novela de género. Con las tres novelas publicadas hasta ahora de la heterodoxa pareja de guardias civiles formada por el sargento Bevilacqua y la agente Chamorro, creció en éxito. Si la primera consiguió ventas interesantes y críticas favorables, la segunda -El alquimista impaciente- le reportó el premio Nadal y la tercera, La niebla y la doncella, recién aparecida, entró de inmediato en las listas de éxitos.

El lejano país de los estanques abre esta serie y ofrece un buen ejemplo de las razones de su favorable acogida, si bien la trama policiaca no está a la altura de la siguiente entrega. Es una novela interesante por su dibujo de personajes, que además dan la intención de ir creciendo con el paso de las páginas; es fácil imaginar que Silva no tenía la intención de convertir a Bevilacqua y Chamorro en ejes de una serie, pero el crecimiento de ambos personajes -en particular del reflexivo sargento- se hace obvio para el lector a lo largo de la novela.

Inicialmente, cabe deducir que El lejano país de los estanques es una novela policiaca sólo en la forma; el fondo es una reflexión sutil sobre la fugacidad de la juventud, a partir del retrato de la vida en una zona de veraneo mallorquina. En ella aparece el cadáver de la austriaca Eva Heydrich, una joven de 25 años que, sin decir una sola palabra en toda la novela, causa en ella la misma conmoción que su llegada provocó en la cala balear. Heydrich fue un torbellino, una de esas personas de carisma incomprensible, más allá incluso de su indudable belleza, que provocó una tormenta de pasiones culminada con su muerte.

La principal sospechosa de la muerte de Eva es la madura mujer en cuya casa vivía, Regina, una suiza antigua ginecóloga con la que mantenía relaciones íntimas. Sin embargo, la forma en que se produjo el crimen no es clara, y la guardia civil de Baleares recurre a un investigador experto como Bevilacqua para atar cabos. Junto a él, formando equipo, viaja Chamorro, una inexperta agente escogida por su aire hombruno para poder introducirse en los ambientes lésbicos de la isla.

Muy pronto Bevilacqua comenzará, a golpes de pura observación, a constatar lo que el brigada del cuartelillo local, Perelló, había observado por sí mismo: la suiza Regina no pudo cometer el crimen, al menos no sin ayuda. El deseo de los mandos de resolver de inmediato el caso choca con las deducciones de los investigadores, que comienzan a conocer de incógnito a las personas de las que se rodeó Eva en su estancia en la isla.

La novela es de lectura absolutamente fluida, y está escrita con verdadero buen gusto; Silva contrapuntea la crudeza de los hechos narrados con las reflexiones de Bevilacqua, un hombre bragado y con una fina capacidad de análisis, que es capaz de extraer reflexiones genéricas, escritas en ocasiones con un fino casticismo, a partir de los hechos a los que se va enfrentando. El retrato de personajes es preciso, y si bien la resolución de la trama policiaca en sí resulta un tanto fría, el autor es capaz de añadir codas que atan cabos sueltos más allá del criminal y dejan abierto el apetito por las sucesivas novelas de la serie. Un libro, sin duda, entre los más interesantes de la narrativa española contemporánea.

Julián Díez

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