En cierta ocasión, Adolfo Bioy Casares, uno de los principales escritores argentinos de este siglo, sucumbió a la curiosidad y se acercó a uno de los muchos salones de chat que sobre Literatura existen en Internet. Además de expresar su admiración por el moderno medio, al que puso la única pega de no poder ver la cara de sus contertulios, el escritor se sumó al entusiasmo general contestando a todas las preguntas que se le hicieron. En una de estas contestaciones, Bioy Casares decía que el secreto del éxito en una narración fantástica residía en llevar al lector por un texto realista tranquilo, para de pronto, cuando ya estuviera acostumbrado, darle como de golpe el hecho fantástico. Lo que no decía es que para lograr eso, evidentemente, hay que tener un pulso literario con el que sólo cuentan muy pocos escritores, y él era uno de ellos.
El sueño de los héroes, publicada en 1954, es una novela que lleva este precepto a sus últimas consecuencias. Con algo más de doscientas páginas, el elemento fantástico no se deja entrever hasta las últimas diez, y ni aun en estas queda uno muy convencido hasta que cierra definitivamente el libro y se pone a pensar. Lo que pudiera ser una historia normal repleta de casualidades acaba siendo un compendio de hechos ineludibles con los que el Destino termina ahogando al protagonista.
Dos son los grandes temas que esta novela trata: el inseguro paso de la adolescencia a la madurez, y la inevitabilidad del destino. Emilio Gauna es un muchacho que comparte con sus amigos una nada velada admiración por un adulto solitario: el doctor Valerga. Un fin de semana de carnaval, Emilio invita a sus amigos, Valerga incluido, a gastarse por ahí el dinero ganado en las carreras. El encuentro con un misterioso arlequín, y sobre todo, el olvido de lo acontecido la última noche, de la que más tarde sólo podrá entrever detalles, acosarán al protagonista hasta obligarle, años más tarde y ya casado, a tratar de repetir los hechos para recuperarlos. En medio de estos años, Bioy Casares nos regala el gusto con una disección de los sentimientos que nos llevan a cambiar la amistad por el amor en la juventud, y cómo eso nos convierte en otra persona, logro que por sí mismo bastaría para convertir la novela en una memorable lectura. Más si le sumamos el aspecto fantástico, que advierte al lector de lo peligroso que es intentar repetir el pasado, no por volver a sufrir los mismos errores, sino por el riesgo que supone la exposición a situaciones evitadas anteriormente.
Bioy Casares es además uno de esos raros escritores que permanecen impertérritos ante el sufrimiento de sus más queridos personajes, empujados a un desenlace del que nunca pueden escapar finalmente. Goza con el estudio interior de su protagonista, del impulso irrefrenable, del deseo incontrolado de llegar al final de una situación que lo supera. Ya ocurría así en su mejor obra, La invención de Morel, aunque allí los motivos fueran distintos. Todo esto, junto con un final seco y sin concesiones a la felicidad, confieren un sabor amargo a la historia contada que en realidad no es más que otro punto a su favor.
El sueño de los héroes es una gran novela que explica por qué muchas veces se ha emparejado a Adolfo Bioy Casares con Jorge Luis Borges, no sólo por amistad, sino también por calidad.
Santiago L. Moreno
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