Como escritor, Ian Watson siempre se ha decantado por la variedad y el cambio. Enemigo de la repetición, gusta de encadenar proyectos con escasa o ninguna relación entre ellos. Tras publicar la trilogía de la Corriente Negra, serie enmarcada en el género de ciencia-ficción, el escritor británico se embarcó en otra de sus originales apuestas: Magia de reina, magia de rey, un extraño ejercicio fantástico que se dirige en su conclusión hacia el -inevitable tratándose de Watson- elemento trascendente.
La novela se publicó en 1986, y la primera de sus tres partes, Magia de reina, magia de peón, se incluyó de forma casi simultánea en el número de septiembre de The Magazine of Fantasy & Science Fiction. En ese mismo número, Orson Scott Card realizaba una breve reseña y aludía a la figura de Pirandello en alabanza a la novela de Watson. Seguramente haya que ir bastante más lejos buscando comparaciones, por ejemplo a la sátira que abundaba en la literatura europea del siglo XIV. Las dos primeras partes del libro retrotraen al lector hasta los ambientes y personajes que adornaban las obras de Bocaccio o Chaucer.
Watson traslada las reglas del juego del ajedrez a un entorno renacentista, y lo hace de manera brillante. La forma en que los movimientos de ajedrez forman parte de la acción es realmente ingeniosa, mágica. Saltos de caballo, cambios de peón por dama o comidas al paso se alternan con la historia del aprendiz de peón, Pedino, quien impulsado por el amor intentará buscar otra salida a la eterna lucha cíclica que mantienen Bellogard y Chorny, reinos cuya clase dirigente representa respectivamente a las piezas blancas y negras en un mundo que se constituye en extraño tablero de ajedrez.
La guerra continua que Watson coloca como eje central de la novela, inexplicable y eterna, despierta lejanos ecos de otro magno enfrentamiento, la inextinguible lucha entre arañas y serpientes que narrara el maestro Leiber en sus Crónicas del gran tiempo. Pero esa sensación desaparece al final, en el último tercio del libro. Allí, el protagonista se ve inmerso en un metajuego, un recorrido por universos paralelos al suyo regidos por las normas del Monopoly, el Serpientes y Escaleras y otros juegos que Pedino recorrerá, en claro contraste con la despreocupación de sus compañeros de viaje, en busca de lo que todo ser humano desea: respuestas a su existencia.
Magia de reina, magia de rey es una fantasía con espíritu de ciencia-ficción, un juego que se sirve de otros juegos para disertar sobre los distintos planos de existencia, sobre lo ficticio y lo real, el destino y la libertad. Escrito con gran agilidad, su lectura es un breve y raro disfrute que deja bien claros sus objetivos, no se extiende más de lo necesario y libra al lector del habitual abuso de páginas. Un arriesgado acierto de Watson cuya publicación en nuestro país refrenda el buen arranque de la joven colección Bibliópolis Fantástica.
Santiago L. Moreno
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