Dicen los que saben de tebeos que en los años 60 Roy Thomas quería meter en el grupo Los Vengadores a un personaje de la Golden Age (los años 40), llamado La Visión. Era un tipo de piel rojiza, capaz de aparecer y desaparecer a su antojo como si fuera un espectro. Pero Stan Lee, que por aquel entonces era el mandamás de Marvel, dijo que no. Así que Thomas rediseñó al personaje, lo convirtió en un androide sintético, le hizo capaz de controlar la densidad (ahora podía volverse tan ligero como el aire, o tan resistente como el acero) y le puso un traje colorido encima de la piel rojiza. Vayan ustedes a saber por qué, Stan Lee dijo que aquello sí le gustaba. Vayan ustedes a saber por qué, al público de aquel entonces le encantó. Era la génesis de La Visión.
El tema del androide inhumano que va adquiriendo sentimientos no es nada nuevo, y ahora menos que nunca (entre Blade Runner, El hombre bicentenario e Inteligencia artificial ya me dirán ustedes qué puede aportar un androide color tomate), pero hay que reconocerle un cierto encanto al personaje, sobre todo gracias a su relación de amor/odio con la mujer que amó una vez: La Bruja Escarlata.
Era el momento ideal para una serie limitada del androide. En la serie Los Vengadores acaba de terminar una larga saga llamada La Guerra de Kang en la que descubrimos que La Bruja Escarlata aún ama a La Visión. Además, ya se han resuelto perfectamente todas las contradicciones argumentales sobre su origen. Vamos, lo dicho, que era el momento apropiado de hacer al personaje aún más interesante.
Los encargados no nos son desconocidos. Geoff Johns acaba de ser fichado por Marvel para guionizar Los Vengadores, y se dicen de él cosas muy buenas. Ivan Reis es un dibujante de lujo, influenciado por dibujantes muy plásticos como Brian Hitch o Stuart Imoen. Ya ha trabajado en un par de números de Los Vengadores haciendo suplencias.
Ahora bien, si todo apunta a que la historia va a ser buena, ¿por qué sale este churro?
No me malinterprete nadie, la historia es entretenida, pero no cuenta realmente nada. ¿Hacía falta una serie limitada para ver por enésima vez a La Visión sin recuerdos y descubrirle un "hermano" robótico nazi que no volverá a aparecer nunca más?
La última serie que tuvo este personaje, con Bob Harras en los guiones, contaba una historia muy similar: La Visión con fallos en su programa de memoria, enfrentandose a un robot tentacular, para finalmente encontrarse cara a cara con otro "hermano robótico". Así que la situación tampoco es muy original que digamos.
Hay cosas muy buenas, eso sí. Para empezar, el niño que acompaña a La Visión, Derek Hoffman, es un personaje entretenido y un buen hilo conductor de la historia. El dibujo nos presenta a una Visión más monstruosa que nunca, y le da a la historia un aire misterioso que se agradece... pero luego la historia se alarga demasiado, permitiendo que haya páginas carentes de diálogo, porque no hay nada más que contar.
Como digo, da coraje que una serie limitada que podía haber dado mucho de sí acabe siendo una anécdota sin más, donde los buenos ganan, la chica frívola descubre que debe sentar la cabeza, y un padre descubre que debe querer más al freak de su hijo.
Por otra parte, la historia es ideal para la gente que no conozca al personaje. El universo superheroico está tan reliado que a veces uno no sabe ni lo que está leyendo. Esta historia es simple, se lee de un tirón, y hace que uno sepa perfectamente de dónde viene el personaje... Pero claro, ¿alguien va a gastarse 7 euros en un tomo sobre un personaje al que no conoce?
José Joaquín Rodríguez
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