Éste es el cuarto volumen del ciclo de la Puerta de la Muerte, saga de fantasía épica iniciada por Margaret Weis y Tracy Hickman a principios de los 90. En él se relata la crónica del viaje del patryn Haplo a Chelestra (el mundo del agua), el último de los cuatro mundos en que los sartán dividieron el Universo que le queda por visitar. Allí elfos, humanos y enanos han aprendido a convivir en paz y colaboran en la construcción de unas enormes naves sumergibles que deberán transportarlos de las lunas-islas (durnais para los sartán) en las que viven a otras cuando el sol marino que las calienta se aleje demasiado y todo se congele. Pero ahora esa paz se ve amenazada por la aparición de unas terribles y gigantescas serpientes dragón.
Estando en el Nexo, el patryn intenta alejar a su Señor del mundo de Abarrach mintiéndole en el informe; mentira con la que sólo consigue salir mal parado ya que Xar, el Señor del Nexo, decide castigarle rompiendo el círculo de su ser (el mayor daño que se le puede infligir a un patryn) para sacarle hasta la última palabra referente al mundo de la piedra.
Por una causa extraña, al llegar a Chelestra, la nave de Haplo queda hecha astillas y es rescatado de las aguas del Mar de la Bondad por tres jóvenes mench (Grundle, Alake y Devon) que se dirigen a la morada de las serpientes dragón, hacia la muerte. Pero, para su sorpresa, las serpientes se ponen al servicio del patryn, queriéndose aliarse con él para destruir a los sartán.
Por otro lado, Alfred también cruza la Puerta de la Muerte y va a parar a Surunan, una ciudad sartán sumida en un largo letargo, donde se encuentra con los miembros del Consejo de los Siete, aquéllos que tomaron la decisión de separar el Universo. Samah, el Consejero, insiste en hacerle preguntas que le ponen en más de una ocasión en situaciones embarazosas. La repentina aparición del perro de Haplo hace que se le compliquen más las cosas y, para rematarlo, tropieza -literalmente- con una biblioteca prohibida. Y como la guinda del pastel, Alfred se enamora de Orla, la esposa de Samah.
Así como en Abarrach Haplo y Alfred experimentaron la existencia de un poder benéfico superior, en Chelestra descubren la existencia de un poder maléfico superior que se alimenta del caos, del odio y del miedo. Representado en forma de serpientes dragón y situado en el más hermoso de los cuatro mundos, recuerda claramente a la metáfora bíblica en la que la serpiente (el poder maléfico) tienta al Hombre en el Paraíso. También es una curiosa paradoja la que hacen aquí Weis y Hickman al situar en el mundo del agua a humanos sólo de raza negra, a quien nosotros solemos asociar con las áridas y secas sabanas africanas.
En Chelestra, sartán y patryn tienen otro poderoso y simple enemigo común al que no pueden enfrentarse de ninguna manera: el agua del mar. El líquido causa un efecto devastador al entrar en contacto con los individuos de ambas razas, anulando por completo los efectos de su magia. Pero eso no impide que Alfred saque todo el poder que lleva dentro para convertirse en el poderoso Mago de la Serpiente y salvar a Haplo y a los mench de las serpientes dragón.
Una historia no menos apasionante que las anteriores y que cierra la primera parte del ciclo de la Puerta de la Muerte.
Blanca Martínez
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