[ portada ] [ reseñas ] [ opinión ] [ artículos ] [ editorial ] [ nosotros ]
La casa del bosque
La casa del bosque
Marion Zimmer Bradley
Título original: The Forest House
Trad. César Aira
Col. Letras de Bolsillo nº 20
Salamandra, 2002

Marion Zimmer Bradley es autora de una extensa obra de ciencia-ficción y fantasía de la que no había leido una sola línea antes de abordar La casa del bosque. Entiéndase, entonces, que los comentarios que me ha suscitado esta lectura no deben hacerse necesariamente extensibles al resto de su obra. Una obra al parecer notablemente popular, por lo que imagino que debe ser, en general, de un nivel algo más elevado que esta novela de fácil lectura, escasísima profundidad y técnica bestsellera.

La casa del bosque narra los amores contrariados de Eilan, hija de druida, y Gayo, hijo de romano y celta, en la Gran Bretaña posterior a la conquista del siglo I. La peripecia se anticipa claramente: Gayo cae accidentalmente en una trampa para osos, es rescatado por el hermanastro de Eilan y, al tomarle por britano gracias a su aspecto mestizo, le sanan en casa del padre de ambos, un druida que mantiene tensas relaciones con los romanos. Gayo y Eilan se enamoran en el marco incomparable de la festividad de Beltane, pero la mentira de los orígenes del muchacho se interpone entre ellos. Siguen cuatrocientas páginas en la que todo, como es tradicional, obstaculiza la feliz reunión de los amantes: el padre de Gayo desea casarle provechosamente con una joven de buena familia; Eilan entra como sacerdotisa de la Casa del Bosque, donde viven las mujeres de los druidas; la situación política de la ocupación es difícil, con periódicas rebeliones de britanos, caledonios e hibernios contra los romanos, lo que dificulta las relaciones normales entre los dos prueblos.

La trama se alegra un poco gracias a este marco histórico: no quiero ni pensar los abismos de aburrimiento en los que podría haber caido este libro de haber sido pura fantasía de la llamada “dragonera”. En realidad, lo fantástico juega un papel relativamente pequeño: las sacerdotisas tienen ciertos poderes discretos, la Diosa Madre es una entidad real que posee a la gran sacerdotisa durante los rituales de profecía, y en general hay un ambiente de predestinación que envuelve a la historia (y que lamentablemente acentúa el carácter mecánico de las acciones de los personajes). Por lo demás, la autora se aplica a describir el mundo fronterizo romano-britano con cierta gracia, aunque las simpatías de este lector siempre están con los romanos, descritos como un pueblo práctico, nada dado al fanatismo, sibilino y responsable, frente a la nobleza más bien brutota de los britanos, su comunión con la naturaleza y sus supersticiones.

Donde la autora pierde puntos considerablemente es en la técnica narrativa: la trama se acelera o se detiene repentinamente según conviene a la historia (y, como acabamos comprendiendo, la historia está ordenada para alcanzar un final predeterminado como sea), los personajes salen y vuelven a entrar en escena súbitamente avejentados pero sin que tengamos sensación del paso del tiempo (como estos telefilmes donde el maquillaje y el cambio de peinado intenta solucionar el ritmo a trompicones de la narración), la descripción de personajes es, por un lado, exasperante en su falta de sutileza (no hay premio al que adivine por qué desde el principio se insiste en que nadie puede distinguir físicamente a Eilan de su tía Dieda), y por otra, maniquea a más no poder (cuando una mujer es mala, lo es por celos -amor imposible-; pero hasta el héroe le pone los cuernos a la heroína un poco porque sí -todos los hombres son iguales-, y de ahí para arriba), y los acontecimientos se amontonan en lugar de fluir (hay al menos una muerte estúpida de un secundario, y varias fuera de escena que no tienen ninguna fuerza dramática, aunque por los efectos en la trama deberían tenerla). Y quizá lo más grave es que cada pieza de información se repite dos o tres veces en pocas páginas, como temiendo que el lector se haya saltado la primera (una tentación siempre presente al leer este libro), y el texto está trufado de frases sonrojantes que no dejan lugar a dudas: esto es un best seller.

Como colofón, resulta que La casa del bosque es una precuela de Las nieblas de Avalón, lo que explica que la autora no haya considerado necesario sacarse de la manga una narración interesante: le basta con que su historieta mínima cumpla los puntos necesarios para ir disponiendo las piezas de su obra anterior, satisfaciendo así a los que lean este libro en su orden de escritura, pero enajenándose a quienes se acerquen a su serie en el orden cronológico interno.

Luis G. Prado

[ portada ] [ reseñas ] [ opinión ] [ artículos ] [ editorial ] [ nosotros ]