Jesús Pardo ha destacado, a lo largo de su carrera literaria, por el gusto por la narración, por la sátira y por la memoria y la biografía. Periodista con mucha vida a sus espaldas y una intensa labor como traductor, ahora nos ofrece Cincuenta historias de repente, una colección de cuentos breves algo pobre.
El volumen comprende una serie de relatos, bastante cortos, que recorren un amplio espectro temático. Se trata de historias contadas con buen oficio, que responden a inquietudes muy diversas. Sin embargo, podemos encontrar algunos puntos en común en ellas. Así, hay que destacar, sobre todo, su tono ligero, a pesar de la sobrecarga de subordinación que provoca, entre otras cosas, que no funcionen las atmósferas de terror. Las narraciones buscan la cotidianidad, una sensación de lectura agradable aunque se traten temas que no lo sean. De este modo, abundan la ambientación urbana y el tono humorístico.
Las historias suelen estar estructuradas en torno a un personaje al que le ocurre algo. Están contadas en tercera persona por un narrador omnisciente sin buscar, de manera descarada, los golpes de efecto que suelen exigirse a los cuentos de corta extensión. Así, sigue unos postulados bastante clásicos.
En ellos, nos podemos topar con personajes y situaciones extravagantes, muy peculiares, que no se apartan de la realidad. Sin embargo, cuando aparecen, los elementos fantásticos se asumen con naturalidad. En ocasiones, de todas maneras, pueden intentar trastocar a los protagonistas. Un matiz de amargura, asimismo, también puede desprenderse de buena parte de las piezas, especialmente de "En la cruz" o "Ainola".
Jesús Pardo aborda sin complejos todo tipo de géneros e influencias. De esta manera, encontramos algunos cuentos de fantasmas, como "No Tengo Más Que Dar Te", la primera historia y la más larga, con algunos altibajos que arruinan un texto que podría haber sido interesante, "La barba de Dante" o el homenaje a Stoker de "La vampira". Como ya he dicho, las atmósferas de terror no llegan a cuajar y los temas tampoco son muy originales.
La ciencia-ficción es una temática que podemos leer en "Autolesa majestad", "Los fugitivos", "La cita", "Los observadores", "Tempus tacendi", donde revisa de forma tragicómica la máquina del tiempo, "El planeta de los fantasmas" o "Yo". La mayoría no son, tampoco, muy innovadores, pues suelen tocar temas muy trabajados, especialmente los de primer contacto o los de conflicto interplanetario. Todos ellos comparten una visión catastrofista del futuro.
También tenemos varias piezas de género negro, como "El café Pierre Loti", "Un crimen perfecto" o "La cordura", muy divertido y que supone una mordaz reflexión sobre la crítica de arte contemporáneo. Incluso nos podemos encontrar con algún cuento borgiano, caso de "La biblioteca del marqués de X", o con varias narraciones ambientadas en la prehistoria.
Podríamos destacar un puñado de relatos: "La sombra sin caballero", de corte medieval, "La moneda de cobre", la rebuscada e irónica "El cuadro número 1940" o "Los gusanos", con tintes de biografia. Hay que reseñar, especialmente, "Con la lluvia en el bolsillo", una historia fantástica que puede evocar a los escritores hispanoamericanos por su tono sencillo.
Sin embargo, muchas piezas no merecen ser recordadas pues parece que han sido incluidas de relleno; para tratar de conseguir un número redondo al que endosarle un título atractivo comercialmente.
Así, Cincuenta historias de repente es un volumen del que podrán leerse con gusto un par de cuentos, pero que en conjunto dejará indiferente al lector; algo imperdonable en una colección de relatos.
Alberto García-Teresa
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